Kenneth Branagh es un artista interesante, le debemos bastantes buenos acercamientos al universo de Shakespeare, entre otros méritos pero, precisamente por ello, no deja de ser curioso como no ha logrado (a mi modesto juicio) acercarse a ese Thor pretencioso y casi homérico en sus diálogos de Stan Lee y Jack Kirby.

Con un presupuesto muy notable, "Thor" se encuentra bien encarnado por Chris Hemsworth, quien físicamente da el tipo asgardiano de una forma que otros solamente podemos ver con sana envidia. También se ha logrado que no resulte nada ridículo creer que este héroe puede ser temible lanzando un martillito... Se logra, de hecho, en los momentos de acción, son lo mejor de la cinta.

No obstante, da la sensación, de que las dos dimensiones, Branagh ha escogido la incorrecta, la parte terrenal y menos mitológica del universo de uno de los personajes Marvel más importantes y peculiares por esa condición de hijo de Odín. Un tuerto y furibundo padre de todos interpretado por un artista de tintes ejemplares, Anthony Hopkins, quien sin embargo aquí parece muy sobre-actuado y bastante más arrogante que su propio hijo.

Otros miembros del reparto, como Natalie Portman, parecen fuera de onda, casi como si el asunto no fuera con ellos. Tom Hiddleston, por su parte, tuvo que esperar a la llegada de "Los Vengadores" para disfrutar (y hacernos disfrutar) con un Loki mucho más malicioso y espabilado: en cuanto a "El Destructor", afirmar que es bastante fiel a los cómics.

En definitiva, una simpática obra para fans pero que adolece de la adrelanina que tienen otras producciones de Marvel o la mayor profundidad que por ejemplo tiene el Batman de Nolan. Es una más de súper-héroes, en vez de ser el Thor shakespiriano que creo Branagh hubiera podido lograr, tal vez de no haber estado supeditado a los dictados de la franquicia.