Es una serie que comienza poco a poco para meternos de lleno en un embrollo retorcido y que se disfruta hasta el último capítulo. Muy disfrutable y amena.

Las interpretaciones son muy bien ejecutadas, los escenarios y paisajes por donde nos lleva nos evoca y seduce gratamente, como un buen vino. Se puede decir que nos hace sentir el gusto y despierta la curiosidad por la enología.

La trama transcurre entre Francia y Japón como un reloj suizo, por momentos de forma tranquila pero implacable hasta su final. Los dos protagonistas consiguen hacernos sentir los momentos intensos que se dan en cada uno de ellos. Cada cual con una historia muy diferente, separa por miles de kilómetros que sin embargo confluyen perfectamente. También los secundarios merecen una mención, pues todos evolucionan, haciendo la serie aún más interesante. Tenemos momentos en los que viajaremos al pasado para comprender un poco como se teje todo sutilmente, hasta su punto álgido, un final magnifico que deja un buen sabor de boca.

No sabía que esta historia venía de un manga, lo cual se agradece al ver que el abanico de estas historias es muy amplio y da para mucho juego, no sólo en el ámbito de la animación.