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El asesinato de un corredor de apuestas chino

Drama Cosmo Vitelli, un veterano de la Guerra de Corea (1950-1953) con deudas de juego, posee un local de striptease en Las Vegas. Cuando pierde 23.000 dólares en una partida ilegal, sus acreedores le sugieren que pague la deuda con un asesinato. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
19 de abril de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mis expectativas no eran muy altas después de las críticas que había leído, y el visionado de la película ha confirmado mis temores.

La historia podía haber dado para una película convencional interesante, manteniendo la lograda estética feísta de los peores 70's (lo único rescatable de la cinta), pero Cassavetes, como las cabras, tira para el monte y trata de recrear Shadows y Faces, con un resultado claramente fallido.

El film resulta inconexo, con un ritmo irregular que nunca acaba de fluir, con escenas que se hacen pesadas y un metraje total demasiado largo. Además, el final creo que es el típico que deja frustrado al espectador.

En suma, recomiendo verlo sólo a los que les interese la filmografía de Cassavetes.
Ottis B Driftwood
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13 de febrero de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El dueño de un club nocturno pierde jugando al póker y adquiere una deuda de 23.000 dólares. Como no puede pagarla, accede a realizar un trabajo.

Cassavetes apostó por el cine negro y le salió estupendamente: la película es puro noir, pero también rezuma su personalidad -montaje brusco, profusión de planos cortos, narración algo errática, anticonvencional-. El director sabe extraer lirismo de las cloacas; su cámara nerviosa se recrea en ambientes sórdidos que apestan a alcohol, atmósferas malsanas donde flota el humo de los cigarrillos, lugares impregnados de sudor y derrota. El argumento no es original pero te atrapa, la trama resulta fácil de seguir, el desenlace se llena de metáforas y ambigüedades, siempre con el protagonismo absoluto de un gigantesco Ben Gazzara, quien impone su hermética presencia y enorme carisma a cada instante.

Quizá le sobren un par de conversaciones que se alargan en demasía, ciertas divagaciones de los personajes cuando ya no queda nada que añadir a lo dicho, algunas escenas que duran demasiado sin aportar cosas nuevas, pero se trata de pequeños detalles que apenas molestan y se le perdonan. Plantea una interesante reflexión sobre el oficio del creador y su relación con "la obra", sobre los peajes que debe pagar para practicar su arte. A eso se le suma cierto aire decadente y un erotismo de bar de carretera durante las actuaciones de Mr. Sophistication y las chicas, jaleadas por un público ávido de carne. Y un suspense hábilmente construido cuando llega la acción.
Jackie Daytona
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28 de agosto de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mitad de la noche, tras llegar a una gasolinera y con un plan de ejecución en su cabeza que no entiende muy bien, el sr. Cosmo Vittelli se aproxima a una cabina para llamar a su propio club, el Crazy Horse West, e insta a un subalterno a, básicamente, contarle cómo están las cosas.
Las cosas, de hecho, se están yendo al traste...

Ese momento, fugaz, de pequeña ruptura con la misma trama que se está desarrollando, no es sino la manera natural del personaje de afrontar esa situación, y resulta fácil de aceptar porque ya le conocemos; el cine debería siempre poseer estos momentos, para alcanzar algo a priori imposible: la naturalidad absoluta. Esto nunca fue un desafío para John Cassavetes, quien superó los disgustos del rechazo de "Una Mujer bajo la Influencia" por productores y distribuidores tras ver a críticos rendirse ante ella y ser nominada en los Oscar, sólo para embarcarse en otro proyecto también de lo más difícil...
Esta vez fue a cumplir un anhelo desde hacía años, desde que imaginó junto a su colega Martin Scorsese un film de gángsters y nunca se atrevió a llevarlo a cabo; acostumbrado a dinamitar los géneros como sólo él sabía, esta era la ocasión para hacerlo con uno cuyo convencionalismo, según el canon de Hollywood, exigía ejecutarse desde el puro entretenimiento. Hollywood iluso. Regresa a sus brazos, contrariado, confuso, ese actor de pura sangre que es Ben Gazzara, encarnando al protagonista, a todos los efectos un doble muy mal disimulado del propio director, pero sin saber cómo hacerlo; y la clave para conectar con el personaje está en la dilatación del tiempo que permanecemos junto a él.

De título atractivo, directo, "The Killing of a Chinese Bookie" perpetúa la audacia del neoyorkino en su búsqueda de desafío íntimo. Su cámara registra un movimiento fluido desde lejos, Cosmo se acerca a una cafetería cualquiera de Los Angeles y paga una deuda que ha durado años; el reclamador, en un ejercicio de solemne mordacidad, es Al Ruban, productor de la película. A partir de aquí nos vamos introduciendo en algo que los descerebrados incapaces de entender a Cassavetes afirman es "un conjunto vacío carente de trama"; pero lo importante aquí es que la trama la crean los personajes, ya que hemos entrado en sus vidas. Una etapa de sus vidas, para ser más concretos.
No se explota una herramienta del género, el género va creciendo y tomando forma, se intenta rascar la superficie y llegar a un hueso. Primero hemos de conocer la razón de su existencia aquí; para ello hemos de pegarnos a la existencia de Cosmo, el resignado dueño de un club al que le gusta luchar contra los avatares con una sonrisa perpetua acompañada de una fanfarronería que es pura fachada. Gazzara no lo comprendía en primera instancia, sólo necesitó la rabiosa honestidad del cineasta para ver que se trata de un tipo que mantiene su confianza en sí mismo cuyo alrededor le oprime y deja al descubierto su tremenda debilidad.

Igual que él creía en su cine y en su arte contra las imposiciones de un círculo de ignorantes (el de Hollywood) con la mente atestada del beneficio comercial, Cosmo cree en su club y en su espectáculo contra aquellos mafiosos y usureros que se lo desean arrebatar y ese público que acude buscando la fácil vulgaridad en lugar de ir un poco más allá.
Mientras en los cutres, trasnochados y ridículos espectáculos de cabaret organizados con un cartel torcido que dice "París", él ve Paris, él ve la Ciudad de las Luces porque eso es en lo que cree. Pero nadie más lo ve, ni las pobres chicas que malviven pegadas a él y sus obsesiones narcisistas.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Igual que lo que busca el público del club, una fácil satisfacción, el director sólo tuvo que mutilar su trabajo en la sala de montaje y poco tiempo después todos lo alabaron, demostrándose una vez más la ignorancia de las masas y la nula atención que gana el arte.
En este sentido, la metaficción de "Chinese Bookie" posee una fuerza auténtica y corrosiva.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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16 de mayo de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia es potente, los personajes trabajados, el desarrollo no da tregua... Me encanta la suciedad, lo sórdido, cuanto tiene de frontera entre lo legal y lo prohibido, entre el espectáculo de variedades y la prostitución descarada. Días después seguía pensando en ella y en el monólogo con el que nos regala el protagonista cuando es consciente del final del camino, un pobre hombre. Advierto, por si no quedase claro, que no es nada complaciente y que para este tipo de historias hay que tener el paladar entrenado. En una palabra: poco conocida, un título desafortunado, mucha calidad. A descubrir.
Saltafungus
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17 de junio de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un nuevo universo de cine palomitero, secuelero, comiquero y videojueguil, se agradece la existencia de héroes cuyo trabajo dio al género cinematográfico el título de séptimo arte. Allí tenemos por ejemplo a John Cassavetes, uno de esos esforzados directores que se tomaban la molestia de intentar hacer cine. Llevaba tiempo detrás de su película con título más sugerente, la que ahora nos ocupa. La espera ha tenido recompensa y castigo al mismo tiempo, aunque no con la misma intensidad.

Una película oscura, que se mueve por callejones nocturnos, clubs de mala nota y lugares semi-abandonados. El aire a serie B o incluso a telefilm puede llegar a detectarse, pero no le hace ni bien ni mal. Lo más extraño de todo es un montaje un tanto peculiar, que a veces parece pegar saltos, y un abuso de los primeros planos, especialmente cuando la escena tiene lugar sobre el escenario del club, con números extravagantes y un punto de erotismo, en los que Cassavetes se recrea excesivamente. Se respira una atmósfera cercana al surrealismo en la mayor parte del metraje, lo que unido a los espectáculos representados, las cortinas y el perfil especial y casi onírico de los personajes principales, sobretodo protagonista y antagonistas, hace que se venga a la mente al bueno de David Lynch. Si realmente esta película fue una fuente de inspiración o no habría que preguntárselo a él.

El atlas que sostiene el peso de esta singular historia es un enorme Ben Gazzara, como el sufrido, entregado, paternal y siempre amable dueño de un club de striptease, al que considera su hogar; una Rachel que es su mujer, un “Mr Sophistication” que es su padre, unas bailarinas y camareros que son sus hijos. El jefe hará lo necesario para proteger a su hogar y su familia de sus propios errores, siempre manteniendo la cercanía, la sonrisa.

Por momentos puede resultar monótona, casi rozando el tedio; pero se cuece a fuego lento para que el resultado global sea del agrado del cinéfilo (del público en general no sabría que decir). La parte en la que se lleva a cabo el crimen contra un líder de la Tríada y desde allí hasta el adecuado final, que parece sacado de un sueño, es lo mejor que ofrece este especial thriller.
Hanshiro Tsugumo
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