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Destrucción

Thriller. Acción. Drama Erin Bell (Nicole Kidman) trabajó en su juventud como policía encubierta en una peligrosa banda del desierto de California. Su incursión en el mundo de la mafia tuvo consecuencias fatales para su mente de las que cree haberse recuperado. Sin embargo, cuando el líder de la banda vuelve a dar señales de vida, Bell sufre una odisea moral y existencial. La única solución para olvidar sus fantasmas pasa por retomar el contacto con viejos ... [+]
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
20 de enero de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Destrucción describe la odisea moral y existencial de Erín Bell, una detective de Los Angeles, quien en su juventud participó de manera encubierta en un robo a un banco cuyos resultados fueron trágicos. Dieciséis años después, Erín llega al lugar de un crimen, encuentra en la mano del occiso un billete de dólar, mensaje inequívoco que el pasado ha vuelto, que la obliga moralmente a tomar un camino de regreso.
Nicole Kidman asume un papel de Erin cuyo protagonismo es absoluto. Para ello, se sumerge en el personaje tanto física como emocionalmente, más allá de ciertos detalles desprolijos de peluquería y maquillaje que se evidencian en forma muy torpe para una película de alto presupuesto, su criatura tiene dos caras. Por un lado, la de su pasado, lo cual requiere una máscara de rejuvenecimiento. Por otro, la de la actualidad, una mujer vencida por la vida a los 40 años, 16 años después de los hechos que dan lugar a la trama. Ese proceso que alude al paso del tiempo es la clave de un policial muy negro donde está veterana oficial se enfrenta a su pasado, aún abierto y sangrante, para poder resolver un crimen y dar un punto final a una agonía.
Erín Bell es un personaje brutal que se moviliza empujada por la necesidad de venganza y parece impotente de poder arreglar racionalmente el mundo que la rodea, como también incapaz de componerse a sí misma. La única forma en que ella se siente capaz de resolver el crimen en este thriller negro es a través de la violencia. Su bloqueo para cambiar las cosas es tal que no ve otro camino para poder modificar ese caos en el que se ha sumergido. Erín, en todo momento, trata de hacer lo correcto, tanto para su hija como para su trabajo, pero está tan perdida que no sabe cómo hacerlo.
Destrucción es también un relato sobre la marginalidad en las grandes ciudades, en este caso, los bajos fondos de un Los Angeles, visto desde la mirada de su protagonista. Por eso, Kusama acerca la cámara a la cara de Kidman como si esos ojos testigos de una ruina nos estuviera rogando que no olvidemos, que ese personaje violento es un ser vivo, tiene sentimientos, y sufre un calvario irresuelto.
Estamos ante una película donde el crimen es una realidad y el castigo se cuece lentamente siguiendo el camino del sentido de la culpa. Hay una reminiscencia dostoievskiana en Destrucción, un policial clásico vestido con un ropaje moderno, dirigido por una mujer que sabe hacer cine y a la cual no le molestan los lugares comunes porque sabe cómo utilizarlos. Su film avanza en función de la complejidad del relato, en torno de una culpa que se arrastra del pasado pero que la ha marcado para siempre, que engancha al espectador y lo mantiene interesado durante todo el metraje.
No obstante estos comentarios, hay en el film una sensación de percibir algo trillado, como ya conocido, algo que remite al lugar común en la descripción del personaje principal y algunos secundarios, a los que ni el guión ni la dirección de Kusama pueden eludir o evitar. Algo que busca humanizarlos, hacerlos más cercanos al espectador, como si tratara de convencerlo que se trata de seres verdaderamente reales viviendo situaciones límites donde aparecen aspectos de la otra vida de cada uno de ellos, donde ni unos son todos policías ni los otros todos ladrones sino seres normales que viven una vida, tienen una familia, una casa e hijos que educar independientemente de su actividad.
En ese sentido la descripción de Erín suena algo falsa. Todas las frustraciones que ella arrastra las ha volcado alrededor de su mundo personal. Su marido, su hija y su casa, se han transformado en una serie de pérdidas que son prácticamente imposibles de recuperar. Es allí donde la actuación de Kidman o la dirección de Kusama fallan, porque ambas caen en la necesidad de recuperar o de salvar a un personaje que no puede evitar su lumpenaje. Por más duro que sea debemos admitir que es imposible que de la locura diaria y la forma de vida a que se ve sometida Erín pueda lograr y transmitir un equilibrio personal y comportamiento ejemplar hacia una niña adolescente que está al borde de su rebeldía y liberación personal.
En síntesis, a pesar de algunos problemas de ritmo y confusión, algún que otro estereotipo en los personajes, el film presenta una historia interesante, humana, no lineal, cuyas idas y vueltas hacia el pasado van marcando una huella que será difícil de borrar. El pasado condiciona y es difícil de olvidar. Erín es una víctima más de un sistema que no perdona la ambigüedad moral.
Charly Barny
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21 de febrero de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que llegan al conocimiento de la gente gracias al poderío económico de las campañas de marketing de sus productoras y distribuidoras. En otras ocasiones, basta con la popularidad de los personajes o franquicia en la que se entronca o con la que se relaciona para llenar las salas, proyectándose en estas múltiples adaptaciones de propiedades existentes. También puede ser un reclamo el género de la historia o la trama, más aún si se basa en hechos reales, o puede usarse como cebo el nombre de su realizador. Y en otras películas independientes más pequeñas, el activo sobre el que se apoyan para convencer a los espectadores para verla es el poder mediático de su estrella principal. Es el caso de la película que ahora nos llega a las salas, promocionada como vehículo de lucimiento para una Nicole Kidman que da una de sus mejores interpretaciones (no en vano, la distribuidora hizo campaña para que Kidman fuese nominada a múltiples galardones, escapándosele finalmente la del Óscar). Esta es Destroyer, el último trabajo de la realizadora Karyn Kusama después de la muy aplaudida en los circuitos de cine fantástico La invitación. Servidor encontró interesante y atractiva dicha película, por lo que la puerta quedaba abierta para la evolución de Kusama. Más aún cuando los medios se afanaron por recibir esta película con mucho optimismo. La repercusión en crítica y prensa se diluyó, y nos llega bastante tarde, pero aún así hubo por mi parte mucha predisposición para cubrir su estreno. La película es netamente interesante, con muchos aciertos, pero está lejos de ser excepcional. Un thriller policial facturado con criterio estético y nobles intenciones, pero desperdiciado por las decisiones de su guión y la artificiosidad adherida al conjunto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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20 de marzo de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Distinta no solo la apariencia de Nicole Kidman, sino el film que cuenta como dos policías deciden son enviados infiltrados a formar parte de una banda de delincuentes. A partir de esa premisa vemos a lo largo del tiempo como fue afectado psicológicamente la protagonista por los hechos que vivió en el pasado y que intenta no solo redimirlos sino cobrarse venganza de quien a su criterio le arruinó su vida. Hay un buen trabajo de Kidman como esa mujer que perdió todo en busca de algo que no salió como pensaba y que solo le queda su hija para intentar una redención. El film es llevadero con muchos pasajes en donde la historia vuelve al pasado para poder explicar el presente. Para ver.
gustavof42
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4 de noviembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Destroyer” tiene una fuerte componente de thriller policíaco, aunque más como envoltorio y ambientación de una historia personal de venganza servida en un plato frío, muy frío que recae sobre las anchas espaldas (cinematográficas) de Nicole Kidman. Aunque lo más llamativo, su principal reclamo, con lo que se queda la gente, es la ultracaracterización de Kidman para convertirse en un personaje estropeado por la edad, las adicciones y el rencor su gran punto fuerte es un narración desestructurada a base de flashbacks grandes y flashbacks pequeños, con flashbacks dentro de los flashbacks, con las que es capaz de contar de manera comprensible dos historias en paralelo sin, no solo no perder el hilo en ningún momento, sino de generar las dosis de intriga justas para que el espectador lamente y agradezca por igual los saltos de contexto que por un lado le dejan con la miel en los labios y por otro le dan más pistas de la otra trama.

Con esos elementos (Kidman, varias tramas interesantes, buena narración) “Destroyer” discurre holgadamente entre el bien y el notable. Aunque se percibe cierta simpleza en el desarrollo de la parte policíaca, con una cadena de acontecimientos muy sencilla en la que interrogar al sujeto A conduce a la pista B que lleva sin problemas al sospechoso C que casualmente deja caer que la clave está en D, la ejecución es buena y nos sumerge en un ambiente tan intrigantemente sórdido que no termina suponiendo un gran problema. Tampoco me termina de convencer la caracterización de Kidman, innecesaria, artificiosa y probablemente encaminada a atraer admiración por su sacrificio alimenticio y resistencia al maquillaje y construir uno de esos papeles que aseguran nominaciones a premios y reseñas. No queda natural y quita credibilidad al personaje, porque sabes que debajo de todas las capas está Nicole disfrazada. A veces, menos es más.

Pero lo peor es su estrepitoso bajón final. No sé quién fue el genio que tuvo la idea de cascar el gran giro cuando aún quedaban treinta minutazos de película, pero hablar de pretenciosidad es quedarse corto para describir un trance final que podría firmar perfectamente Terence Mallick y para el que no se me ocurre otra explicación que una errónea apreciación de que habían quedado cabos sueltos por atar. Y vaya si los ata. Tres veces con cuádruple lazada cada uno… total para nada, para hacer un nudo ciego que cuenta algo sin interés de una manera arrítmica que no se parece en nada a lo que hemos visto la hora anterior. Un sorprendente anticlímax brutal que deja “Destroyer” con un simple aprobado raspado.
OsitoF
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26 de febrero de 2019
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hola.

La película es un thriller regulero. Lo más destacable es ver a Nicole haciendo un papel hardcore pero como esta trucada por los efectos digitales, pierde mucho su ya escaso talento dramatico.
Su registro dramático es parecer q tiene acidez de estómago toda la película, que de este género por cierto hay más y mejores.
No obstante, tiene un pase.
Porrompompero
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