Al ver hoy la última cinta de Tarantino, me veo obligado a decir que el director ha vuelto en plena forma. Se acerca a ese Tarantino brillante de Pulp Fiction pero con una elegancia salvaje de Tarantino que roza, según creo, la genialidad.

Con un Brad Pitt alejado de esa figura de galán, y se transforma en un verdadero canalla sádico y brusco.
Un Hitler llevado por Tarantino al extremo de la caricatura que ya hiciera Chaplin en el Gran dictador, ridículo, miedoso y ruin a más no poder.

Además de sobresalir, ante todo el personaje del Coronel Nazi Hans Landa, que da un tono sarcástico e irónico de los Nazis. Un verdadero Bastardo pero con la elegancia y la pose que a los Bastardos del pelotón que da titulo a esta cinta, carecen.

Y un aviso: No es una visión realista de la Segunda Guerra Mundial. Es lo que pasaría en el Universo de Quentin Tarantino.