Una de aventuras y de tres horas, con el egocéntrico, prepotente y tan genial como rechazable Brando retozando dentro y fuera de la pantalla con hermosas tahitianas.
Pese a que Milestone quiere poner un buen ritmo y rodar con pulso esta rebelión de la tripulación del Bonuty, le queda un film hinchado, ocasionalmente épico y realmente aventurero, verdaderamente largo y posiblemente hueco. Me queda por ver la versión de Frank Lloyd de 1935, que para empezar logró el Oscar a la mejor película de ese año y dura casi una hora menos.
Lo mejor: los parajes tahitianos.
Y es que tres horas con Brando son muchas horas (sus genialidades en "El padrino" o en "Apocalypse now" son gracias a sus episódicas apariciones).