El secreto de sus ojos
2009 

8,1
90.889
Thriller. Intriga. Drama
Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2009
22 de noviembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿Qué temes, Benjamín? Aquí hay un papelito que dice 'temo' "
"No... Es una prueba que escribí medio dormido, una tontería..."
Poco después se encienden las luces de la sala, y uno ya se da cuenta de que acaba de asistir a una lección de cine.
Esta película es virtuosa en su empleo de la técnica cinematográfica. No sólo por su cuidada música o alguna secuencia como la del campo de fútbol donde combina el uso de cámara en helicóptero, grúa y steadycam de modo espectacular, sino porque a lo largo de todo el metraje subraya sutilmente lo que importa. La importancia de los ojos. Juega la fotografía con su composición de imágenes a ese subrayado, para lo que usa el foco selectivo -enfocando o desenfocando- y se vale de objetos o partes del cuerpo en primerísimo plano tapando parcialmente el objetivo de la cámara. Así se hace dueña la pantalla también de nuestros ojos: nos lleva a mirar el detalle que algunas veces está a la izquierda, a la derecha, en el centro, en primer plano, al fondo... Todo sirve además para mostrarnos el alma de los personajes, las arrugas de sus rostros, el paso del tiempo y las huellas que deja en las personas cada marca del pasado, cada sufrimiento, cada sentimiento... Nos enseña a mirar desde fuera a dentro.
La dirección de actores es tan elaborada como discreta, pues las interpretaciones aparecen tan naturales e intensas a la vez que nos sentimos inmersos alternativamente -según el flashback nos hace retroceder o volvemos al presente que resolverá la trama- en ese Juzgado de Argentina entre finales del último gobierno peronista poco antes del golpe militar del 76 y el comienzo de un nuevo siglo. Por supuesto, el reparto hace esa tarea sumamente sencilla, sobre todo gracias a unos Darín, Villamil y Francella que nos obsequian con actuaciones moviéndose a la perfección entre lo trágico, la intriga y las justas dosis de una comicidad cómplice. Mezcla ésta de tres tonos narrativos que no son sino otro mérito que el guión combina perfectamente.
El argumento es tan rico en matices como el empleo de la técnica. Otra vez la importancia de los ojos, o mejor, del alma reflejada en ellos. Los del asesino, los de la víctima, los de la abogada y su secretario, los del esposo de la víctima... Nos hablan de pasiones. Pasiones que se entremezclan entre amor, dolor y concepto de justicia, dando algo en lo que reflexionar.
Vestido de thriller y misterio, Campanella nos habla en realidad de lo que demostrara que se le da tan bien desde "El hijo de la novia": los sentimientos profundos. Porque ésta es por encima de todo una película de amor. El que se esconde entre dos figuras borrosas cuyas manos se unen separadas por el cristal de la ventanilla de un vagón de tren, y que se entrelaza con el amor perdido de Ricardo Morales por Liliana Colotto el día que alguien trastocó una sonrisa de ángel en una mueca de sangre, mientras que una máquina de escribir en la que la letra "a" no funciona aporrea cada sentimiento sobre el papel.
"No... Es una prueba que escribí medio dormido, una tontería..."
Poco después se encienden las luces de la sala, y uno ya se da cuenta de que acaba de asistir a una lección de cine.
Esta película es virtuosa en su empleo de la técnica cinematográfica. No sólo por su cuidada música o alguna secuencia como la del campo de fútbol donde combina el uso de cámara en helicóptero, grúa y steadycam de modo espectacular, sino porque a lo largo de todo el metraje subraya sutilmente lo que importa. La importancia de los ojos. Juega la fotografía con su composición de imágenes a ese subrayado, para lo que usa el foco selectivo -enfocando o desenfocando- y se vale de objetos o partes del cuerpo en primerísimo plano tapando parcialmente el objetivo de la cámara. Así se hace dueña la pantalla también de nuestros ojos: nos lleva a mirar el detalle que algunas veces está a la izquierda, a la derecha, en el centro, en primer plano, al fondo... Todo sirve además para mostrarnos el alma de los personajes, las arrugas de sus rostros, el paso del tiempo y las huellas que deja en las personas cada marca del pasado, cada sufrimiento, cada sentimiento... Nos enseña a mirar desde fuera a dentro.
La dirección de actores es tan elaborada como discreta, pues las interpretaciones aparecen tan naturales e intensas a la vez que nos sentimos inmersos alternativamente -según el flashback nos hace retroceder o volvemos al presente que resolverá la trama- en ese Juzgado de Argentina entre finales del último gobierno peronista poco antes del golpe militar del 76 y el comienzo de un nuevo siglo. Por supuesto, el reparto hace esa tarea sumamente sencilla, sobre todo gracias a unos Darín, Villamil y Francella que nos obsequian con actuaciones moviéndose a la perfección entre lo trágico, la intriga y las justas dosis de una comicidad cómplice. Mezcla ésta de tres tonos narrativos que no son sino otro mérito que el guión combina perfectamente.
El argumento es tan rico en matices como el empleo de la técnica. Otra vez la importancia de los ojos, o mejor, del alma reflejada en ellos. Los del asesino, los de la víctima, los de la abogada y su secretario, los del esposo de la víctima... Nos hablan de pasiones. Pasiones que se entremezclan entre amor, dolor y concepto de justicia, dando algo en lo que reflexionar.
Vestido de thriller y misterio, Campanella nos habla en realidad de lo que demostrara que se le da tan bien desde "El hijo de la novia": los sentimientos profundos. Porque ésta es por encima de todo una película de amor. El que se esconde entre dos figuras borrosas cuyas manos se unen separadas por el cristal de la ventanilla de un vagón de tren, y que se entrelaza con el amor perdido de Ricardo Morales por Liliana Colotto el día que alguien trastocó una sonrisa de ángel en una mueca de sangre, mientras que una máquina de escribir en la que la letra "a" no funciona aporrea cada sentimiento sobre el papel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Porque unque he p s do mi vid cerc de ti y no he s bido decirte lo que signific s, hor que he comprendido que nunc es t rde, hor que conozco el dolor de l pérdid , hor es cu ndo por fin puedo escribir que te mo.
14 de marzo de 2010
14 de marzo de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película. Galardonada con un oscar a la mejor película extranjera (feb-2010) con todo merecimiento.
La historia que nos narra es apasionante y además bastante original, porque pocas veces los protagonistas y héroes de un filme han sido unos funcionarios de un juzgado. En ellos se centra el argumento, en sus deseos de justicia por encima de la "injusta Justicia" o poder oficial burocrático; en su investigación más allá de sus obligaciones y sueldos por hacer luz en un asunto que el papeleo, la corrupción y la falta de sensibilidad típica de la justicia "desalmada", pasan por alto o dan el carpetazo.
Muy aconsejable, porque se trata de una película que no defrauda al espectador.
La historia que nos narra es apasionante y además bastante original, porque pocas veces los protagonistas y héroes de un filme han sido unos funcionarios de un juzgado. En ellos se centra el argumento, en sus deseos de justicia por encima de la "injusta Justicia" o poder oficial burocrático; en su investigación más allá de sus obligaciones y sueldos por hacer luz en un asunto que el papeleo, la corrupción y la falta de sensibilidad típica de la justicia "desalmada", pasan por alto o dan el carpetazo.
Muy aconsejable, porque se trata de una película que no defrauda al espectador.
19 de septiembre de 2010
19 de septiembre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me habían dicho que me iba a gustar y se quedaron cortos. Tiene intriga y humor. Tiene amor y política. Es una historia de amistad y de ética. A ratos divierte, emociona, indigna, inquieta y te obliga a tomar partido. Los protagonistas... la pareja increible, el mejor borracho sin grandes gestos, el inolvidable narrador de partidos de la barra del bar, el marido que sigue enamorado, los corrruptos y el asesino chulo e inmoral.
La historia con un guión increible nos va presentando los personajes y sus relaciones, los hechos y la investigación, la realidad política que nos sigue rebelando, violencia, muerte, huida y la condena más terrible y una frase para la historia del CINE "Digale que al menos me hable".
Si no la has visto hazte un favor y ya me daras las gracias
La historia con un guión increible nos va presentando los personajes y sus relaciones, los hechos y la investigación, la realidad política que nos sigue rebelando, violencia, muerte, huida y la condena más terrible y una frase para la historia del CINE "Digale que al menos me hable".
Si no la has visto hazte un favor y ya me daras las gracias
21 de noviembre de 2014
21 de noviembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me debía y le debía a Campanella un eterno reconocimiento.
Cuando vi la película en 2009, creía que algunas críticas exageraban, pero ahora creo que Campanella logra a partir de la escena donde Irene (Soledad Villamil ) despide a Benjamín ( Ricardo Darín) en la estación de Retiro, un tramo final de la película que es definitivamente arrollador, demoledor para hasta el mas insensible de los espectadores.
Imposible olvidar la actuación y la expresión de los ojos de Villamil cuando Darín le dice "...chau..." como si ese chau fuera una mutilación en su cuerpo.
El Secreto de sus Ojos es ante todo la HISTORIA DE AMOR que subyase, permanece en el tiempo y nunca se consuma entre Irene Menendez Husting, una aristócrata abogada del interior que viene a Buenos Aires a ejercer su profesión de abogada como Secretaria de un Juzgado (el del Juez Fortuna Lacalle - Mario Alarcón - ) y su compañero y Auxiliar Benjamín Espósito.
Y pongo en un 2do plano el asesinato, la investigación, la lucha de Ricardo Morales ( Pablo Rago) por mantener vivo el recuerdo de su esposa y el Inmenso Final de Película.
No puedo dejar de reconocer al alma mater de esta Obra Maestra, su escritor, Eduardo Sacheri.
Gracias Sacheri, gracias Campanella.
Cuando vi la película en 2009, creía que algunas críticas exageraban, pero ahora creo que Campanella logra a partir de la escena donde Irene (Soledad Villamil ) despide a Benjamín ( Ricardo Darín) en la estación de Retiro, un tramo final de la película que es definitivamente arrollador, demoledor para hasta el mas insensible de los espectadores.
Imposible olvidar la actuación y la expresión de los ojos de Villamil cuando Darín le dice "...chau..." como si ese chau fuera una mutilación en su cuerpo.
El Secreto de sus Ojos es ante todo la HISTORIA DE AMOR que subyase, permanece en el tiempo y nunca se consuma entre Irene Menendez Husting, una aristócrata abogada del interior que viene a Buenos Aires a ejercer su profesión de abogada como Secretaria de un Juzgado (el del Juez Fortuna Lacalle - Mario Alarcón - ) y su compañero y Auxiliar Benjamín Espósito.
Y pongo en un 2do plano el asesinato, la investigación, la lucha de Ricardo Morales ( Pablo Rago) por mantener vivo el recuerdo de su esposa y el Inmenso Final de Película.
No puedo dejar de reconocer al alma mater de esta Obra Maestra, su escritor, Eduardo Sacheri.
Gracias Sacheri, gracias Campanella.
15 de octubre de 2009
15 de octubre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un "pero" que ponerle a esta cinta es su clasicismo, aun siendo quizás contradictoriamente, lo mejor de ella. Campanella nos regala una historia y unos personajes que hace tiempo no se veían en las pantallas. Estamos tan saturados de "estilos", de cine comercial, de autor, de palomitas, etc. que cuando nos "cae" encima esta visión clásica sacada de la chistera del gran mago que es Campanella nos quedamos sin palabras, le perdonamos los pequeños fallos que cohabitan y nos entregamos como quien se entrega a su amor, porque casi sin damos cuenta, poco a poco, esta cinta nos atrapa hasta enamorarnos, no sólo de ella sino también de este séptimo cielo que es El Cine.
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