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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama. Aventuras Basada en la historia real de Aron Ralston, un intrépido montañero y escalador norteamericano que se hizo famoso porque en mayo de 2003, durante una escalada por los nada transitados cañones de Utah, sufrió una caída y quedó atrapado dentro de una profunda grieta. Tras varios días inmovilizado e incapaz de encontrar una solución alternativa, tuvo que tomar una dramática decisión. (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estilo excesivamente videoclipero me ralla un poco, pero aparte de ese escollo la historia del accidente del escalador Aron Ralston está bien narrada, con ese sello Boyle capaz de convertir cinco días de desesperación en toda una reflexión sobre la vida y la supervivencia.
James Franco fue una acertada elección para meterse en la piel del temerario aventurero que, tras quedarse atrapado en los impresionantes cañones de Utah, aprende lo valioso que es lo que está a punto de perder, el tesoro que han sido sus veintiocho años acompañado del amor de sus padres, de su hermana y de sus amigos.
Como nos ocurre siempre cuando ya han sucedido las desgracias, se da cuenta de los muchos errores que ha cometido, de las tonterías y omisiones que lo han conducido a una enloquecedora soledad con una roca aprisionándole el brazo derecho, una franja de cielo muy arriba, hormigas, un cuervo que vuela por el mismo lugar cada mañana, unos rayos de sol que penetran en la hondonada durante quince minutos al día, y los objetos que lleva en la mochila. Lo mucho que lamentaría aquella llamada de su madre que no devolvió, aquella soberbia de creerse un superhéroe y marcharse solo como una cabra sin avisar a nadie, sin dejar las señas de su paradero, fingiéndose un inmortal que podía vencer todas las montañas, todas las grietas.
La grieta en la que ha caído es, literalmente y figuradamente, la más honda de su existencia, y en ella, mientras ve pasar sus recuerdos, sus deseos y sus delirios, mirando de frente el final, el furioso instinto de conservación que incluso la más frágil criatura viva lleva dentro va a pelear hasta el último recurso. Paradójicamente, según cuentan uno nunca se siente tan aferrado a los latidos de su corazón, a las sensaciones de su cuerpo palpitante, ni al hambre de la consciencia y de la identidad como cuando ve ante sí la certeza de que todo se va a acabar, pero también una posibilidad, por pequeña que sea, de burlar la derrota. Luchar contra el fin es semejante a un renacimiento, es mirar con ojos distintos.
Aron, como la mayoría de estos individuos ciegos y confiados que somos, se fingía eterno, invencible. Y, como los que de repente miran el cronómetro vital y leen con exactitud las horas que les quedan, asimiló la enseñanza. Ojalá hubiera devuelto todas las llamadas, siempre. Ojalá hubiera dicho “Te quiero” todos los días.
Vivir, el mayor deporte de riesgo.
Vivoleyendo
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