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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Comedia Lester Burnham (Kevin Spacey), un cuarentón en crisis, cansado de su trabajo y de su mujer Carolyn (Annette Bening), despierta de su letargo cuando conoce a la atractiva amiga (Mena Suvari) de su hija (Thora Birch), a la que intentará impresionar a toda costa. (FILMAFFINITY)
12 de mayo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las virtudes de “American Beauty”, desde mi punto de vista, es su difícil encasillamiento, pues no sigue una fórmula establecida, no es drama familiar, tampoco una comedia al uso, ni siquiera un melodrama sentimental. ¿Qué es entonces “American Beauty"? Yo diría que se aproxima a una sátira negra sobre la descomposición de una familia de la clase media norteamericana. Una mirada cáustica, divertida y penetrante sobre un estilo de vida contemporáneo en los barrios residenciales estadounidenses. Una irreverente burla, al fin y a la postre, del clásico sueño americano. Dicho esto, conviene sentenciar ya, sin más preámbulos, que el film goza con más avales que el millonario Donald Trump, comenzando por el agudo y atractivo argumento de Alan Ball, para continuar con unos actores que lo bordan por su frescura alejada de estereotipos conocidos, sin olvidarnos de una espléndido trabajo del operador Conrad L. Hall.

Con una vista aérea de un barrio residencial, la cámara se centra en una familia, los Burnham – matrimonio y una hija adolescente –, y entre los miembros de ella se privilegia la figura del padre, Lester (Kevin Spacey), que hace las veces de narrador, que recuerda vagamente al William Holden de “El crepúsculo de los dioses”, narrando su vida en un largo “flash back”. Un hombre insatisfecho con su trabajo, su vida social y su esposa que le ignora en el terreno sexual, un perdedor que cada mañana se masturba mientras se ducha, uno de los escasos buenos momentos de la jornada. Hasta el día que le echa ojo a la amiga de su hija, Lester cae en la tentación del sueño prohibido, esa fascinación será el catalizador que le llevará a abordar cambios en su vida para liberarse de la claustrofóbica hipocresía. Lester se rebela contra una forma de vida, pero tendrá que atenerse a las consecuencias.

Y cuanto más cambia más exaspera a su esposa Carolyn (Annette Bening), obsesionada con las apariencias, el estatus y el reconocimiento de la comunidad. Una mujer patética que cultiva rosas rojas en el jardín asegurándose que el mango de las tijeras de podar haga juego con sus zapatos, Carolyn no concibe otra forma de vivir más que por y para conseguir triunfar. Por eso las relaciones extramatrimoniales que mantiene con un triunfador inmobiliario son obvias. En la historia también intervienen la hija Jane (Thora Birch), egoísta distante e insegura, que considera a sus padres unos tarados, su vanidosa amiga Angela que es una calienta braguetas que presume de lo que carece, y finalmente hay dos personajes, en mi opinión, no muy bien dibujados: el novio de Jane, un joven vecino con vocación de “voyeur” que graba todo lo que ve con su videocámara y su padre, un oficial de marines de comportamiento previsible, aunque el guionista intente sorprendernos.

Todo ello cocinado hábilmente por Sam Mendes , director proveniente del teatro que se estrenaba como cineasta, aunque el proyecto estaba en marcha cuando se incorporó, por lo tanto es también un film de productor cuyos nombres son Bruce Cohen y Dan Jinks, con la aprobación de Spielberg y su estudio Dreamworks. “American Beauty” refleja la soledad, la frustración y la infelicidad, no pretende hacer llorar ni propugna moralismos, su crítica es mordaz y despiadada, humor negro sin compasión, la ironía por bandera. Y al final, si algo revela, es que la persecución del sueño americano puede resultar un ejercicio asfixiante y vacío. Una película que a pesar del tiempo transcurrido se mantiene fresca y actual.
Antonio Morales
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