Cuando alguien se plantea volver a filmar una película donde hay antecedentes supongo que lo que busca es aportar algo y, sobre todo, mejorar la anterior. Pienso que no lo ha logrado.
Los actores de la versión de 1978 eran tan apropiados para los personajes que se hacía difícil superarlos. Aquí, salvo Kenneth Branagh y Letitia Wright el resto no dan la talla. Eso sí, Kenneth Branagh, sin despeinarse, hace una actuación que avergüenza el premio al mejor actor en los Oscar de 2022.
La música destaca a nivel alto y la fotografía parece muy adecuada para retratar Egipto. El análisis de los sospechosos no consigue hacernos creer en ningún momento que cualquiera puede ser culpable, y esa es la piedra angular de la historia.