Un rostro en la multitud

Eran los años 50 y surgía la fiebre de la televisión. Kazan nos cuenta una alegoría de la peligrosidad que tenía ensalzar a sujetos que eran despojos de la sociedad, moralmente ruines, que con su palabrería conseguían hacerse los brujos de la tribu. El altavoz televisivo fue un impacto bestial en la sociedad de los 50 americana, en España llegaría más tarde.

Vemos a una Patricia Neal excelsa, en un juego de miradas maravilloso, interpretando al 200%, como en sus mejores tiempos. La primera hora es ebullente, un cañón, que deja el resto de película muy a merced de ese inicio, acabando de ser una peli con cojera, pero que, en el resultado final, merece muchísimo la pena.

Una película que parece lo que no es, para empezar el cartel, la figura del protagonista, parece más la cara de una mujer gritando de pánico con lo que parecía ser una película de terror, pero no, es de un hombre muy extrovertido, con mucho carisma y también personalidad, muchísima.

Se basaron en la historia de un personaje real, aunque también está basado en un cuento.

Vemos a Andy Griffith que lo llevó al éxito gracias a esta película y es que interpretar a este personaje no es nada fácil. También tenemos a Lee Remick, en su debut también, que cuando la ves se te viene a la mente una película de terror y es que hace de madre en "La profecía", también sale en otras películas también famosas.

Vemos a Walter Mattahu, acostumbrados a verle en comedias, aquí está muy serio, muchísimo, y también hace un buen papel.

La intensidad del personaje, con lo desequilibrado que es, que parece que iba a ser incorruptible, finalmente se deja llevar y lógicamente ya se sabe que final tendrá.

Me ha parecido demasiado exagerado, ya que un personaje de estas características chocaría mucho con personas más serias, cosa que no pasa.