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Detour

Cine negro. Thriller. Intriga La vida de Al Roberts, un pianista de Nueva York, se convierte en una pesadilla cuando decide hacer auto-stop para buscar a su novia que vive en Los Ángeles. Lo que Roberts no puede imaginar, es que su periplo se verá envuelto en una serie de problemáticos acontecimientos que acabarán arrastrándolo a una situación límite. (FILMAFFINITY)
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
11 de abril de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edgar G. Ulmer perteneció al “selecto club” de cineastas como Joseph H. Lewis o Phil Kharson, que habitualmente realizaban películas policíacas y cine negro de serie B, que en mi opinión, no desmerecen de otros cineastas de mayor fama, solamente se diferenciaban en que trabajaban con presupuestos muy bajos, muchas veces para pequeñas productoras, por lo que tenían que utilizar la capacidad de improvisación, más audacia e imaginación para ajustarse a los medios con que disponían, pero que a cambio disfrutaban de mucha más libertad artística para expresarse y experimentar estilos y formulas que en el cine de gran presupuesto era impensable. De estos artistas han salido pequeñas joyas de culto como “El demonio de las armas”, “Testimonio fatal” o este siniestro thriller que es “Detour”.

Ulmer era ayudante de Murnau y siguió a éste cuando emigró a Hollywood, colaborando para Murnau en “Amanecer”. En el estilo de Ulmer, su narrativa predilecta es el “flash back”, ya fuera organizando todo el relato en tiempo pasado, dándole sentido con una explicación final de los hechos, o puntuando la acción con recuerdos que otorgan a la historia un peso dramático específico. El arranque nihilista de “Detour”, con la imagen de su protagonista caminando, abatido y en penumbra, por la carretera, y su posterior explicación desde ese típico bar de la serie negra, es la recapitulación de una autentica pesadilla. El “flash back” con la voz en off del protagonista, Al Roberts (Tom Neal) le da al film un subjetivismo fatalista y un desasosiego estremecedor.

Una película insólita, nocturna y tenebrosa, llena de niebla y bruma, donde la iluminación heredada de los maestros expresionistas, fortalecen en grado sumo la tenebrosa amargura del destino. Aquí también hay mujer fatal y ambiciosa, Vera (Ann Savage) perversa y manipuladora ante un hombre pasivo, pusilánime que no es capaz de tomar la iniciativa, que ve como se esfuma irremediablemente el sueño de reencontrarse con su amada, con gesto desencajado lamentándose y dejándose llevar por el azar. Una canción como “leit-motiv” que adereza constantemente el drama. El cine Ulmer guarda similitudes con el de Fritz Lang, encuadres precisos y desnudos de artificiosidad, elipsis prodigiosas a la hora de narrar, una atmósfera asfixiante de sombras que recuerda a Robert Siodmak en sus angustiosos thrillers.

Es evidente que en el film se percibe la escasez de medios (65 minutos de duración), que son sustituidos por imaginación y audacia narrativa, los pequeños detalles cuentan mucho en la historia, como los teléfonos, se hable o no por ellos, las miradas, los gestos, la forma de presentar a los personajes, la historia es hipnótica, desde el primer momento te atrae y subyuga. Ulmer rodó la película en seis días, bien es cierto que había ensayado con los actores durante un mes, aún así, un milagro de eficiencia. Esta película ha influido mucho en otros cineastas y películas posteriores a 1945, estoy pensando en películas como “La jungla de asfalto”, “Retorno al pasado”, y en cineastas como Robert Aldrich o David Lynch. En definitiva, una película minimalista que nos sumerge en un mundo irracional, claustrofóbico, laberintico e imposible de escapar.
Antonio Morales
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20 de enero de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribir sobre "Detour", es no sólo escribir sobre uno de los clásicos más incontestables de la serie B, sino hacerlo sobre todo un clásico de la historia del cine en general, y del género negro en particular.

"Detour" es una película negra, como lo son todas las películas de perdedores, un film donde el destino marca un camino sórdido y trágico a un protagonista que anhela algo mejor que nunca alcanzará.

Edgar G.Ulmer, curtido en la UFA, y especializado en películas de terror y serie B, compone un relato perfecto, donde la tensión, el drama y la incertidumbre se mantienen en todo momento, una historia efectiva, que va al grano y llena de acertados giros.

Poco más, hay que verla, disfrutarla y comprobar como es posible contar tanto y tan bien en poco más de una hora, solo hace falta talento, y una buena historia.
zymu
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23 de febrero de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Detour (el desvío) es una película singular y a la vez prototípica dentro del género del cine negro. El director de ella es Edward G Ulmer, y no es norteamericano. Como muchos de sus compañeros de profesión, Ulmer, de origen Austrohúngaro, tuvo que huir de su país para buscar fortuna en Hollywood. Pero la diferencia entre él y otros como Billy Wilder, es que Ulmer siempre trabajó para pequeñas productoras y elaborando numerosas películas de serie B. Su único proyecto enmarcado dentro de un gran estudio fue la interesante Black Cat (titulada en español Satanás), realizada en el 1934 bajo el sello de la Universal.

Detour es una película más dentro de las muchas que realizó Ulmer, pero seguramente se trata de la mejor de todas ellas. Rodada en apenas veintiocho días y con un presupuesto muy menor (apenas encontramos tres actores principales en la película),Ulmer supo tocar y encajar todas las piezas para formar una película que vista aún hoy en día aún sigue impresionando en ciertos aspectos.

Detour es cine negro en su máximo esplendor. Nuestro protagonista principal, interpretado por Tom Neal, es un artista que realizará un largo viaje atravesando medio Estados Unidos para llegar a Los Ángeles, donde habita la mujer que ama. Desgraciadamente el viaje será lo menos apacible posible.

Pese a la condición soprendente de nuestro protagonista, que es músico y no un detective privado, el personaje responde a los cánones habituales del cine negro. Gran parte de su perfil responde al antihéroe habitual en estas películas (en la secuencia inicial del film ya nos encontramos las rudas maneras de nuestro personaje) y no es un personaje cargado de virtudes, sino un simple ser humano al que el destino (como remarcará él mismo en la escena final) le ha jugado unas cuantas malas pasadas. Por si fuera poco, el que Ulmer se moviera dentro del terreno de la Serie B también le permitió jugar con detalles morbosos y un lenguaje poco elegante que una producción de mayor presupuesto seguramente no habría sido posible. No es extraño que la película incluya alguna frase bastante soez, así como una invitación sexual (que realiza la pícara protagonista interpretada por Ann Savage invitando gestualmente a Tom Neal a que le acompañe a la cama) que sigue sorprendiendo hoy en día. La voz en off, otro recurso muy recurrente en el cine negro, es el acompañamiento perfecto que emplea Ulmer para cubrir todo este largo flashback que al fin y al cabo es donde hay gran parte de la película.

Desvío es una película de una duración más bien corta (apenas sobrepasa la hora de metraje) y que se inicia con un largo flashback con el que Tom Neal abre la película. Pese al presupuesto reducido con el que contaba Ulmer para realizar el film, realmente consiguió crear una atmósfera muy sorprendente, utilizando algunos movimientos de cámara y encuadres muy sorprendentes. La escena inicial ubicada en el bar resulta paradigmática en este aspecto. Ulmer necesita centrarse en el drama personal de nuestro personaje, y mediante una gran utilización de la sombra, recorta a nuestra figura del bar, así como diversos objetos (como la máquina de música, que recuerda una antigua melodía que tenía una gran importancia para nuestro personaje) para crear un efecto estético de primer nivel. Es cierto que después de esta gran secuencia inicial la película medirá mucho más estas aportaciones (y el largo trayecto en coche está realizado con medios muy limitados).

La aparición de la mujer fatal también hace su acto de presencia. Ann Savage se entera del asesinato involuntario (aunque nunca queda claro como muere el jugador de apuestas, ni falta que hace) que ha cometido nuestro protagonista, y decide chantajearlo. La relación que se establece entre los dos es sin duda muy especial. Ann Savage representa un personaje totalmente odiable, una figura desquiciada que sólo se mueve por la codicia y que boicotea de manera sistemática a nuestro personaje, y sin embargo, intuimos que siente algo más por él (como ya he comentado hay una sutil invitación sexual por su parte). Ulmer decide cortar la relación entre los dos con una magnífica secuencia final, llena de creatividad.

Así pues Detour es una película que me atrevo a intuir que su singularidad queda marcada por los recursos con los que Ulmer hubo de afrontar la película. Aunque en un primer momento podamos pensar que el escaso presupuesto influyó de manera negativa, Ulmer logra conjugar una serie de factores que elevaron la película por encima de muchas otras películas del género.

http://neokunst.wordpress.com/2014/02/23/detour-el-desvio/
Kyrios
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17 de abril de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El férreo destino, al final, lo gobierna todo. Muchas veces creemos que elegimos y gobernamos nuestras vidas, pero estamos equivocados, ya que, como en esas pesadillas en que hay un mal prefijado al que sucumbimos paulatina y fatalmente, las desgracias nunca vienen solas. En tales casos las casualidades se tornan causalidades en un diseño cósmico que nos abruma con su colosal horror. En estos momentos es cuando nos sorprendemos pellizcándonos por si habitamos en un sueño. El desvío a la desgracia es el sino del ser humano. Condenados a desear, jamás cumpliremos nuestros deseos más anhelados, como el autoestopista que se expone a que el fortuito encuentro le separe de su destino. La muerte es la parada final y su aciaga presencia clandestina brinda cínicamente el fruto envenenado de una ilusoria felicidad, tanto más amable como desgarrador será el desvanecimiento de la apariencia. La escasez de dinero, potencialidad pura, libertad concentrada, se empleará en repetidas ocasiones para intensificar la claustrofobia. El sísifo autoestopista escoge lo que la muerte le dicta en sucesivos actos de falsa libertad. Primero eligirá no ser libre para ser otro hombre. Después decidirá unir su destino a la femme fatale, embajadora de la muerte y la necesidad. La historia se nos cuenta con la artificiosa libertad del relato, donde es tan fácil encubrir la causalidad con el libre albedrío y, ante la desmesura de las funestas desdichas, se llega a desconfiar de tanta mala suerte, y a pensar si no será todo la mera racionalización de la coartada de un autoestopista asesino que podríamos ser cualquiera de nosotros.
Talladal
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21 de junio de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No todos los centroeuropeos que recalaron e impulsaron el cine norteamericano en la primera mitad del pasado siglo fueron cabeza de león. Algunos como Ulmer acabaron siendo cabeza de ratón y ejercieron su arte en las películas de serie B o Z.
Ulmer puso todo su saber mamado de sus contemporáneos con los que trabajó como Max Reinhardt, Lang, Mornau, etc al servicio de dignificar cintas de presupuestos y guiones infumables donde su capacidad creativa como decorador y su imaginación expresionista sacaron petroleo de donde no lo había.
Una de estas cintas fue este noir atípico en la época de los grandes títulos del género que siendo indudablemente una mala película cuenta con los suficientes hallazgos estilisticos de Ulmer para conseguir una atmósfera desasosegante al servicio de un guión que probablemente sin pretenderlo es lo suficientemente ambiguo para que el espectador imagine la película que no es y se de por satisfecho. La escasez de medios hace que los clichés del noir tomen un rumbo que anticipa un naturalismo inspirador y que acaba a la postre por convertir la cinta en una película de culto.
El empujón que le dio Truffaut y cia al cine de Ulmer y la labor de revalorización de la obra por parte de su hija en los últimos años han contribuido a contemplar las series B de Ulmer con criterios al alza.
Rodada en 6 día con un Tom Neal poco afortunado en su rol de hombre apocado e inocente manejado por los hilos del destino imprevisible que en su vida privada le llevó a ser condenado por el homicidio de su tercera mujer y una Anna Savage que es la que saca mayor rendimiento a un personaje por el que fue recordada con cariño en su longeva vida.
ELZIETE
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