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Voto de travis braddock:
5
Drama Narra la historia de Margaret y Walter Keane. En los años 50 y 60 del siglo pasado, tuvieron un éxito enorme los cuadros que representaban niños de grandes ojos. La autora era Margaret, pero los firmaba Walter, su marido, porque, al parecer, él era muy hábil para el marketing. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces se da el caso de que hay una historia y unos implicados en ella que hacen presagiar una gran película, pero luego la cosa no se acaba de rematar. Los personajes de grandes ojos de los cuadros de Margaret Keane pueden hacernos pensar en esos atormentados personajes de Tim Burton, así que nadie más indicado que él para dirigir. El guión lo firman Scott Alexander y Larry Karaszewski, especializados en biopics de personajes bizarros, que ya colaboraron con Burton en "Ed Wood" (posiblemente la obra maestra de su director) y están detrás de otros no menos celebrados como "El escándalo de Larry Flynt" o "Man on the moon". Y luego dos actores de capacidad demostrada, como son Amy Adams y Christoph Waltz, para dar vida a los protagonistas. ¿Pero qué es lo que queda al final? Pues una película no demasiado satisfactoria.

Cuando uno ve "Big Eyes" sabe que es de Tim Burton porque así lo indican los créditos, pero no porque se note la mano de su director tras la cámara. La acción se desarrolla en la soleada California y tiene el colorismo propio (con la colaboración del director de fotografía Bruno Delbonnel, habitual del cine de Jean-Pierre Jeunet) de las ambientaciones de los años 50 y 60, así que no cabe esperar rastro de oscuridades. Esa luminosidad visual no es un defecto en sí misma, como sí lo es la falta de claroscuros con la que se definen los personajes. Vemos que Walter Keane es un negado para el arte que sin embargo tiene el don de ganarse a los demás con su verborrea, mientras que Margaret es más retraída, de valores tradicionales y cree que una mujer debe ser fiel y obediente a su esposo, aunque eso la limite. Pero todo ello está retratado con escasos matices, donde buenos y malos lo son de forma demasiado simple, que puede servir si aceptamos "Big Eyes" como un cuento moral de fácil digestión. Un cuento que deja muchas ideas en el aire sin ser exploradas con una profundidad que le habría venido mucho mejor al resultado final.

Una de esas ideas es el juego que propone Burton, voluntaria o involuntariamente, con la figura del crítico furibundo hacia la obra de los Keane. El siempre estupendo Terence Stamp encarna a un personaje que detesta el éxito de esos cuadros de niños de ojos grandes por considerarlos kitsch y pueriles, una crítica que algunos han hecho al cine del propio Burton, casi siempre bien recibido por el público como lo son los cuadros de los protagonistas. Uno de los pocos puntos de fuga de una película que solo parece hacer notar la presencia de sus artífices en su tramo final, cuando empieza la reclamación de la autoría de los cuadros y que da lugar a escenas como la del juicio, que rompen algo con el fácil academicismo del resto del metraje.

En cuanto a los actores, Amy Adams cumple sin grandes alardes con un personaje que podría haber dado mucho más de sí y Christoph Waltz no acaba de dar con la tecla del suyo, que en algunos momentos incluso recuerda a los momentos más sobreactuados de su célebre Hans Landa de "Malditos bastardos". Todo ello para una película que se deja ver, que no aburre, pero que tampoco deja huella en lo que viene a ser un biopic al uso, con su arco narrativo de ascensión, caída y redención y letreritos antes de los créditos finales que nos cuentan que pasó con los protagonistas. Haciendo un símil pictórico, este cuadro es un Burton que podría ser obra de cualquier otro.
travis braddock
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