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Drama. Comedia
Biografía del campeón de boxeo James J. Corbett. Conocido como 'Gentleman Jim', Corbett se convirtió en el primer campeón del mundo de los pesos pesados en 1892, cuando derrotó a John L. Sullivan, tras la entrada en vigor de las llamadas reglas de Queensberry, que exigían la utilización de unos guantes hinchados para proteger los nudillos, un cuadrilátero con unas medidas determinadas y establecían la duración del combate... En Estados ... [+]
23 de octubre de 2009
23 de octubre de 2009
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay tres cualidades que son las que realmente nos acercan a ese objetivo que parece haber sido colocado demasiado lejos de nuestro alcance: la autoestima alta, el optimismo y el tesón. También hay que añadir un cuarto factor, aunque éste depende más bien del azar: la suerte.
James J. Corbett, alias "Gentleman Jim", poseía esas tres cualidades, acompañadas de la buena suerte, que lo condujeron al éxito.
Nacido en San Francisco, en una familia de ascendencia irlandesa, era hijo de un cochero y se había criado entre una caterva de hermanos brutotes y pendencieros. Desde pequeño estaba más que acostumbrado a pelear, pues en su hogar y en su barrio las peleas a puñetazos eran no sólo un medio de desfogue de las afrentas, sino un entretenimiento que atraía a todo el vecindario.
Al mismo tiempo, el pugilismo o boxeo hacía furor entre las masas, y abundaban los combates y apuestas ilegales. A finales de la década de 1880, el marqués de Queensberry introdujo las normas actuales que incluían el uso de guantes acolchados, y la eliminación de los golpes bajos.
Corbett no se conformaba con una vida en el anonimato. Se esforzaba en seguir un camino diferente al del resto de su familia y de su clase social, sus modales eran refinados, se vestía con elegancia y era inmune al fracaso. Para el positivo Jim, no había nada que no pudiese alcanzar si se lo proponía. No le importaba que la alta sociedad de San Francisco (buena parte de la cual había comenzado, al igual que Jim, en los peldaños más bajos del escalafón) se empeñara en cerrarle las puertas. Él sabía que se los metería en el bolsillo haciendo lo que mejor sabía hacer.
Boxear.
"Gentleman Jim", el galante y encantador pimpollo lechuguino, revolucionó el mundo del deporte.
Raoul Walsh, basándose en la autobiografía del boxeador, desgrana un retrato sobre un ego bastante subido, interpretado con solvencia por uno de los grandes sex-symbols de los cuarenta, Errol Flynn. Uno de los actores con mayor aura aventurera del celuloide, que se adapta con comodidad a su personaje.
Los años no han pasado en balde por la película, eso sí; se nota cierto lastre debido a los estragos que el tiempo hace en algunas películas, y ésta resulta un poco afectada. Pero no tanto como para no disfrutarla. No me parece muy creíble ver a un boxeador que tras decenas de asaltos en el ring, casi nunca tenga ni un rasguño ni la nariz rota, y que parezca que en vez de boxear se dedique al cultivo de magnolias, pero bueno... Se deja pasar. Imagino que había que idealizar un poco la imagen del seductor petimetre, y sacarlo en pantalla con la cara hecha unos zorros no cuadraría con dicha imagen. Por otro lado, los combates tampoco me convencen del todo. Me da la impresión de que Errol actúa bien en ellos, pero sus contrincantes lo hacen bastante lamentablemente. Y se supone que hacen de campeones. Pero las exigencias del guión serían así.
James J. Corbett, alias "Gentleman Jim", poseía esas tres cualidades, acompañadas de la buena suerte, que lo condujeron al éxito.
Nacido en San Francisco, en una familia de ascendencia irlandesa, era hijo de un cochero y se había criado entre una caterva de hermanos brutotes y pendencieros. Desde pequeño estaba más que acostumbrado a pelear, pues en su hogar y en su barrio las peleas a puñetazos eran no sólo un medio de desfogue de las afrentas, sino un entretenimiento que atraía a todo el vecindario.
Al mismo tiempo, el pugilismo o boxeo hacía furor entre las masas, y abundaban los combates y apuestas ilegales. A finales de la década de 1880, el marqués de Queensberry introdujo las normas actuales que incluían el uso de guantes acolchados, y la eliminación de los golpes bajos.
Corbett no se conformaba con una vida en el anonimato. Se esforzaba en seguir un camino diferente al del resto de su familia y de su clase social, sus modales eran refinados, se vestía con elegancia y era inmune al fracaso. Para el positivo Jim, no había nada que no pudiese alcanzar si se lo proponía. No le importaba que la alta sociedad de San Francisco (buena parte de la cual había comenzado, al igual que Jim, en los peldaños más bajos del escalafón) se empeñara en cerrarle las puertas. Él sabía que se los metería en el bolsillo haciendo lo que mejor sabía hacer.
Boxear.
"Gentleman Jim", el galante y encantador pimpollo lechuguino, revolucionó el mundo del deporte.
Raoul Walsh, basándose en la autobiografía del boxeador, desgrana un retrato sobre un ego bastante subido, interpretado con solvencia por uno de los grandes sex-symbols de los cuarenta, Errol Flynn. Uno de los actores con mayor aura aventurera del celuloide, que se adapta con comodidad a su personaje.
Los años no han pasado en balde por la película, eso sí; se nota cierto lastre debido a los estragos que el tiempo hace en algunas películas, y ésta resulta un poco afectada. Pero no tanto como para no disfrutarla. No me parece muy creíble ver a un boxeador que tras decenas de asaltos en el ring, casi nunca tenga ni un rasguño ni la nariz rota, y que parezca que en vez de boxear se dedique al cultivo de magnolias, pero bueno... Se deja pasar. Imagino que había que idealizar un poco la imagen del seductor petimetre, y sacarlo en pantalla con la cara hecha unos zorros no cuadraría con dicha imagen. Por otro lado, los combates tampoco me convencen del todo. Me da la impresión de que Errol actúa bien en ellos, pero sus contrincantes lo hacen bastante lamentablemente. Y se supone que hacen de campeones. Pero las exigencias del guión serían así.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La fotografía es un elemento a destacar. Magnífica, nítida y próxima. No se sale de lo convencional, pero aporta acción y energía en las escenas de lucha, como esas instantáneas de los pies danzarines de Errol.
Corbett, hombre de mundo, vanidoso, listo y empecinado en hacerse notar, y deportista duro al que no se le caían los anillos en el cuadrilátero.
Divertida y entretenida versión cinematográfica del ascenso al triunfo de un soñador. Un poquito apolillada, pero potable.
Corbett, hombre de mundo, vanidoso, listo y empecinado en hacerse notar, y deportista duro al que no se le caían los anillos en el cuadrilátero.
Divertida y entretenida versión cinematográfica del ascenso al triunfo de un soñador. Un poquito apolillada, pero potable.