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Voto de Vivoleyendo:
10
Drama Narra la relación entre el célebre astrofísico Stephen Hawking y su primera mujer, Jane, desde que ambos se conocieron siendo estudiantes en la Universidad de Cambridge a principios de los 60 y a lo largo de 25 años, especialmente en su lucha juntos contra la enfermedad degenerativa que postró al famoso científico en una silla de ruedas. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2015
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta sí es la película del año. Desde luego que para mí la historia de un actor que quiere huir de su pasado hollywoodiense (“Birdman”) no tiene parangón con este biopic de Stephen Hawking, que abarca las décadas que pasó junto a su primera esposa.
Redmayne es Hawking. Se ha mimetizado en el eminente científico de tal manera que me olvidé del actor y sólo tenía delante a aquel muchacho brillante al que un día, a los veintiún años, le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica y le vaticinaron un par de años más de vida. Por entonces ya salía con Jane Wilde y ella tomó una decisión que no cualquiera tomaría a los veinte años ante una perspectiva tan dura. Ella no tenía ninguna obligación moral para con él. Era libre de tomar otro camino. Fue puesta a prueba a una edad y en unas circunstancias en las que muchos saldrían corriendo. Es comprensible que uno no tenga el grado de madurez requerido o que el amor no sea lo bastante fuerte.
Jane demostró que poseía ambas cosas. Decidió permanecer a su lado durante el tiempo que le quedara. Lo acompañó en los pasos de su deterioro físico, en los momentos de desaliento, y le dio hijos y muchos días felices.
Stephen, como a menudo ocurre, sorprendió a la ciencia y se empeñó en vivir, superando todas las expectativas. Él es una de las mentes más preclaras del mundo, un astrofísico y divulgador que, como científico acérrimo, no cree que haya respuestas divinas y sobrenaturales, y yo estoy de acuerdo. Seguramente el caso de su tenaz supervivencia no se deba a nada divino ni sobrenatural, pero entonces, quizás como ocurre con todos esos fenómenos del universo para los que aún no poseemos respuesta, el hecho de que lleve más de cincuenta años resistiendo a una enfermedad mortal de necesidad debe de esconder algún motivo que todavía desconocemos. O, como yo sí puedo admitir, puede que la ciencia sea insuficiente. Si la voluntad de seguir aferrados con uñas y dientes a este mundo es muy fuerte, si uno cree firmemente que todavía no le ha llegado la hora, si el amor por la vida es tan inmenso que se incrusta en cada una de las enfermas células... ¿Puede ser eso un motor para sobrevivir? ¿Puede haber una respuesta no científica, no divina, no sobrenatural? ¿Tiene él una explicación para sí mismo?
Vio crecer a sus dos hijos, incluso tuvo otro más mucho después. Todos los esquemas se readaptaron. ¿Estaba la fortaleza de Jane preparada para aguantar más allá de los dos años pronosticados? Sí, lo estaba. Pero el cansancio empezó a hacerle mella. Necesitaba a alguien que los ayudara a tiempo completo y por el momento no podían permitirse una enfermera las veinticuatro horas. ¿O se trataba del callado orgullo de Stephen, al que le dolía tanto sentirse como una carga y comprobar día a día su propio declive? ¿Le aterraba dar el paso que suponía reconocer abiertamente que era un ser completamente dependiente?
La verdad es que quien está sano no puede saber cómo debe de sentirse eso. Sentirte dentro de una cárcel en tu propio cuerpo.
Por fortuna, la ELA no afecta a las funciones cognitivas, y Hawking siguió regalándonos sus teorías . Y conservó su esperanza y su tenacidad.
Jane, de una forma u otra, ha permanecido a su lado, siempre. Su amor mutuo evolucionó y, aunque se les agotara el motor que mantiene un matrimonio, la amistad perduró.
En la singularidad del espacio-tiempo... Tal vez Hawking sueña con volver atrás, antes de todo, antes de su propio tiempo, hasta aquel pub en el que la conoció y él era un chico con un cuerpo que le respondía, ya con cierta torpeza, pero era como cualquiera, con la única diferencia de un cerebro privilegiado.
Ojalá esté a tiempo de descubrir esa ecuación que explique el todo. Y si no, seguro que sonreirá con picardía pensando en el reto que ha dejado para las generaciones futuras.
Hermosa fotografía, preciosa banda sonora (cómo me gustó que incluyeran la pieza “Arrival of the birds” de The Cinematic Orchestra), un increíble Eddie Redmayne y una genial Felicity Jones para el drama romántico más bello de 2014.
Y sí, ésta es la película del año.
Vivoleyendo
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