Y ese algo es el romanticismo. Porque romanticismo no es una historia de amor, romanticismo es que durante la proyección sepas que la historia de amor puede que acabe mal pero aún así, será grandiosa, crepuscular. Con esto quiere decir que si la historia de amor tiene que DEADPOOL, o sea, pisar fondo, pues que la pise.

Puede aceptarse el final, de acuerdo, pero alguno habrá que salga desilusionado. Ya sé que es duro pero justamente los superhéroes lo son porque han sabido sacrificarse por servir a los demás, y muchos sacrificaron historias de amor por no exponer al peligro a sus parejas o porque tuvieron que prescindir de ellas o, sencillamente, porque el destino se la jugó.

¿Qué es lo que pasa aquí? Que Deadpool se queja que David Beckham tenga voz de pito pero que posea tal atractivo que con ello pueda conquistar a cualquier mujer a capricho. Bien. Es así. El mundo está hecho así.

Si Deadpool ha terminado siendo un ser desfigurado y con todo su cuerpo pasado por la picadora, es triste ver que al final se presente ante su novia para que ella (¿ternura, lástima?) lo acepte.

Un súper héroe es un tío con cojones y debe saber que su historia de amor terminó el día en que Francis, le jodió del todo. Y tendrá que aceptar su soledad y vivir al menos recordando ese amor sabiendo que fue una historia tan real y bonita que por ella ya mereció la pena vivir. Entonces la película se hubiera llenado de romanticismo y algo más se habría logrado.