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Irlanda Irlanda · Gijon
Voto de pipona:
10
Comedia En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
19 de noviembre de 2010
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si uno desea reírse con ganas, no tiene más que poner en su DVD películas hilarantes como "La vida de Brian", "El jovencito Frankenstein", o "El guateque". Películas con las que es fácil acabar con dolor de barriga y la mandíbula desencajada.

Si lo que se desea es un humor negro, crítico y mordaz, lo idóneo es buscar una comedia de costumbres. Se introduce en el aparato algo de Allen o los hermanos Coen y la tarde está resuelta.

Si lo que alguien busca es una comedia desenfrenada y delirante, repleta de personajes absurdos y exagerados, que le haga un guiño a la censura de la época, y que la caricaturice de manera sutil, no tiene falta de ir muy lejos.

Luis García Berlanga era un puto genio. Uno de esos elegidos para la gloria cinematográfica. Alguien capaz de soltarte a la cara un plano secuencia de 20 minutos en una casa atestada de gente rara, sirviéndose únicamente de sus dotes cinéfilas y de unos diálogos absurdos e hilarantes.

"- Yo soy dentista, no puedo firmar una defunción
- ¿Si alguien se muere en su consulta, que es lo que hace?
- Llamo al forense"

El mismo que es capaz de convertir un desfile de pascua en un descojone padre, con mil y un personajes inolvidables y extrañamente familiares.

"- Pero señores, estamos pasando ante un sepelio y no han parado de tocar la música.!!
- Señor, les hemos hecho el saludo militar
- Ah, vale!, si han hecho el saludo militar... Vamos, vamos, sigan tocando. Alegría!!

Berlanga pertenece a esa generación de realizadores inmortales, temibles con la cámara, pero que te mataban si los leías entre líneas. Aquellos que convertían una historia cruel en un cuento de hadas.
"Plácido" es una cinta repleta de tristeza, de desmoralización, y de personajes que rozan el esperpento.
Hipocresía, doble moral, desfachatez supina. Un puñado de personajes miserables en el incomparable marco de la postguerra española.
Todo ello aderezado con un guión antológico, sucesión incansable de situaciones inverosímiles. Una historia de infelicidad, bañada con la más grande de las sonrisas.
Todo en "Plácido" es muy grande, pero el final roza la perfección absoluta. Casi hora y media con la mandíbula hecha trizas, para soltarte un directo al estómago, ese sitio que los boxeadores buscan para dejar sin aliento al rival, y que Berlanga consigue en forma de villancico demoledor, una guinda maravillosa, y que recuerda al espectador, por si se le había olvidado, en que época y situación está rodada esta obra maestra.

“En este mundo no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”

De haber nacido en Italia, se hubiera codeado con los grandes realizadores neorrealistas. De haberlo hecho en Norte América, estaría sentado en la misma mesa que los Billy Wilder, Capra y compañía.

Pero Berlanga es español, nuestro, único e irrepetible.
pipona
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