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Voto de Antonio Morales:
7
Thriller. Drama Babitch (Michael Rapaport), un policía de Nueva York, conduce de noche de vuelta a casa cuando es atacado por dos individuos. Intenta atraparlos, pero cuando le apuntan con una pistola, instintivamente, dispara y los mata. En un instante, el puente se llena de policías, que comprueban que los agresores no tenían ninguna pistola, y deciden actuar por su cuenta. Todos viven en un barrio de Nueva Jersey donde el sheriff, el bonachón Freddy ... [+]
18 de noviembre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Garrisón, Nueva Jersey, población de, como se indica en una señal urbana, mil doscientas ochenta almas, se ha establecido una colonia de policías procedente de Nueva York (imagino que todos saben que el río Hudson separa ambos Estados), lo cual no significa que sus habitantes se sientan mejor ni más seguros. El grupo de policías, capitaneado por Ray Donlan (Harvey Keitel), ha hecho de Garrison un imperio de corrupción impermeable incluso a las investigaciones de Asuntos Internos, ante el cual el sheriff de la localidad, Freddy Heflin (Sylvester Stallone) no hace más que asentir y callar.

Stallone llevaba años buscando un papel que rompiese con el estereotipo que él mismo había creado, recordemos el de Rocky Balboa con varias secuelas y John Rambo en el que volvió a quedar atrapado en el personaje por varias entregas. De la mano del director James Mangold, que también escribió el guión al dictado de recuerdos autobiográficos, Stallone encarna un papel de sheriff honrado y noble, su personaje transmite empatía, como el Gary Cooper de “Sólo ante el peligro”, ambientada en época contemporánea “Cop Land” elude los anacronismos pero deja una puerta abierta a los códigos del western. Los personajes no viajan en caballos sino en coches policiales, pero la insignia del sheriff que cuelga del uniforme de Stallone subraya un cierto paralelismo entre ambos mundos.

En un ambiente claustrofóbico y opresivo provisto de un microclima social donde las jerarquías de poder se hallan perfectamente establecidas. La pérdida de un oído cuando intentaba salvar a una chica, le imposibilitó de estar en un puesto de mayor relevancia, como el George Bailey de “Qué bello es vivir” de Capra. Por otra parte, sigue enamorado de la muchacha que se casó con otro hombre mientras esperaba que él se le declarase. Una aparente fragilidad que no le impide abrir los ojos ante las turbias maniobras de sus colegas, su carácter aparentemente pasivo y reservado acaba por explotar.

Esta película fue un vehículo para demostrar la existencia de rasgos de humanidad tras la inmensidad física de Stallone, sin olvidar el excelente trabajo de Robert de Niro en asuntos internos, Ray Liota está perfecto y Harvey Keitel impecable como siempre. En épocas en las cuales el actor vuelve a ser la estrella, pero los presupuestos no alcanzan para pagar más de una pareja de grandes nombres por película, ésta apuesta por el cine de reparto en la vieja tradición del Sistema de Estudios.
Antonio Morales
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