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Voto de Karlés Llord:
7
Romance. Drama. Ciencia ficción Un escritor que creía escribir sobre el futuro, en realidad estaba escribiendo sobre el pasado. En su novela, un misterioso tren salía de cuando en cuando con dirección al año 2046. Todos los que subían a él lo hacían con el mismo propósito: recobrar los recuerdos perdidos. Se decía que en 2046 nada cambiaba. Nadie sabía a ciencia cierta si eso era verdad, porque ninguno de los que viajaron regresó jamás. Con una excepción. Él estuvo ... [+]
26 de julio de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cito un fragmento de la crítica de esta película que aparece en el notable libro de Héctor Soto, "40 años de Cinefilia", publicado hace poco en Chile por Epicentro-Aguilar:

"2046 es una película que está al borde. Al borde la confusión, al borde de la hipnosis, al borde del ridículo, al borde del núcleo central del lirismo, al borde de los confines más remotos del sueño y la imaginación..."

Existen puntos, alephs, centros magnéticos, islas, puertas duchampianas, cuartos numerados con cifras usurpadas a siglos, relojes de memoria y no de tiempo, y a partir de esos aparatos exóticos, comunes, atemorizantes, enquistados en la psiquis humana como flores perversas y aún no catalogadas, se crean las obras de arte que se arriesgan a contar la misma historia de siempre con un nuevo acento.

Agradecemos que una historia como esta se cuente sin pistolas ni sangre artificial. Ni más ruidos que los emitidos por las caracolas del cerebro humano afiebrado, atrapado entre nudos de realidad y nudos de irrealidad.

Un laberinto chino, como el convocado por Borges en su cuento 'El jardín de senderos que se bifurcan', resulta ser esta película novedosa y clásica en su artesanía.

"Un creciente laberinto..que abarcara el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo los astros..."

Un invisible laberinto de tiempo, donde cada espasmo neuronal provoca el concomitante relieve en la piel de la amada.

Una fuga ultracanónica, a lo Bach, pero con agujeros Strawinsky y Hindemith y hasta Xenakis.

Una hermosa utopía oriental, pretenciosa y ambigua, con más textura en sus periferias desiertas que en su territorio amoblado.
Karlés Llord
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