Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
9
Comedia Unos días antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), a Cluny (Jones), una joven apasionada de la fontanería, la envía su tío a servir como criada en una rica mansión inglesa. La vida como sirvienta es dura, pero sus días los alegra un refugiado checo (Boyer), invitado de los dueños de la mansión, que ha huido del nazismo. Ambos se identifican como "almas desplazadas", pero ella no quiere nada romántico con su agradable nuevo amigo. (FILMAFFINITY) [+]
1 de mayo de 2010
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lubitsch era un mago del humor. Entre los diálogos más ingeniosos y divertidos que he escuchado nunca están los de algunas de sus comedias. Ese hombre tenía un don, un don extraordinario para hallar el toque exacto de ironía, surrealismo e irreverencia disfrazados de impecable elegancia, soltura y un barniz siempre travieso y juguetón. Sin despeinarse criticaba con simpatía los tiempos en los que le tocó vivir y en los que eclosionó en un magnífico cineasta. El fascismo arrasó medio mundo, el comunismo implantaba el terror, algunos de los del lado de los aliados ostentaban cierto aire de prepotencia… Uno tras otro pasaron por el filtro acusador de un director que no fue en absoluto indiferente a los graves desatinos de una Humanidad bastante ida de la azotea.
Él dirigió su particular gancho de izquierda, como otros lo hacían, y lo bordó de la manera que le sentaba como un guante: provocando la risa.
“El pecado de Cluny Brown” es, entre otras cosas, una mordaz sátira de las costumbres puritanas, sobre todo de las inglesas. La flema británica, la ceremoniosidad ampulosa, la altivez, la arrogancia y la rígida distinción de clases son puestas en entredicho y desmitificadas, sirviéndose de dos personajes muy apropiados para echar abajo los protocolos y las convenciones: la expansiva Cluny Brown, y el aventurero Adam Belinski. En derredor, estupendos secundarios. Y atención al mayordomo y al ama de llaves, los dos prototipos británicos más recalcitrantes.
La señorita Brown representa lo que una dama inglesa no debe ser. Charla por los codos, es imaginativa, romántica, inquieta, alegre, cariñosa, emprendedora, dice lo que piensa y no se resigna a que la sociedad le designe un puesto inamovible. Conoce los rudimentos de la fontanería y no vacila en arremangarse y ponerse a arreglar cañerías, afición que escandaliza y arranca gestos de reprobación.
Por su parte, Belinski es un disidente del nazismo fugado de Checoslovaquia poco antes de que estalle la guerra en Europa. Su carácter es altamente compatible con el de Cluny. Soñador, encantador, simpático, hablador, muy divertido, yendo a la deriva y disfrutando cada momento pese a no ocupar un lugar fijo en ninguna parte. Adam y Cluny son dos especímenes raros, dos náufragos que han arribado por casualidad a la misma isla. Podrían estar hechos el uno para el otro, pero mantienen un pacto de amistad mientras ella prueba suerte tratando de integrarse y amoldarse al sitio que supuestamente le corresponde…
Él la querrá en secreto, aguardando a que ella busque su lugar arrojando ardillas a las nueces y arreglando todas las cañerías que se le antojen, cogiéndole dentera al ruiseñor que cada amanecer canta bajo su ventana, y riéndose una vez más con los muchos detalles dignos de hilaridad que hay en cada nuevo día.
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow