Robin Hood no es una mala película, se le nota algo de mimo a la hora de la ambientación y la dirección, además de contar con un plantel de actores bastante digno. La historia a priorir es atrayente, y su narración no resulta tediosa a pesar de algunos bajones en la cinta. El problema es que ésta, aun resultando un producto correcto, no pasa de ahí: de la mera corrección.

Si estuviéramos hablando de otro tipo de película, encuadrada en un género distinto, quizá se podría pasar por alto, pero que algo catalogado como épico o aventurero no despierte ni el más mínimo sentimiento grandilocuente es bastante deprimente. Así, uno asiste a la progresión de la historia relajado, sentado en su sillón, sin ningún tipo de sobresalto o sensación digna de mención, como el que asiste al rodaje de un anuncio muy caro a propósito de no se sabe qué.

Si a eso le añadimos que las escenas de acción son muy mejorables y que hay más de un momento totalmente risible, nos queda esta medianía entre lo que pretende ser y lo que finalmente es un Robin Hood con arco pero sin flechas en el blanco suficientes.