Como sempiterno aficionado al género de ciencia-ficción, esta película me ha satisfecho y me ha decepcionado a la vez.

Satisfacción: Proyas sabe rodar ambientes inquietantes. La oscuridad de esta "Dark City" es densa, como un ente vivo que se arrastra por la ciudad y rodea cada esquina, cada rascacielos y cada ser vivo. Los Ocultos, como heraldos del temor o símbolo del auténtico poder que mueve los hilos por encima de los gobernantes títeres, suponen una presencia casi onírica e irreal que repta por un mundo sumido en unas tinieblas eternas.

Muchos identifican a John Murdock (Rufus Sewell) con el Neo de "Matrix". Murdock es más que un "elegido", es el representante de la ira inconsciente del pueblo que no desea ser controlado. Si bien las metas de ambos son parecidas, sus métodos no lo son, al igual que no lo es la magnífica estética cercana al cine negro que respira esta cinta. La acertada introducción del personaje de William Hurt y de la sensual Jennifer Connelly alimenta esa sensación de convivencia entre el cine negro y el cyberpunk.

Decepción: Proyas deja algunos detalles que sonrojarían al más acérrimo seguidor del género (ver Spoiler). Además, la actuación de Kiefer Sutherland está fuera de lugar con la tónica general del filme, a pesar de que su personaje sea tan esencial para la comprensión de la trama.

En definitiva, estamos ante un conseguido ejercicio de estilo y un filme con sustancia que podría haber supuesto una obra de aún mayor calidad, pero su resultado final bien merece un buen visionado.