Los canallas

Con una filmografía que hasta su anterior película, Una mujer en África, no había conocido distribución comercial en España, la directora francesa Claire Denis, en cambio, se había ganado un puesto de honor entre la cinefilia mas exigente como una de las voces más sugerentes y provocadoras del actual cine europeo. Películas como Beau Travail, El intruso o 35 Rhums abrieron el camino para que finalmente su cine llegara a estrenarse comercialmente gracias, como he dicho, a Una mujer en África, aunque fuera con bastante retraso.
Con mucha mayor puntualidad (todavía no ha pasado un año desde que se viera por primera vez en el pasado Festival de Cannes) llega su última película, Los Canallas, que algunos esperaban como agua de mayo en el festival francés y que, en cambio, provocó entre los críticos una mayor división de opiniones de la esperada.
En mi caso es la primera vez que veo una de sus películas y, aunque sin entusiasmo, me ha parecido más interesante de lo que en principio esperaba, sobre todo después de leer algunas de las opiniones más negativas que sobre ella se habían publicado, y que hablaban de una película muy críptica e incomprensible. No es, ni mucho menos, para tanto, y Los canallas es una muestra de cine negro muy retorcida e incómoda, y rodada con un magnetismo sugerente que te impide desconectar hasta la brutal secuencia final.
La historia comienza con el suicidio de un hombre. Su mujer decide contactar con su hermano para que la ayude en el trance ya que, además, luego sabremos que su hija está internada en un centro psiquiátrico. Su hermano se instala en París, concretamente en el mismo edificio donde vive la amante del hombre al que consideran responsable del suicidio de su cuñado. A partir de ahí el protagonista irá descubriendo una oscura red de mentiras y secretos que envuelven a su familia, y en la que él también se verá envuelto.
El desarrollo de la trama no abunda en información, y aunque hay algunas importantes elipsis, no resulta del todo complicado dejarse enganchar por una historia que a medida que va avanzando nos deja ver cada vez más detalles hasta ser capaces, al final, de componer un relato bastante sólido. También frío y distante en su exposición, y oscuro y desagradable en su contenido. Todo esto obviando algunos momentos, planos fugaces en algún caso, que pueden confundir al espectador, y que no tengo claro, al final, que lugar ocupan en la historia. Tal vez solo sean ganas de provocar de la directora, o sencillamente que yo me he perdido alguna lectura mas profunda más allá de la obvia.
En cualquier caso el punto fuerte de Los Canallas, y el que le da cierto carácter y personalidad a la propuesta, es la atmósfera lograda por Claire Denis. Con un tono opaco, las imágenes de la película dicen a veces más sobre el enfermizo relato de lo que la propia historia nos cuenta. Y gracias a ello nuestro interés no decae por más que el ritmo de la narración pueda parecer un tanto mortecino en ocasiones. Además la rocosa jeta del actor Vincent Lindon se adapta perfectamente a las necesidades de su personaje, y su presencia (no tanto la de Chiara Mastrioani) es plus a la hora de dejarse envolver por la intriga.
No es que Los Canallas haya servido para colocar a Claire Denis entre mis directores europeos favoritos, ni siquiera entre los franceses, pero sí ha servido para perderle el miedo a una directora que, por lo que había leído sobre su cine, me imponía bastante respeto.

Claire Denis, tiene ya una edad y un estatus profesional reconocido que le permite pasar de todo y hacer lo que le viene en gana. Ese ansia de experimentación siempre es loable lo cual no quiere decir que el resultado sea acertado y mucho menos brillante. Personalmente este trabajo me parece fallido. La importancia de lo que nos cuenta, subrayado ya desde el principio con ese título, "Los hijos de puta" que aquí se ha suavizado, queda enterrada por un ejercicio de estilo formal, sobrealimentado de elipses marca de la casa, que ocultan deliberadamente los entresijos de unos personajes a los que exigimos explicaciones y que la directora y guionista nos escamotea en beneficio de su propio protagonismo como realizadora.
Denis deja poco margen a los actores para expresarse y es una pena que la estupenda Lola Creton y su personaje queden relegados a un simple desnudo ambulante. Vincent Lindon, otro excelente actor intenta zafarse de la estricta planificación sin conseguirlo. El asunto es previsible desde el primer momento y el enigma si esa fuera una baza, queda descartado. Al final el proceso de destilación fílmica ha hecho que se evapore el amargo licor que condensaba el asunto.