El general de la Rovere

Genial película de Roberto Rossellini sobre la condición y dignidad del ser humano, en la que el protagonista encarnado por un estupendo Vittorio de Sica, un tal Bardone, pasa de ser un amable y simpático pícaro a entregar la vida por su patria.

A través del personaje de Bardone, el filme viene a ser asimismo una metáfora del papel de Italia en la II Guerra Mundial, en la que pasó de la alianza y confraternización con los nazis a terminar abjurando de ellos.

Es necesario verla con los ojos bien abiertos y libres de prejuicios para disfrutar adecuadamente de ella, además de que lo mejor es hacerlo en versión original.

Aunque pueda chocar un poco la puesta en escena por la escasa presencia en el filme de herramientas como la del “plano/contraplano” y un cierto hieratismo y sequedad que parece estancar la peli en algunos momentos, si uno no está muy acostumbrado, lo cierto es que se trata de una lección de buen cine dirigido al corazón y en la que, por encima de la apariencia visual, lo relevante es el interior de los personajes, y particularmente del protagonista.

Basado en una historia del periodista Indro Montanelli referida a un suceso real acaecido en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial en Italia, la apariencia visual de la cinta va siendo cada vez más austera y todo el tramo final del filme es particularmente emotivo, además de un conmovedor testimonio de desprendimiento

Si con “Roma, Ciudad Abierta”, (Roma, Città aperta, 1945) Roberto Rossellini correspondía a los cánones del neorrralismo plasmados en una guerra que todavía ardía en llamas, en “El general de la Rovere”, su penúltima implicación en la II Guerra Mundial, otro film seria la inmediata “Fugitivos en la Noche” (Era Notte a Roma, 1960) , se acoge a una atmosfera fría y ruinosa en la Génova de una Italia aún no liberada y en que Manuelle Bertone (Vittorio De Sica) un estafador de poca monta que se aprovecha de las desgracias ajenas de los demás gastando todo su dinero en el juego, se ve involucrado en un plan de los alemanes para hacerse pasar por un líder de la Resistencia en la prisión.

Utilizando imágenes de archivo sobre las devastadoras consecuencias de los bombardeos pero intensificando más la narración en la ficción “real”, y basándose en una novela inspirada en hechos acontecidos escrita por Indro Montanelli, el director italiano insiste en exponer unos hechos que son irreversibles a través de la retina del espectador: hay un estado de Guerra pero y no por ello dejará de haber unos supervivientes intentando sobrevivir de cualquier manera de entre las cenizas (ya se prueba en la secuencia inicial de los ciudadanos haciendo cola en una fuente) o de conseguir dinero de cualquier manera (demostrado en el personaje de Bertone) a cual manera indirectamente se convierte en una suerte de héroe anónimo.

No es de las más destacables de las películas de su director pero es interesante su visionado por su insistente exposición del tema que más ha remarcado en su filmografía: la Guerra y sus miserias mundanas.

Cuando uno ve el cine de Rossellini, siente que siente muchas cosas a la vez. Sientes impotencia, por la crudeza de sus imágenes. Por la de injusticias que se cuentan en ellas y que nosotros, como impávidos espectadores, observamos sin mayor pudor, que la de sentir la desgracia ajena como nuestra. O más que eso, sentirnos por un momento, aparte de nuestras convicciones morales o políticas, congraciados con los malogrados personajes. Rossellini es un director visceral. Al igual que pueda serlo ahora Haneke. Es un director que muestra la realidad, e intenta hacerlo de la manera más objetiva que puede. Es, a modo de introducción a su obra, un falso documentalista. Convierte el mundo real de sus imágenes, en un mundo de ficción.

El General de la Rovere marca un punto de inflexión en su obra. Harto del desprestigio del Neorrealismo, movimiento que él mismo creo a mediados de los años cuarenta, se había convertido, en el año de producción del film, en un cine de imperante comercial que basa todos los principios del Neorrealismo y los reduce a un mero ejercicio de estilo.

Un Rossellini diferente al neorrealismo, pero intentando reinventarlo desde la fábula.
Ante todo, destaca la genial interpretación de Vittorio de Sica y, con él, el nazi interpretado por Hannes Messemer, intentando superar el tópico (por otro lado, ganado a pulso) de hipervillanos.
Ese tono neorrealista del comienzo va deviniendo en fábula para acabar con la épica.
A medida que evoluciona la trama y el género, cambia el personaje de De Sica.
Una película distinta sobre la II Guerra Mundial

La historia está basada en un "Incontri", un pequeño relato de personajes que dejó el escritor y periodista italiano Indro Montanelli sobre "El general Della Rovere" que, a su vez, contiene experiencias personales del propio autor.
Génova está todavía ocupada por las tropas alemanas y Emanuele Grimaldi (De Sica) sobrevive como puede a base de pequeñas y grandes estafas haciéndose pasar por ingeniero, coronel o agente artístico. Necesita dinero, mucho dinero que pierde en el juego, y trata de obtenerlo ofreciéndose a las familias de los presos como mediador ante los alemanes.
Un sinvergüenza sin escrúpulos que sangra a los pobres desgraciados a sabiendas, generalmente, de la inutilidad de sus esfuerzos. No se trata de un desgraciado Lázaro de Tormes sino de una auténtica sanguijuela. No es un pícaro, es un perfecto actor teatral que recibe lecciones de honestidad de las propias víctimas que embauca.
No cabe por tanto hablar de neorrealismo, en todo caso de naturalismo.
Y los alemanes aprovechan sus dotes interpretativas para hacerlo pasar por uno de los jefes de la resistencia metiéndolo en la cárcel con los presos políticos pasa sonsacarles información, "Primero me quieren como espejuelo para las alondras y ahora como escopeta".
Es aquí cuando el actor se cree al propio personaje que interpreta. El paso por la prisión, el contacto con los condenados a muerte (como lo estuvo el propio Montanelli), las despedidas escritas en las paredes de las celdas, la confianza que en él depositan sus compañeros, todo, le lleva a sentirse como el verdadero general De la Rovere. Y a actuar como él hasta el final.
Un drama social, político y carcelario desarrollado a través de un sólido guion y conducido con mano firme por Rossellini. Con espacio también para la ironía, como ese diálogo entre el coronel de las SS y Grimaldi, "Es que los italianos no estimamos la guerra ... en general".
Buena ambientación, personajes creíbles. Superior De Sica en una de sus grandes interpretaciones. Sin variar el gesto es capaz de cambiar de personaje sobre la marcha, de saldar un pasado vergonzoso con la dignidad de unos pocos gestos. De redimirse.
Una gran película que recomendamos.