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Intemperie

Drama. Thriller. Western Un niño que ha escapado de su pueblo escucha los gritos de los hombres que le buscan. Lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente del infierno del que huye. Ante el acecho de sus perseguidores al servicio del capataz del pueblo, sus pasos se cruzarán con los de un pastor que le ofrece protección y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
25 de noviembre de 2019
21 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Benito Zambrano sigue el tono de western carpetovetónico o thriller al aire libre de la novela de Carrasco y dota a la historia de unos acertados escenarios, buenas actuaciones y buen ritmo, con lo que consigue un producto técnicamente irreprochable, si bien trufado de todos los tópicos del cine de mera evasión: ¡ay, esa curiosa tendencia de los malos a tener menos puntería que los buenos incluso cuando disparan en mejores condiciones!, o ¡esa no menos patológica manía del villano de dar por muerto imprecavidamente al héroe cuando aún no lo está! Tan trillado y elemental debió de parecer el fondo de la historia a la vocación social de Zambrano que, tratando de dar algún tipo de trascendencia a su película, se forzó en meter algunos detalles y algunas frases que remarcan más que en la novela original la ética altruista del cabrero protagonista, con lo que desgraciadamente no consiguió otra cosa que redondear el dibujo del personaje como perfecto héroe ejemplar típico no ya del Hollywood actual sino del viejo Hollywood de James Stewart y Gary Cooper. Y ya se sabe: cuanto mayor la ejemplaridad del protagonista, menor la credibilidad general. Eso sí: muy delicadamente tratado (sin oportunismos ni sensacionalismos) el tema de la pedofilia.
Capitan Ahab
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16 de diciembre de 2019
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Benito Zambrano, con su habitual sensibilidad y maestría nos aporta esta obra sobre la tensión entre la injusticia y el difícil y sacrificial curso hacia el desagravio. La película es interesante, amparada en la sobria interpretación de unos actores de sobra avalados por su trayectoria de modo que en todo momento, introduce al espectador en el relato y la toma de partido hasta el triunfo del bien. Aprovecho para adentrarme en el esqueleto narrativo mediante un análisis de sus aspectos fundamentales. El marco estratégico de la narración corresponde a un patrón de redención propio de la cultura cristiana aunque común en casi todos los arquetipos sociales de la humanidad. Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos, nos dejó esta afirmación Jesús de Nazaret. Zambrano deja claro desde el principio que los malos lo son de solemnidad sin rastro alguno de bien de modo que lo que se les va a venir encima va a ser aceptado por el espectador sin dudas morales. Aunque se trate de una resolución violenta, esta es purificadora del mal y por tanto justificada. La victima es un niño que ha padecido el injusto y abusivo agravio de modo que su liberación es un clamor de justicia incontestable. El redentor, que asumirá los dolores, las vejaciones, el martirio de los malos y además, muy importante, la mancha que supone el ejercicio de la violencia para que la víctima quede inmaculada, realiza una inmolación sustitutiva que provee a la víctima de una liberación sin culpa. El circuito redentor se ha cerrado. Como vemos este esquema se repite en innumerables obras literarias y cinematográficas, al igual que cuando uno firma el aval de un préstamo bancario.
JRBoxó
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22 de marzo de 2020
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intermperie es western puro, pero en la posguerra española.
Quizá no haya indios, sheriffs, diligencias, bandidos y tiroteos en saloons, pero sí tiene esa aridez, ese paisaje desértico, ese calor, ese polvo constante, esos personajes rudos y duros típicos del cine Oeste, y ese personaje, el niño, en permanente huida y en búsqueda de algo que no sabemos lo que es. Todos los personajes son hombres sin nombre ni pasado, hijos de ese paisaje rural granadino tan seco, polvoriento y desértico. El efecto en la historia es espectacular, y hay que agradecerlo, por supuesto, a Benito Zambrano, un excepcional director con un manejo de la cámara apabullante, y a su director de fotografía, Pau Esteve Birba, que otorga a las imágenes un aspecto amarillento y luminoso que también es "sucio", seco y muy clásico de western.
Es posible que falte algo de emoción en las imágenes, pese a su descomunal y emotivo final, pero sigue siendo una película excelente, de las mejores del año no sólo en la cinematografía española, sino en la mundial. Atención también al trabajazo del pequeño Jaime López, que ya deslumbró en Techo y comida y aquí se consagra como una promesa a quien seguir muy de cerca, y los dos Luis, Tosar y Callejo, que hacen dos de sus mejores trabajos en la piel del pastor y el capataz, dos hombres absolutamente opuestos pero también unidos por el niño y el destino.
Fantástica.

Lo mejor: El tono, puro western, y la interpretación de Jaime López, Luis Tosar y Luis Callejo.
Lo peor: Le falta quizás algo de emoción.
Sibila de Delfos
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23 de marzo de 2020
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
70/20(22/03/20) Grata sorpresa este cuarto film del poco prolífico director sevillano Benito Zambrano, que desde que hace 20 años estrenara “Solas” (1999) su ópera prima (le siguieron "Habana Blues (2005)" y "La voz dormida (2011)"), una revisión del género western pasado por la pátina andaluza de la postguerra civil española. Una obra donde el escenario es co-protagonista, lugares desérticos, áridos, hostiles, donde el agua escasea, donde el sol abrasa, y donde este seco ambiente cala en los personajes de modo epidérmico. Manejando resortes clásicos del género del oeste americano (el héroe solitario, los caballos, las armas, diálogos de fogata, el mencionado desierto, desfiladeros, duelos cual “Solo ante el peligro”, y más…) el realizador desarrolla una película atractiva visualmente, con grandes momentos de buen cine, con tensión, intensidad, con diálogos (escasos pero) inteligentes, con actuaciones brillantes, con escenas de violencia. Zambrano junto a Pablo y Daniel Remón ha adaptado una novela de gran éxito (cambiando al ‘Moro’ de viejo, a mediana edad, y alterado el papel del villano de alguacil administrativo a capataz de latifundio), la escrita y publicada por Jesús Carrasco en 2012 basada en la novela homónima de Jesús Carrasco, enmarcando la acción en Granada en 1946, fundiendo la imaginería del western con este lugar y momento, aunque su argumento es lo más endeble, una situación poco original de persecución, con mucho de previsible, donde los buenos son buenísimos, y los malos son de lo peor, remarcando esta condición unos (con algún acto de nobleza fuera de lugar el héroe, y con desfase de villano el antagonista) y otros de modo machacón, faltando aristas y matices a sobre todo los malos para hacerlos tridimensionales y no de una sola nota, tampoco su clímax me ha resultado del todo satisfactorio. Tiene una media hora de inicio absorbente, de las que te deja enganchado a la pantalla con sus descripción de este microcosmos cuasi-feudal, donde un terrateniente hace y deshace con sus ‘esclavos’ a su antojo, para luego embarcarnos en una persecución por el desierto, donde nacerá una amistad fascinante (con una química formidable entre el joven Jaime López y el veterano Luis Tosar), y hablándonos por el camino de la dignidad del ser humano, del despotismo, del clasismo, de la opresión, del odio, de supervivencia.

Su inicio es arrollador en su descripción de este inframundo cuasi-medieval, con esos jornaleros trabajando el campo custodiados por tipos a caballo, y aparece una liebre. Los jornaleros dejan lo que hacen y se tiran como locos a la caza del felino, pero uno de los jinetes saca su escopeta y mata al animal, uno de los trabajadores se lo lleva al que lo ha cazado lo coge, y el jinete le da unas monedas de modo condescendiente y le dice que no se lo gaste en vino. En apenas unos segundos nos han mostrado el estado de este lugar y tiempo, el hambre, el temor al jefe, el paternalismo de los ‘amos’. Tras esto vemos al villano ir a buscar a un niño a las cuevas donde viven sus padres, un lugar deprimente y lóbrego, donde el ‘Capataz’ termina por aterrorizar a una pobre niña hasta hacerla miccionar encima, devastadora escena. Tras sesto nos sumergimos en la persecución, plagada de vicisitudes, donde en los márgenes queda una España amargada, triste, desesperanzada. En la superficie queda una relación fascinante entre el ‘Moro’ y el ‘Niño’, desarrollada con frescura, sin sentimentalismos, con mucho de humanismo, donde el chico tras su coraza primera, poco a poco va viendo en su acompañante una figura paterna de la que ha adolecido, esto hace que nos importe lo que les pase, suframos con ellos, y sintamos rabia ante sus penurias y mal sino. Dejando en su travesía dosis de intriga, y sobre todo misterio sobre los motivos de unos y otros, que al final termina rebelándose de modo catárquico.

Tiene sus taras en algunos elementos mencionados ya, siendo mejorable su clímax en un pueblo, que no se sabe porque está deshabitado, cayendo en tópicos que resultan muy ajados.

Al igual que en la novela, los personajes no se identifican por su nombre propio, sino, en todo caso, por su apodo (ayudantes del capataz). Luis Tosar como el pastor; Jaime López como el niño; Luis Callejo como el capataz; Vicente Romero como el Triana; Juanjo Pérez Yuste como el Segovia; Adriano Carvalho como el Portugués; Kandido Uranga como el viejo; Manolo Caro como el Tullido.
‘El Moro’ es un pastor que otrora fue un soldado español en la Guerra de Marruecos, quedó allí un tiempo donde parece adquirió muchas de las costumbres del país norteafricano (viste con túnica y cuasi-turbante), luego combatió en la Guerra Civil de España (aunque no creo haber escuchado en que bando), un solitario que pastorea sus ovejas por la altiplanicie granadina, tipo que rezuma nobleza y dignidad, siendo maravillosa su frase de “Algunos muertos no merecen respeto, pero los muertos sí”, no queriendo dejar a ningún muerto sin enterrar. Encuentra en el niño una razón para una última batalla. Luis Tosar está sensacional en su encarnación, con carisma, temple, emitiendo hidalguía, y manteniendo una fantástica compenetración con el niño; Jaime López da vida al chaval con tremenda credibilidad, proyectando mundo interior, lacónico, con una gestualidad adusta y ruda que hace ver su sufrimiento psíquico, impregna de naturalidad su interpretación, manteniendo el tipo con solvencia con el gran Luis Tosar; Luis Callejo da muy bien como el villano, aunque le sobra algún exceso fruto de un guión que sobreexpone lo malo que es, pero su lenguaje gestual y pose resultan vigorosos;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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26 de mayo de 2020
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que un director de la categoría del señor Zambrano no tenga una filmografía más extensa,con films como,"la voz dormida" o "solas", ya justifican toda una carrera. En esta ocasión el señor Zambrano nos deleita con un western hispano y castizo,situado en una época de infausto recuerdo, en plena posguerra española,con los poderosos de siempre abusando de los más débiles,entre ellos un niño,que es un ejemplo de valentia y dignidad pese a su corta edad, frente al todopoderoso capataz del cortijo, magistralmente interpretado por un gran Luis Callejo (un actor que parece haber sido creado genéticamente para hacer de malo malísimo) esos papeles los borda.Frente a él gran Luis Tosar ( que mal nos tiene acostumbrados últimamente don Luis) una interpretación genial después de otra, en esta ocasión haciendo de un humilde pastor veterano de guerra que arriesga su vida y su escaso patrimonio por un niño al que ni siquiera conoce.También un excelente plantel de secundarios, como Jaime López o Vicente Romero,en resumen cine español del bueno oiga.
zuriman
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