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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
8
7,6
7.871
Animación. Drama. Bélico Jim y Hilda Bloggs son una pareja de jubilados que viven en una remota zona rural de Gran Bretaña poco antes del inicio de una guerra nuclear. Profundamente patriotas, tienen absoluta confianza en su gobierno y se han informado sobre todo de qué es necesario hacer en caso de que el enemigo ataque su país. Jim ha leído los folletines oficiales sobre la bomba atómica, e inicia la construcción de un refugio que les protegerá en caso de una ... [+]
11 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine de los ochenta aún se respiraba la inquietud reinante en décadas pasadas ante el temor de una guerra nuclear. Los hijos cinematográficos de la guerra fría nos ofrecían mundos apocalípticos que reflejaban, sobre todo en el fantástico, el temor reverencial al fin del mundo y la supervivencia de la Humanidad después del holocausto nuclear. Desde la trilogía “Mad Max” de George Miller, pasando por “El día después“ (1983) o rarezas como “Cartas de un hombre muerto” (1986) y, ¿por qué no?, el futuro post-nuclear de “Terminator” (1984), se encuentra entre medias este largometraje de animación, dirigido por el ya desaparecido Jimmy Murakami, que supone una concepción nueva y más cercana de esos futuros de celuloide.

“Cuando el viento sopla” es, quizás, el alegato antibelicista más sentido, espeluznante y sobrecogedor que se haya hecho nunca sobre los efectos de una guerra nuclear. El filme se centra íntegramente en una pareja de ancianos que viven en una casa en medio del campo en algún lugar de Gran Bretaña. Jim, un jubilado, está pendiente de las noticias acerca de un inminente ataque con misiles nucleares por parte de los rusos, y se dedica a hacer un refugio casero antimisiles siguiendo las instrucciones de un panfleto del ayuntamiento. Su mujer, Hilda, está más pendiente de las labores del hogar que de otra cosa, pero deja hacer a su ocioso esposo.

Toda la película se centra en diálogos entre el matrimonio. Jim, por un lado, explicando a Hilda todos los pormenores de la situación, sus causas y consecuencias, con la única ayuda del sentido común, y Hilda atendiendo el hogar y a su querido y confiado esposo. Ambos han vivido dos guerras mundiales y las recuerdan incluso con añoranza, pero son incapaces de comprender la magnitud de las nuevas armas de destrucción. Las conversaciones son cotidianas, sencillas y carentes de efecto dramático en sus palabras, pero es precisamente eso lo que hace de “Cuando el viento sopla” una obra terriblemente emotiva: el permanecer juntos ante la adversidad y la ignorancia, preocuparse por los quehaceres cotidianos a pesar del horror, tener confianza en que su país se acordará de ellos… es el paso de las horas, la preocupación de Jim por el bienestar de Hilda, y la sensación de que todos y cada uno de nosotros haríamos prácticamente lo mismo en esa situación, lo verdaderamente desgarrador de la obra.

Murakami desarrolla la película mezclando la animación con la imagen real para lograr más realismo y verosimilitud. La casa del matrimonio es el único escenario donde se desarrolla toda la historia. Hay pinceladas de escenas referidas a momentos en la imaginación de cada uno de los protagonistas para evitar caer en una monotonía escenográfica, que se agradecen. La banda sonora, simplemente correcta, acompaña sin estridencias, aunque las canciones de David Bowie no sean precisamente acertadas.

En definitiva, estamos ante una obra importante, dura, seria y sincera, que explora como ninguna otra el lado más humano de nosotros, el que nos da la rutina. Aunque el fin del mundo entre por las ventanas, el ser humano siempre será un animal de costumbres. Imprescindible.
Richy
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