El misterio de Silver Lake
2018 

6,0
9.172
Intriga. Thriller. Drama
En su apartamento de urbanización prototipo de Los Angeles, Sam (Andrew Garfield) anda por la vida muerto de aburrimiento. Ningún aliciente hasta ese día en que descubre a una nueva vecina sexy, deslumbrante, inquietante, misteriosa y, de repente, desaparecida. Y aún hay mayores rarezas esperando a Sam, porque por el barrio anda suelto un asesino de perros...
25 de febrero de 2020
25 de febrero de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya genialidad. Una mirada hacia la sociedad de consumo, la cultura pop y la cultura de masas desde una perspectiva crítica construida a base de conspiraciones juveniles. El personaje es un chaval del siglo XXI que sabe que la actualidad social, política y moral está basado en los elitismos de consumo que provocan ideologías apropiadas para generaciones que dictan tendencias y a la vez las ejecutan y reciben. Una película bastante más nitzscheana que "El Club de La Lucha" pero más disfrazada. Si en la de David Fincher nos encontrábamos una dualidad caracterizada por el sujeto pasivo y activo en torno a su sociedad y la propia inclinación psicológica distribuyéndose hacia una pulsión instintiva o hacia la construcción impuesta de los ya establecidos órdenes morales y éticos, en "Under the Silver Lake" el personaje tiene en sí mismas las dos dualidades, que gracias a la interacción entre los personajes secundarios se va desarrollando ambas en cada confrontación semióticamente ideológica que se va exhibiendo. Por supuesto que en el final vemos lo que se puede declarar como la cruda realidad de entender cómo funciona el mundo actual y la decadente filosofía que representa esta sociedad de consumo adueñada por las tecnologías y la indecencia crítica y moral. Película bastante recomendable con uno de los mejores papeles que he visto a Andrew Garfield desempeñar, homenajes al cine y a los géneros más exitosos y una dirección impecable.
27 de agosto de 2019
27 de agosto de 2019
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más de dos horas soportando una historia, por decir algo, que no aguantaría ni un cuarto de hora. Gracias a que algunos aficionados al ocultismo barato la han puntuado por encima de un 8, tiene una media de 6.
Y que no me vengan con lo manido de “de culto”, porque todo eso está muy visto.
Me refiero especialmente a la primera crítica que aparece aquí y que han suscrito muchos. La peli trata de “la muerte de Dios” o de cualquiera de los dioses porque no hay más que vacío y somos títeres en las manos de los poderosos. Uff, qué cansancio a lo cuarto milenio.
Sé que hay gente para todo, pero aviso, por si de algo sirve, que quienes gusten del cine que dice cosas -Bergman, Rossellini, Hitchcock, Kurosawa, Buñuel, Fellini, Bresson, Ford, Visconti, Truffaut, Spielberg, Coppola, Scorsese, Wilder... y podría seguir, se abstengan de este bodrio sub-surrealista.
Andrew Garfield cansa y los demás son simples marionetas. Lo del viejo que ha compuesto todas las canciones es de traca. Y que acabe bajo la presunta guitarra de Cobain, bueno, mejor dejarlo aquí.
Y que no me vengan con lo manido de “de culto”, porque todo eso está muy visto.
Me refiero especialmente a la primera crítica que aparece aquí y que han suscrito muchos. La peli trata de “la muerte de Dios” o de cualquiera de los dioses porque no hay más que vacío y somos títeres en las manos de los poderosos. Uff, qué cansancio a lo cuarto milenio.
Sé que hay gente para todo, pero aviso, por si de algo sirve, que quienes gusten del cine que dice cosas -Bergman, Rossellini, Hitchcock, Kurosawa, Buñuel, Fellini, Bresson, Ford, Visconti, Truffaut, Spielberg, Coppola, Scorsese, Wilder... y podría seguir, se abstengan de este bodrio sub-surrealista.
Andrew Garfield cansa y los demás son simples marionetas. Lo del viejo que ha compuesto todas las canciones es de traca. Y que acabe bajo la presunta guitarra de Cobain, bueno, mejor dejarlo aquí.
18 de agosto de 2018
18 de agosto de 2018
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Robert Mitchell, que ya nos sorprendió con su inquietante “It follows”, nos trae con esta película lo que parece a primera vista un guiño divertido a Mulholland drive, aunque hay mucho más: referencias a siglos de cine, teorías conspiratorias, una generación joven a la deriva y hasta una cierta crítica a la contemporánea industria del pop.
Sam, en la treintena, vive por encima de sus posibilidades en un apartamento con piscina en Los Ángeles. Desempleado, (durante el film esquivará toda pregunta acerca de su actividad) pasa la mayor parte del día observando con los prismáticos a sus vecinas. Tras la repentina desaparición de una de ellas, último rollo de una noche camuflado de gran amor, el joven emprende una búsqueda frénetica a la caza de pistas que le puedan llevar a su paradero.
La búsqueda del personaje principal es inconexa, con la estructura de un sueño demencial que nos irá desvelando un mundo hollywoodiense cínico, superficial y oscuro. El espectador llega pronto a comprender que la sucesión de pistas que sigue nuestro héroe no tiene más lógica y estructura que la que puede originar el cerebro del subconsciente mientras duerme. (Atención SPOILERS) Las pistas, que pueden ir desde un símbolo propio de la comunidad de los vagabundos hasta a un supuesto mapa escondido de la ciudad de Los Ángeles en el dorso de una vieja caja de cereales, son en extremo irrisorias y pueriles, pero (para nuestra sorpresa) se comprueban en la realidad.
Sam, en la treintena, vive por encima de sus posibilidades en un apartamento con piscina en Los Ángeles. Desempleado, (durante el film esquivará toda pregunta acerca de su actividad) pasa la mayor parte del día observando con los prismáticos a sus vecinas. Tras la repentina desaparición de una de ellas, último rollo de una noche camuflado de gran amor, el joven emprende una búsqueda frénetica a la caza de pistas que le puedan llevar a su paradero.
La búsqueda del personaje principal es inconexa, con la estructura de un sueño demencial que nos irá desvelando un mundo hollywoodiense cínico, superficial y oscuro. El espectador llega pronto a comprender que la sucesión de pistas que sigue nuestro héroe no tiene más lógica y estructura que la que puede originar el cerebro del subconsciente mientras duerme. (Atención SPOILERS) Las pistas, que pueden ir desde un símbolo propio de la comunidad de los vagabundos hasta a un supuesto mapa escondido de la ciudad de Los Ángeles en el dorso de una vieja caja de cereales, son en extremo irrisorias y pueriles, pero (para nuestra sorpresa) se comprueban en la realidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Estas pesquisas parecen ser una excusa o telón de fondo para hacer patente una triple fábrica de sueños rotos: la del sistema hollywoodense, la de una generación de jóvenes sin rumbo y la del propio Sam.
Resultan interesantes los comentarios de uno de sus amigos, en la misma onda geek, rodeado de ordenadores, videojuegos y drones, pero que, contrariamente a él y al realizador de cómics, vive ajeno a la teoría conspiratoria que se hace realidad en el filme. Éste, llega a decirle algo como: “Buscamos el misterio porque hoy en día no hay más misterios por descubrir” para disuadirlo de su búsqueda absurda. Esta nueva voz, en apariencia más sensata, pone sobre la mesa la realidad de una generación joven perdida. El propio Sam, le confiesa que pensaba estar destinado a hacer grandes cosas pero que al final, se encuentra en la treintena sin haber logrado nada que valga la pena. ¿Podría ser esta confirmación de sus teorías paranoicas una especie de consuelo frente a esta insustancial vida?
Consuelo, no obstante, que no llega, pues el protagonista parece caer cada vez más en el desasosiego. Tras descubrir que todos los ídolos de su generación han sido creados por un viejo rico excéntrico o que las ideas alocada del cómic de un escritor sin gran éxito son reales, la agresividad del protagonista va en aumento. Un matador de perros anda suelto por Los Ángeles así como una especie de mujer “devora hombres asesina”. La película no se contenta con permanecer ahí y prefiere rizar el rizo corroborando el mundo paralelo de los vagavundos o la leyenda urbana de los mensajes ocultos que aparecerían al rebobinar las letras de las canciones de los vinilos, hasta llegar a una cúspide demencial en la que los poderosos preparan su muerte al modo de los antiguos faraones, sepultándose en las catacumbas de Los Ángeles junto a sus musas preferidas. Las jóvenes estrellas de cine del film que no logran salir de roles secundarios y comerciales sin gloria, se ven así abocadas a la prostitución o prefieren dejarse llevar a esta excentricidad elevada a la máxima exponencia.
No obstante, nuestro héroe parece salir vencedor de esta sociedad sin sentido, consiguiendo no pagar su alquiler y burlar así a su casero por enésima vez. Sam podrá de esta forma seguir viviendo su propio lujo y quizás, ahora que conoce la verdad, autocoronarse en la cima del éxito.
A lo largo de la cinta se destila un olor de crítica a la industria, en la que el cinismo es moneda corriente. La banda de moda en el filme “The brides of Jesus” (“Las novias de Jesús”) ni siquiera ha escrito sus canciones y pese al halo de profundidad que pretenden tener, confiesan en las fiestas privadas que su propio nombre no tiene otro sentido que el puramente comercial: “creemos que las novias de Jesús cansará menos al público”.
La película nos regala planos interesantes que en mi caso, quedaron bien grabados en mi memoria. El momento del flechazo, en el que, de noche, envueltos en una grandilocuente banda sonora, Sam se agacha para acariciar al perro de la chica mientras este hace sus necesidades. Al alzar la mirada, una luz blanca intensa nos deslumbra con la asombrosa mirada azul de la chica. El director mezcla con frecuencia lo escatalógico y patético con una gran banda sonora que le procura de manera efectiva este toque completamente irrisorio.
En esta vuelta de tuerca lalalandesca, no hay colores ni personajes sublimes pero si una gran catacumba de sueños rotos, que no dejará indiferente al espectador, para bien o para mal. Para aquellos que la hayan apreciado, se quedarán con ganas de hacer más de un visionado. Para saborearla en su plenitud, hay que dejarse llevar por la lógica de las pesadillas y leer algunas señales que el director nos ha ido dejando por el camino.
Resultan interesantes los comentarios de uno de sus amigos, en la misma onda geek, rodeado de ordenadores, videojuegos y drones, pero que, contrariamente a él y al realizador de cómics, vive ajeno a la teoría conspiratoria que se hace realidad en el filme. Éste, llega a decirle algo como: “Buscamos el misterio porque hoy en día no hay más misterios por descubrir” para disuadirlo de su búsqueda absurda. Esta nueva voz, en apariencia más sensata, pone sobre la mesa la realidad de una generación joven perdida. El propio Sam, le confiesa que pensaba estar destinado a hacer grandes cosas pero que al final, se encuentra en la treintena sin haber logrado nada que valga la pena. ¿Podría ser esta confirmación de sus teorías paranoicas una especie de consuelo frente a esta insustancial vida?
Consuelo, no obstante, que no llega, pues el protagonista parece caer cada vez más en el desasosiego. Tras descubrir que todos los ídolos de su generación han sido creados por un viejo rico excéntrico o que las ideas alocada del cómic de un escritor sin gran éxito son reales, la agresividad del protagonista va en aumento. Un matador de perros anda suelto por Los Ángeles así como una especie de mujer “devora hombres asesina”. La película no se contenta con permanecer ahí y prefiere rizar el rizo corroborando el mundo paralelo de los vagavundos o la leyenda urbana de los mensajes ocultos que aparecerían al rebobinar las letras de las canciones de los vinilos, hasta llegar a una cúspide demencial en la que los poderosos preparan su muerte al modo de los antiguos faraones, sepultándose en las catacumbas de Los Ángeles junto a sus musas preferidas. Las jóvenes estrellas de cine del film que no logran salir de roles secundarios y comerciales sin gloria, se ven así abocadas a la prostitución o prefieren dejarse llevar a esta excentricidad elevada a la máxima exponencia.
No obstante, nuestro héroe parece salir vencedor de esta sociedad sin sentido, consiguiendo no pagar su alquiler y burlar así a su casero por enésima vez. Sam podrá de esta forma seguir viviendo su propio lujo y quizás, ahora que conoce la verdad, autocoronarse en la cima del éxito.
A lo largo de la cinta se destila un olor de crítica a la industria, en la que el cinismo es moneda corriente. La banda de moda en el filme “The brides of Jesus” (“Las novias de Jesús”) ni siquiera ha escrito sus canciones y pese al halo de profundidad que pretenden tener, confiesan en las fiestas privadas que su propio nombre no tiene otro sentido que el puramente comercial: “creemos que las novias de Jesús cansará menos al público”.
La película nos regala planos interesantes que en mi caso, quedaron bien grabados en mi memoria. El momento del flechazo, en el que, de noche, envueltos en una grandilocuente banda sonora, Sam se agacha para acariciar al perro de la chica mientras este hace sus necesidades. Al alzar la mirada, una luz blanca intensa nos deslumbra con la asombrosa mirada azul de la chica. El director mezcla con frecuencia lo escatalógico y patético con una gran banda sonora que le procura de manera efectiva este toque completamente irrisorio.
En esta vuelta de tuerca lalalandesca, no hay colores ni personajes sublimes pero si una gran catacumba de sueños rotos, que no dejará indiferente al espectador, para bien o para mal. Para aquellos que la hayan apreciado, se quedarán con ganas de hacer más de un visionado. Para saborearla en su plenitud, hay que dejarse llevar por la lógica de las pesadillas y leer algunas señales que el director nos ha ido dejando por el camino.
8 de agosto de 2019
8 de agosto de 2019
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me da igual todas las referencias a la cultura pop. Me da igual la cinefilia del director. Me da igual que algunos (bastantes) planos rocen la perfección. Me da igual que Andrew Garfield esté estupendo en la película. Si la película es un bodrio de un señor pedante que se cree más listo que la mayoría de los mortales, se dice y ya está.
Salvo de la quema el momento en que Andrew Garfield se despierta con un cómic de Spiderman en las manos y lo arroja lejos.
En el momento que aparece esa especie de Rey Arturo, desconecte totalmente de la película y todo lo que me contasen a partir de ahi me importaba poco o nada.
Posiblemente, It follows fue de las peores películas que vi, hasta la llegada de esta. Es lo que tiene encumbrar a alguien cuando apenas hizo nada. Luego se creen autores y todo lo que hagan después dejarán a directores como Bergman, Lynch o Dreyer como unos auténticos memos.
Salvo de la quema el momento en que Andrew Garfield se despierta con un cómic de Spiderman en las manos y lo arroja lejos.
En el momento que aparece esa especie de Rey Arturo, desconecte totalmente de la película y todo lo que me contasen a partir de ahi me importaba poco o nada.
Posiblemente, It follows fue de las peores películas que vi, hasta la llegada de esta. Es lo que tiene encumbrar a alguien cuando apenas hizo nada. Luego se creen autores y todo lo que hagan después dejarán a directores como Bergman, Lynch o Dreyer como unos auténticos memos.
19 de marzo de 2020
19 de marzo de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine lisérgico de altos vuelos, con un David Robert Mitchell que homenajea al maestro Lynch con una película cautivadora y llena de intuiciones, grata sorpresa para el consumidor mediano de este tipo de cine. Andrew Garfield hipnotiza y Riley Keough obsesiona. Aún así la obra sigue lejos del poder evocador de Lynch y se añora una trama más enhebrada.
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