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Voto de Antonio Morales:
6
Thriller En 1933, cinco agentes del FBI son acribillados a balazos. Melvin Purvis, un importante miembro de la agencia, jura vengarlos y se dedica a perseguir, con saña, al gángster John Dillinger y a su banda... (FILMAFFINITY)
7 de septiembre de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada a principio de los años setenta en que el film “noir” estaba siendo invocado en ceremonias de reconstrucción de diferente alcance oficiadas por cineastas de prestigio como Roman Polanski (Chinatown) y Robert Altman (El largo adiós), “Dilinger” se revela como una pequeña perla surgida en el cuerpo del “cine retro”, cultivada por un hombre, John Milius, proveniente del terreno del guión, que pocas veces alcanzó resultado tal alto como aquí. Desde luego, su ceremonia está lejos de la naturaleza estetizante que caracterizó a la operación “retro” llevada a cabo en Hollywood en los primeros setenta, su osadía va mucho más allá.

La reconstrucción tiene el aire de un documento severo, escueto, nada complaciente con la época rememorada (los encadenados con las portadas de los periódicos de la época), y sus personajes, entre los cuales figuran algunos de los gánsteres más conocidos de los años de la Gran Depresión, como, aparte de John Dillinger (Warren Oates), “Baby Face” Nelson (Richard Dreyfus) y “Pretty Boy” Floyd (Steve Kanaly), parecen haber sido sorprendidos en plena actividad, mostrándose explícitamente violentos, arriesgados, despectivos y egocéntricos, pero también vulnerables. La violencia siempre aparece expuesta de forma hiperrealista, arraigada a la época que se filmó, con una crudeza atroz, muy en la línea de “Bonnie & Clyde” de Arthur Penn.

Por otro lado, Milius mira con parecida frialdad a gánsteres y agentes del FBI, uno de los cuales, Melvin Purvis (Ben Johnson) se cuida de ir narrando los acontecimientos, en una persecución implacable. De hecho, se trata de dos hombres antagónicos pero que matan con el mismo aplomo, si bien uno lo hace fuera de la ley mientras el otro lo hace legalmente. Disfrutando de un puro habano tras cada captura. Ese recorrido violento, expresado mediante escenas que van mostrando alternativamente las andanzas de ambos, deja no pocos momentos de regusto amargo, tanto en lo que se refiere a Dilinger como en lo que respecta a Purvis, cazador de atracadores de bancos. En el fondo, es un film áspero pero cargado de romanticismo, pues las correrías del apuesto gánster, disparaban las simpatías del populacho, pues los malos eran los banqueros (poder económico) y la policía (poder represor), los buenos eran aquellos que desvalijaban las arcas que tenían el dinero del pueblo. No olvidemos que el país se hallaba sumido en una gran crisis económica y de trabajo.
Antonio Morales
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