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A quemarropa

Thriller. Drama Después de haber dado un golpe muy lucrativo, un hombre es traicionado por su esposa y por su mejor amigo. Ambos lo abandonan, dándolo por muerto, en una celda de la abandonada prisión de Alcatraz. Años después, intentará vengarse y recobrar su parte del botín. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
18 de enero de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepcionante película de corte gangsteril ubicada en Los Ángeles y San Francisco. Traición y venganza son los ejes en los que gira esta película. Sus protagonistas Lee Marvin y Angie Dickinson, considero que no estaban muy en forma en 1967, sobre todo ella, madurita cañon dándoselas de jovencita. Poder ver y disfrutar del entorno de Los Ángeles de aquellos años es para mi el único aliciente de esta película, no mejor en su argumento y desarrollo que cualquier telefilm policíaco de su misma época.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vanden Plas
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10 de diciembre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fría, desapasionada y lacónica. Su esquematismo es al mismo tiempo virtud y defecto. Virtud porque "A quemaropa" no se anda con entelequias y su vengativo protagonista va directo al grano, pero al mismo tiempo su planteamiento simplista roza lo infantil.

Me divierte ver los efectos del paso del tiempo sobre el cine y admiro aquellas películas que siguen siendo convincentes veinte años después de su estreno. No es el caso de "A quemarropa" que acusa excesos propios de su generación. Los reiterados flashbacks con su pesadez psicológica pudieron verse, en su momento, como una modernidad pero ahora son un estorbo que rompe el ritmo inútilmente. Son innumerables las situaciones que a día de hoy parecen inverosímiles. Tiroteos sin ton ni son al servicio de una venganza poco motivada que no parece responder tanto a la lógica como al entretenimiento.

"A quemarropa" pasará a la historia por su estusiasta voluntad de reflotar el género negro, que había tocado fondo. Nos queda Lee Marvin y su rostro de lechón en una película de factura impecable, colores saturados y escenarios lujosos que debian ser el último grito de la moda de los años sesenta...como esos trajes oscuros que ahora asociamos a Tarantino.
Robert Denigro
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10 de mayo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver en el Canal 13 "A quemarropa". La he visto por cuarta y quinta vez. Y en cada ocasión me parece una película más banal. La verdad es que está muy sobrevalorada. Salvo por Lee Marvin, y las pocas escenas que le dan a Angie Dickinson, el resto es más flojo de lo que parece. La historia no deja de ser muy convencional, y la trama está muy mal contada. Es el problema de las transiciones. Es un film importante porque ayuda a entender las mierdas que nos hemos tragado a partir de los años '80. Porque a mí me gustan mucho más los clásicos que revisitan el cine negro en los '70, tipo "Chinatown". Y si se me apura, hasta me gusta más que esta "Adios, mucheca". Mañana hacen "La noche se mueve" que también es mejor.
Bayoneta66
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20 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela de Donald Westlake "The Hunter", bajo el seudónimo de Richard Stark, John Boorman rueda su ópera prima, demostrando que es capaz de amalgamar todas las corrientes de vanguardia del cine independiente de los años 60 y condensarlas en un thriller de venganza.

Así, la película es una narración densa, compleja en su estructura y repleta de elipsis, flashbacks y saltos temporales; junto a estos elementos narrativos de vanguardia, Boorman utiliza una fotografía también precursora e innovadora al emplear el desenfoque en el plano-contraplano, planos contracenitales, travellings y, un sinfín de recursos varios; además, si sumamos la música perturbadora y disonante de Johnny Mandel, tenemos un film, quizás el primero, que pueda ser considerado como un "neo noir" de vanguardia a lo "nouvelle vague".

Junto a todo esto, el lenguaje físico y sexual de la cinta, sobre todo en el momento en que Lee Marvin seduce a Angie Dickinson de una manera violenta perversa y desagradable, demuestra lo evolucionado y transgresor del formato de película ante el que nos encontramos.

Boorman debutó dejando el listón alto y consagrándose en su ópera prima como un director con sello personal en su forma y plasmación de las imágenes.

Además el argumento es bastante sólido y presenta una historia de venganza con engaños y trucos de por medio que funciona y se sigue con interés.

Un film imprescindible por todo lo comentado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Búhofilm
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26 de octubre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre se ha dicho que no hay algo tan peligroso como un hombre que no tiene nada que perder. Walker es un buen ejemplo; engañado, tiroteado, desplumado y dado por muerto...
Pero no está muerto, ni mucho menos. El condenado ha vuelto de la tumba, dispuesto a vengarse de aquellos que lo traicionaron y a recuperar el dinero que le corresponde: 93.000 dólares.

De entre los grandes autores de novelas negras, policíacas y sobre criminales, Donald Westlake se quedará en los primeros puestos, y su obra "The Hunter" como una de las mejores de su género, de la cual nació Parker, un personaje sinónimo del autor, quien firmaba como Richard Stark. Descrito como "corpulento, con anchos hombros, manos moldeadas en arcilla y una cara que era un trozo de cemento descantillado con ojos de ónix agrietado", Parker se convirtió en el antihéroe perfecto de la novela negra, un hombre hecho a la violencia que no conocía otra vida salvo la delictiva y que acabó protagonizando casi treinta títulos literarios.
La primera de sus aventuras ha servido de inspiración para muchas películas (valgan "Full Contact" o "Triple Cross" como ejemplos) y fue adaptada al cine en dos ocasiones. 32 años antes de que Brian Helgeland la llevase de un modo muy "light" con Mel Gibson a la cabeza, sería el inglés John Boorman, desconocido por aquel entonces y futuro director de "Excalibur" y "Deliverance", el que trasladaría de mejor manera al personaje de Westlake; la clave de ese honor fue sin duda Lee Marvin.

A Boorman, que conoció al actor mientras rodaba "Doce del Patíbulo", le fue fácil convencerlo para realizar una adaptación de la novela, aunque a ambos les gustaba tan poco el guión original que lo reescribieron y le dieron un enfoque totalmente distinto, lo suficiente como para ser llamado "adaptación libre"; gracias a Marvin, el director, que había debutado con una curiosa película ("Catch Us if you Can", un intento de repetir el éxito de la de los Beatles, "Qué Noche la de aquel Día"), pudo entrar en la industria hollywoodiense y contar con una gran libertad artística.
En esta ocasión Parker se llama Walker, y, tras perpetrar un atraco en la abandonada prisión de Alcatraz, es traicionado por su amigo Mal Reese (que no Resnick) y su esposa Lynn; le quitan su parte del botín, 93.000 dólares (45.000 en la novela), le disparan y le dejan tirado en una oscura celda. Para desgracia de ellos, Walker sigue respirando y, malherido, se arrastrará hasta escapar de la penitenciaría con un único objetivo: hacerse con el dinero que le pertenece y cargarse a Reese; para ello debe introducirse en la organización criminal en la que trabaja éste, algo muy difícil...pero Walker y su irrefrenable furor de venganza son imposibles de detener. El que haya pasado por la grata lectura de "The Hunter" no tardará en reconocer los cambios introducidos por Boorman y Marvin.

El lugar en el que disparan a Parker y donde se desarrollan los acontecimientos, los métodos usados por éste para llegar hasta los miembros de la organización, por no hablar de ese personaje introducido para proporcionar un romance al film: Chris, la hermana de Lynn. Queda poco de la novela, y su estilo, directo, crudo y sencillo, quizá respetado si hubieran llegado a adaptarla Don Siegel o Joseph H. Lewis adquiere un cariz nuevo. "A Quemarropa" se acerca más a las claves del "noir" (New York se cambia por Los Angeles, escenario por excelencia del cine negro en los '40), a las intrigas "nouvelle vague" de Melville o Godard y al exceso de Seijun Suzuki que al "thriller" convencional americano.
Gracias a una puesta en escena estilizada y cargada de virtuosismo (los intensos colores, las secuencias a cámara lenta, los sonidos en eco, los saltos temporales), Boorman convierte la vengativa cruzada de Walker en una especie de viaje alucinatorio que alía profundidad y locura, que nos arrastra al corazón de una pesadilla tan sórdida y perturbadora como sofisticada dentro de un mundo aparentemente normal, y típico de la novela negra (duros gángsters, mujeres fatales, engaños, traiciones), pesadilla que constantemente atormenta al protagonista ("¿fue un sueño?", se pregunta), haciéndonos sentir de primera mano su paranoia y la furia de su deseo de venganza.

Todas estas imágenes que alcanzan la línea de lo surrealista, llevan la visceralidad y la dureza de la historia a otro nivel. El criminal que sobrevivía a los disparos de Resnick parece haberse convertido aquí en una especie de ángel exterminador que regresa para hacer pagar a los culpables de su muerte, al igual que aquel sheriff vuelto a la vida como pistolero en "Infierno de Cobardes"; nada puede aplacar su furia, el fluir del mundo no le afecta, los recuerdos de quizá su otra vida le asaltan, sus pasos son un sonoro estruendo, aguanta los golpes impertérrito y cuando vuelve a Alcatraz, lugar donde murió, se desvanece entre tinieblas habiendo cumplido su misión.
Aportando su imagen de hombre impasible, decidido e indestructible, Marvin demuestra ser el candidato perfecto para interpretar al personaje, que queda como uno de los más emblemáticos antihéroes de la Historia del cine; tras él tenemos a una Angie Dickinson sensual y más bien irritante, con quien ya apareció en "Código del Hampa" (que guarda puntos en común con esta que nos ocupa), al siempre solvente John Vernon, recordado por sus colaboraciones con Clint Eastwood, como el repulsivo Reese, y a los correctos Carroll O'Connor, Michael Strong y Lloyd Bochner.

La fotografía de Philip Lathrop, la música de Johnny Mandel y el montaje de Henry Berman confieren al film un poder visual arrollador, que unido a su impetuosidad y contundencia conforman, aun si difiere de la novela en que se basa, un brillante "thriller" de acción y misterio, de los más importantes de la década de los '60, cuya influencia se apreciaría, tanto consciente como inconscientemente, en las obras de Peckinpah, DePalma, Soderbergh, Walter Hill o los primerizos Eastwood y Scorsese.
Chris Jiménez
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