En Budapest, Hungría, nació en 1874 Ehrich Weiss, de origen judío. Siendo muy pequeño, toda su familia se trasladó a Estados Unidos. Para ayudar a mantener a su familia, ejerció todo tipo de trabajos y fue aprendiz de diversos oficios. Se interesó mucho por un libro en el que se hablaba de un mago llamado Robert Houdin. Desde entonces, supo que quería ser mago y adoptó el nombre artístico de Harry Houdini.
Y acabaría siendo el mago más famoso de todos los tiempos. Redefinió y reinventó diversas ramas de la magia tradicional, destacando sobre todo en sus números de escapismo, en los que llegó a alcanzar una destreza y espectacularidad sin precedentes. Houdini, tan apasionado por su vocación, sabía que para ser un mago excepcional precisaba una extraordinaria preparación física y mental, y carisma para ganarse y seducir al público. Supo aunar todos los factores que lo convirtieron en un fenómeno de masas. Daba al público lo que éste más ansiaba y aplaudía: sensación de riesgo y peligro mortal, tensión e ilusionismo deslumbrante.
Pero Houdini también fue un detractor absoluto de los espiritistas, a los que consideraba simples charlatanes cazafortunas. Desafió a muchos de ellos y se burló de sus burdos trucos y patrañas para engañar a los crédulos.
La película posee un interesante punto de partida, basándose en el desprecio del mago hacia los espiritistas y médiums. Dirige un desafío: quien sea capaz de contactar con su madre fallecida (por la que él sentía un profundo y, según se dice, enfermizo afecto) y revelar las últimas palabras que ella pronunció en su lecho de muerte, que él ha transcrito en papel y que permanecerán guardadas en una caja de seguridad en Edimburgo, ciudad en la que hace escala para ofrecer sus espectáculos, recibirá diez mil dólares como premio. Obviamente, tal desafío es una burla, aunque en la película él secretamente desearía que realmente existiese un médium auténtico entre tantos charlatanes, por su intenso deseo íntimo de creer que su madre no se ha marchado completamente.
Mary MacGarvey, una hermosa e inteligente farandulera que actúa en espectáculos de ilusionismo y "espiritismo" junto con su avispada hija para ganarse la vida, admira al gran Houdini. Al saber que éste va a hacer escala en Edimburgo y plantear su reto a los supuestos médiums, ella decide aceptarlo y hacer todo lo posible para convencer al mago de su "autenticidad" y lograr los diez mil dólares, que bastarían para sacarlas de apuros.
Mary se presenta ante Houdini y éste queda hechizado por su belleza, su inteligencia y su aura misteriosa... Reconoce en ella a una mujer fascinante y a una formidable adversaria en cuanto a sus dotes para cautivar, dotes que él mismo posee.