Shame

Acabo de ver 'Shame', me ha parecido una gran obra, eso sí, deja una gran desazón. El drama crece progresivamente hasta desbordarte tú con el sentimiento de angustia convertida en rutina que padece el protagonista. Primero se nos muestra a un hombre que aparentemente parece haber logrado el éxito en la vida, posteriormente y de forma progresiva vemos a un hombre consumido en una angustia vital que ''mata'' con el sexo por el sexo; un gran contraste apariencia-realidad. Una crítica frontal a la alienación del hombre, una crítica a una sexualidad que refleja exactamente algo que todos deberíamos saber: el sexo por el sexo no es un placer.

Interesante segunda propuesta de Steve McQueen que aborda la vacía vida de un oficinista que utiliza el sexo como válvula de escape para huir de un pasado que solo podemos intuir mediante los detalles que el director nos va dejando a modo de pistas inconcretas. Hay que destacar antes que nada la tremenda interpretación de su personaje principal, ese Brandon al que un portentoso Michael Fassbender presta cuerpo y alma en uno de aquellos trabajos por los que será siempre recordado el actor alemán. Cada mirada, cada gesto es una dolorosa muestra de la desesperación que acompaña al personaje a lo largo del relato. Como complemento tiene a su hermana Sissy, tan desequilibrada emocionalmente como él y por activa o pasiva la causa de todos sus males. De su relación se extrae lo mejor de la película, enmarcada en una Nueva York fría y nocturna, paraíso de relaciones esporádicas e impersonales. Con unas cuantas escenas ejemplares (fantástica la de la seducción mediante miradas en el metro), McQueen teje un relato áspero abocado a un final fatal. El retrato de un hombre encerrado en su mismo deseo, incapaz de salir de una cárcel cimentada en sus propios sentimientos.

Lo mejor: Michael Fassbender.

Lo peor: se echa de menos algo más de riesgo en la propuesta.

La nueva película del realizador Steve McQueen ha pasado por el filtro de la polémica por el tratamiento de su sinopsis lineal. Y es que no es más que la película no es más que la cruda disección en la vida privada de un ciudadano normal, ligón y sexo-adicto que disfruta del porno en internet con las consecuencias que le acarrean en su seleccionado entorno; desde una hermana que irrumpe (Carey Mulligan) que irrumpe en la República Independiente de su Apartamento hasta su jefe de la oficina (James Badge Dale) con quien va de copas y de ligues pero le recrimina los porqués de tanta "porquería" en el disco duro de su ordenador de trabajo.

Es una película con un planteamiento duro, frío y gris como una piedra dentro de un bloque de hielo, pero no tan extrema como se ha promocionado. Incurrir, por así decirlo, a la vida privada de las personas, y más del personaje de Brandon Sullivan, tan frío como solitario y egoísta, flota como idea en éste film amenizado de largos planos para que el espectador se implique en el drama personal de su principal protagonista. Innegablemente esto es un acierto, el de situarnos en el límite de lo moral e inmoral en pleno siglo XXI. Sin tabúes ni prejuicios.

Lo Mejor: Carey Mulligan cantando “New York, New York”
Lo Peor: le sobra algún plano

Shame es una película que recauda premios y nominaciones, sobre todo para Fassbender, que a parte de ser en la actualidad lo que se dice, el actor de moda, demuestra que no solo es una moda y que depende del proyecto en el que participe puede ofrecer mucho talento. En el caso de Shame, de momento, nos brinda con su mejor actuación para mi gusto; respecto a otras películas que he visto en las que aparece como protagonista, es en Shame donde destaca de sobremanera. Es más inquietante y desalentador lo que no se muestra potenciando así la relación que hay con el espectador.

Shame es una película que impacta, no puede dejarte indiferente, desde su inicio te agarra, te va apretando y no te suelta hasta el final. Su visionado requiere de atención, concentración e implicación, no es una película complicada de entender, pero quizás si de degustar. El tratamiento y la forma del medio para llegar al publico es lo mejor de Shame, la forma en la que está rodada y montada es espectacular y en muchos momentos se consiguen imágenes con mucha fuerza. En su desenlace y la posterior moraleja es donde se pueden crear controversias, pero es cierto que hay varios elementos que pueden dar diferentes interpretaciones, de tal modo que no se termina de determinar la posición o ideología de Steve McQueen respecto a la temática que trata. Lo mejor de todo es que la película permite distintas interpretaciones y requiere más de un visionado para profundizar más en la posterior reflexión que pueda provocar.

De la banda sonora destaca la versión de la famosa canción New York, New York interpretada por la propia Carey Mulligan en una secuencia donde su emotividad viene dada de forma indirecta por lo que antes menciono, aquello que no se muestra ni se cuenta de los personajes tiene su eco durante el desarrollo de la película de forma desgarradora. La melodía principal compuesta para la película por Harry Escott es la guinda del pastel, es en el tema titulado Unravelling donde alcanza su máximo esplendor y consigue emocionar; da mucha más fuerza a las imágenes y consigue agrupar la esencia global. La fotografía a cargo de Sean Bobbitt, quien también dirigió la fotografía de Hunger, consigue un equilibrio entre las tonalidades frías y cálidas, aunque siempre decantado hacia lo desalentador. La diferencia que muestra de la Manhattan de día respecto con la vida nocturna de la ciudad está muy remarcada, el tratamiento en general y como puntualiza algunos momentos aislados están en perfecta sincronía con el desarrollo de la película. Shame es muy precisa, meticulosa en muchos aspectos y arriesgada en otros, el guión firmado por Abi Morgan y el propio Steve McQueen está bien desarrollado y su lenta progresión hacia el clímax final dosifica muy bien la acción y la emoción. Shame no necesita mucho dialogo para contar lo que vemos, las imágenes en su conjunto hablan por si solas y en muchas ocasiones la película juega con narrar a través de las sensaciones que provoca.

Este tipo de cine funciona a un vivel emocional-estético. No es para analizarlo intelectualmente, aunque tiene sus razones probables. Es para disfrutarlo y sufrirlo con los sentidos.
El ritmo lento permite la fijación de las escenas y su fructificación en el ánimo del espectador. La música abre y cierra el drama humano.
La trama lógica es sencilla y la base sentimental es profunda. Cualquier hombre o mujer puede identificarse con algún momento del film, porque aquí las cosas están llevadas al extremo, pero, en un grado menor, no son ajenas a ningún mortal. El que esté libre de pecado y sufrimiento…