La osadía humana me embelesa. Ese punto de vista vitalista que tienen según que seres humanos, que los lleva a tirar de un impulso, de un instinto y cometer las mayores locuras que ha visto la humanidad, que van desde actividades filántropas que ayudan a la humanidad hasta atrocidades pintorescas que chocan y paralizan la mente del espectador. El ser humano es complejo, casi incognoscible. "Everest" es eso, un relato sobre la valentía del ser humano. "He subido el Everest más de una vez y, ¿sabes qué? Para impresionar todavía más, hago del hecho de subir el Everest un trabajo".

La historia se presenta con un ápice de luz que ilumina el rostro, basada en el desastre que aconteció en 1996, en que, algunos escaladores, perdieron la vida en trágicas circunstancias. Dos expediciones que van al susodicho monte para atender a experiencias nuevas. Algunos van para decir que lo han hecho, que han escalado el Everest. Otros, por solidaridad y por compromiso con los más desfavorecidos. Y otros por ocio, por despejarse. Al principio te dan hasta ganas de apuntarte a una expedición de éstas y conocer mundo. Conocer los inhóspitos rincones que esconden los más de ocho mil metros de montaña. Se presenta como algo fabuloso. Pero comienzan a llegar los problemas, y la historia pasa de ser un retrato del espíritu humano y su capacidad para superarse, a ser un terrorífico cuento que nos recuerda que la mayor asesina que ha concebido el mundo es la madre naturaleza.

A nivel técnico, la fotografía es espectacular, muy preparada para ir a verla en 3D (cosa que hice yo). El ambiente te introduce sin previos miramientos en los maravillosos, a la par que peligrosos, parajes de Nepal. Se presenta un dualismo paradigmático, entre lo alto de la montaña y el campo base. "Parece que está en la Luna", dice uno de los personajes. Nos encontramos una CGI creíble y espectacular. Y vemos todo un bufet de personajes variopintos con una historia tras de sí: el típico ricachón que ha pagado Dios sabe qué cantidad de dinero para escalar el monte, el filántropo que quiere ascender la montaña por caridad pero que no tiene el dinero suficiente para hacerlo y le dan la oportunidad de subirla por un módico precio, el guía que lo da todo por que todo el mundo esté cómodo y a salvo, y un largo etcétera.

Así pues, no nos encontramos con el típico blockbuster mediocre que dan por las tardes en Cuatro, sino que nos topamos con un producto muy interesante, creíble, bien ambientado, con buenas interpretaciones (Jake Gyllenhaal, como siempre, al pie del cañón) y con un trasfondo que puede llegar a traspasar el alma. Una maravilla del 2015.