No sabía qué iba a ver. Es algo que me encanta hacer en ocasiones, dejarme sorprender por una película sin saber nada de ella en absoluto. A veces me sorprendo positivamente, a veces la sorpresa no es muy grata. Y, en muy raras ocasiones, la decepción, frustración y sensación de pérdida de tiempo es tremenda. Así me he sentido tras las más de dos horas y cuarto de metraje. No sabía qué iba a ver y… me temo que no sé qué acabo de ver.

No voy a tratar de realizar una sinopsis pues aportaría poco valor como opinión, pero en el caso de esta película, hasta me costaría hacerla por no encontrarle demasiado (eufemismo) sentido.

Encuentro que es una amalgama de estilos cinematográficos (sátira, comedia, crítica, apocalíptica, misterio, surrealismo…) que no llegan a buen fin, ni cumplen con las premisas de cada uno de ellos. En cuanto a los personajes, cuesta identificarse con ellos o empatizar, pues actúan con cierta vaciedad y alienación, en mi humilde opinión.

La trama (por decir algo) creo que trata de acometer una serie de cuestiones filosóficas de forma poco acertada, poco verosímil y un tanto simplista, que lejos de hacernos pensar o alimentar nuestras mentes para un coloquio posterior a la película, nos aburre sin remisión.

Lo positivo… no haber pagado una entrada en el cine, pero las dos horas y cuarto de mi vida robadas no me las devuelve nadie. Mañana ya habré olvidado el título y el contenido de la cinta.