Es el protagonista absoluto de este plomizo pero necesario documental que denuncia la violación del gobierno USA en las comunicaciones privadas entre particulares, casi un relato de terror sobre la inseguridad ciudadana. Ex empleado de la maléfica NSA americana que, según filtró a la prensa, se dedica a espiarnos a todos violando todas las leyes del derecho a la privacidad, con la peregrina excusa de que pretende protegernos de los terroristas, tras el trauma y la paranoia de los lamentables atentados del 11 de Septiembre al World Trade Center. Personaje controvertido del que el ínclito Oliver Stone acaba de estrenar una película biográfica con claras intenciones políticas. El documental transmite inmediatez por unos hechos sucedidos recientemente, dentro de esta nueva era tecnológica en la que nuestro modo de vida es seguida y rastreada a través de los dispositivos electrónicos que utilizamos y que sirven, además de espiarnos como sospechosos, para que un puñado de empresas globalizadas puedan conocer y estudiar todos nuestros gustos y costumbres.

Snowden se nos muestra como un tipo valiente y decidido a denunciar métodos de espionaje lamentables por parte de un gobierno democrático, durante la administración Obama, ese paradigma de la libertad y la justicia, bendecido por la progresía demagoga que anunciaban a bombo y platillo multitud de iluminados defensores del carisma del primer presidente de color, el que iba a cerrar Guantánamo. Snowden es plenamente consciente de lo que eso supone y la responsabilidad que debe afrontar, huyendo de su país y refugiándose por medio mundo. Pero también apreciamos a un tipo paranoico y desconfiado que sufre por todo lo que va dejando atrás, su familia y su novia, cosa que entendemos perfectamente, no seré yo el que no alabe su valentía.

Bajo una continua sucesión de información, a veces mareante, “Citizenfour” no sólo habla de sus protagonistas, sino que nos hace partícipes, casi más emocional que racionalmente, de nuestra posición en todo ello. Dicho lo cual, hace del film de Laura Poltras, una experiencia incómoda, de cómo es nuestra realidad, en la que aquello que apenas podemos ver ni incluso percibir mínimamente, controla nuestras vidas. Un documental necesario e interesante que invita a la reflexión con las amenazas de nuestro tiempo, aunque cinematográficamente sea monótono, pero que nos hace sentirnos indignados por lo que vamos conociendo. Y yo ahora me pregunto, ¿Quién puede garantizarnos que estos métodos aborrecibles sólo lo comete un país poderoso con gran tecnología? ¿Porqué no los va a cometer otras superpotencias, que ya dispones de tecnología parecida, como los rusos y los chinos? Países por otra parte, donde se presume de que hay menos libertades por sus regímenes políticos que mucho incauto minusvalorara, reinando un control mucho más férreo en los derechos civiles, es como para echarse a temblar.