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El secreto de sus ojos

Thriller. Intriga. Drama Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
Críticas 547
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10
9 de abril de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No existe sólo una sensación ni sólo una reflexión luego de ver ésta película. Y como toda película que uno alaba, deja su huella. Magníficamente contada, actuada e interpretada por cada uno de sus protagonistas. Excelente guión y dirección; al mejor estilo Clint Eastwood de a ratos, especialmente en el desenlace. Tiene magia. Sin dudas, para ver más e una vez.
10
5 de noviembre de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco más puedo yo añadir a la increíble cantidad de críticas dejadas aquí por los usuarios de esta página. No podía imaginarme que esta película me llegaría a impactar de la manera en que lo hizo. Ya hace varios días que la ví y no dejo de pensar en ella y de comentarla con mis amigos que también han tenido el placer de disfrutarla. A todos aquellos que aún no lo han hecho, no dejo de darles la lata con éso de que tienen que hacerlo ya. Hasta con mi jefe discuto sobre ella y los dos estamos de acuerdo en algo, y es que Campanella ha hecho un peliculón, así de claro. A mi jefe le enamoraron los ojos de Soledad Villamil, la idolatra. A mí Ricardo Darín me ha parecido simplemente perfecto, para enmarcarlo, sus miradas, sus gestos, su melancolía, su tristeza, todo. Ambos hacen una pareja con una química impresionante, te olvidas de que actúan, simplemente viven y tu te metes de lleno en sus vivencias, en su relación, en ese caso de asesinato sin resolver que lleva 25 años obsesionando a Darín. Pero no sólo ellos tienen el mérito de que esta película te impacte. Los secundarios están todos de premio, empezando por un Pablo Rago impresionante y un Guillermo Francella enternecedor. Javier Godino tampoco se queda atrás. A mí me ha encantado, se nota ¿verdad?. Vedla, corred, haceros con ella, es pecado mortal no verla.
7
19 de noviembre de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿No recordáis un bulo de hace tres o cuatro años que anunciaba la muerte de Juan José Campanella? No, seguro que no, porque fue una broma que me gastaron exclusivamente a mí, y lo peor de todo, me la tragué. Tampoco es que me esforzara mucho en contrastar la noticia, de primeras la tomé por buena, hasta anduve un par de días apenado porque de verdad me había gustado El hijo de la novia y me jodía que el tipo no pudiera seguir haciendo pelis.

Bueno, pues no está muerto, sigue haciendo cine, películas tan notables como El secreto de sus ojos. ¡Y qué queréis que os diga! Joder, pues ir a verla, no os vais a sentir defraudados. Yo de preferir hubiera preferido que no mareara tanto la perdiz con lo de la trama criminal, que logra mantener el interés, sí, pero en el fondo todos sabemos que es una excusa como otra cualquiera para servir de refuerzo al leitmotiv emocional del prota y su amor no resuelto. Esto es lo que verdaderamente importa, lo que Campanella sabe hacer a las mil maravillas, transmitir a través de su mirada amable y tierna el conflicto sentimental de un mismo personaje con variantes, aderezado todo ello de una generosa serie de ingeniosos latigazos de dialogo y el contrapunto cómico de un secundario de lujo como es por ejemplo Eduardo Blanco y el de este caso, Guillermo Francella, que está que lo borda, lástima que el desarrollo de la historia lo releva a un segundo plano.

Darín es el yerno soñado de gran parte de Argentina y de media España gracias a Campanella, y si éste se lo propusiera hasta un tío con tan poco carisma como Ramoncín podría ser ese yerno, porque sabe tocar como nadie la fibra sensible del espectador, animar el fondo común de los buenos sentimientos... porque sabe convertir un detalle al inicio de la película en un motivo para mojar el pañuelo antes de los títulos de crédito, porque te hace salir del cine con una sonrisa idiota y el cerebro apestando a romanticismo urbanita.
10
2 de diciembre de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que le sucedió a Asia, Latinoamérica comienza a despertar definitivamente de su letargo cinematográfico. Quizás sea Argentina uno de sus países que más éxitos ha cosechado en los últimos años y uno de sus mejores representantes Juan José Campanella. El director de El mismo amor, la misma lluvia o Luna de Avellaneda regresa a la gran pantalla del mejor modo posible, con un film policíaco que no renuncia a la sensibilidad de sus anteriores trabajos. El secreto de sus ojos es un verdadero tesoro de celuloide. Quizás sea esta la película clave para convencer a todos aquellos que aún recelan del cine que hacen nuestros hermanos del otro lado del Atlántico.

La historia -basada en un texto del novelista Eduardo Sacheri, que también se ha ocupado de adaptarlo al guión- nos presenta a Benjamín Espósito, un antiguo secretario de Juzgado reconvertido en escritor. Tras muchos años de ausencia, Benjamín regresa a Buenos Aires ya jubilado, dispuesto a reencontrarse con su antigua compañera de trabajo, la adinerada y exitosa Irene Hastings. Lo que comienza siendo el recuerdo de un asesinato que quedó sin resolver termina llevando al protagonista a repasar su propia historia, su propio pasado inacabado en el que todavía queda una última página por escribir.

El primer acierto de la película es un guión espléndido, bien hilado, sin engaños ni vueltas de tuerca innecesarias. El secreto de sus ojos rescata la esencia del cine negro americano de los años cincuenta sin renunciar por ello a un carácter profundamente latino. Campanella no solo se las apaña para mezclar con éxito thriller, drama romántico y comedia, sino que lo hace además a través del tiempo. Las constantes transiciones entre presente y pasado gracias a los objetos cotidianos como la máquina de escribir, el sonido del teléfono o las mismas frases y gestos de los protagonistas están perfectamente enlazadas. El toque de humor lo ponen unos trabadísimos diálogos, perfecto exponente de ese humor ácido argentino que tanto gusta en nuestro país.

Esta película confirma la excelente salud del cine latinoamericano en general y del argentino en particular. Juan José Campanella ha creado un clásico instantáneo, una película que huele a gran cine desde su mismo comienzo. Con un argumento perfecto, unas interpretaciones superlativas y una dirección inspiradísima, El secreto de sus ojos se basta y sobra para meter al espectador en la película y coronarse como la mejor producción argentina de los últimos tiempos. Solo alguien que ama profundamente el cine es capaz de rodar una película como ésta: Al igual que los personajes del film, Campanella es incapaz de cambiar de pasión, esos secretos que cuentan los ojos -que lo mismo expresan un amor imposible que delatan a un asesino- o esa letra que falta para convertir lo que se teme en lo que se ama.
Keichi
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Al éxito del film contribuyen unos actores que trascienden de su condición para convertirse en los personajes que interpretan. Ricardo Darín hubiera merecido una Concha de Plata en San Sebastián por ese Espósito eternamente enamorado e indeciso. Al mismo nivel está Soledad Villamil, que lo expresa absolutamente todo con sus miradas, resultando en una química con su compañero de reparto nada habitual. Por supuesto, no se quedan atrás un Guillermo Francella absolutamente fantástico dando vida al alcohólico y genial Pablo ni Javier Rodino y Pablo Rago como el inquietante asesino y su atormentado persecutor. Hasta los pequeños secundarios están inmensos.

Para rematar la jugada, la película está increíblemente bien rodada, en un constante suma y sigue de escenas memorables: La ejecución de Pablo, ese momento de tensión insostenible en el ascensor con el asesino sacando el cargador de la pistola, la puerta abierta que deja tras de si el infierno silencioso del cautivo y su carcelero o esa otra puerta cerrada que confirma el amor largamente acariciado. Da la impresión de que Campanella haya querido experimentar con diversas técnicas cinematográficas, desde la cámara lenta en la estación del tren hasta ese increíble plano secuencia de la persecución en el estadio de fútbol, casi equiparable (trucos digitales incluidos) a la de Alfonso Cuarón en Hijos de los hombres. Es solo otro logro más de una película en la que todo es perfecto, desde el esclarecedor título hasta la ambientación de la convulsa argentina de los años setenta pasando por la música de Federico Jusid y Emilio Kauderer que deja caer sus notas de piano en el momento preciso.
9
7 de diciembre de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medio camino entre una trama judicial, una experiencia vivida años atrás, un amor imposible y una obsesión por resolver un caso de violación y asesinato inconcluso nos encontramos al protagonista de El secreto de sus ojos, en una mezcla bien estructurada de un cine oscuro que ofrece pinceladas de intriga, amistad, romanticismo y suspense, sin pasar por alto el humor argentino del que no podemos hacer caso omiso en esta cinta de coproducción argentino-española. Grandes interpretaciones, destacando a Ricardo Darín como Benjamín Espósito, y a su compañera de reparto, Soledad Villamil, en el papel de Irene.

Un guión excepcional que hace pensar y reflexionar en muchos sentidos, que no pierde ritmo en minuto alguno y que trata de temas asuntos tan variopintos como las pasiones, el amor, la lealtad, la justica o la venganza, todo ello granjeado con una conexión precisa y perfecta de todos los temas que hacen de ésta una película muy completa, a pesar de los cambios temporales que en ella se producen, como ocurre con el ambiente general que rodea la cinta entre lo clásico y lo moderno.

Un film lleno de emoción y sentimiento con un final impresionante que no puede dejar indiferente a nadie.

Añadir, por último, que cuenta con una gran banda sonora del compositor y pianista Federico Jusid, que acompaña las imágenes durante el largometraje.

En definitiva, una obra maestra de los últimos tiempos. Gracias Campanella.
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