La gran belleza
2013 

7,4
38.956
Comedia. Drama
En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
12 de agosto de 2020
12 de agosto de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hoy mismo ya puedo incluir esta película en mi lista particular de grandes decepciones cinematográficas en relación Expectativas Creadas vs Resultado Final. Ahí entra con fuerza acompañando a otros ilustres títulos tales como "Corazón salvaje" (David Lynch, 1990) o "El árbol de la vida" (Terrence Malick, 2011).
Centrándonos en la que nos ocupa. Me ha resultado un tostón, presuntuosa y pedante. Si evidentemente no han cobrado para ello, no entiendo cómo tanto plumilla y más aún, tanto usuario común, ha elevado a los altares semejante despropósito. Como suele decirse, para gustos los colores. Y hablando de colores. A uno de los personajillos secundarios le va cubrirse el cuerpo de rojo simulando el rubor, y despelotarse frente a su no menos peculiar mamá.
Unos ancianos a su pesar, para más señas italianos de Roma (dejan caer que los capitalinos deben ser ciudadanos especialmente irritantes para el resto de habitantes de 'la bota'), han desperdiciado sus vidas en saraos diarios (pero nocturnos, claro está). Son aficionados al alcohol (del caro), a las mujeres facilonas de cualquier edad, a los polvos blancos y a lo que se tercie. Van de ultrafinolis, en plan bohemio cultureta, pero igualmente ya están hartos de tantos años viviendo del cuento y a base de excesos. Envejecer les está haciendo valorar otras cosas de la vida. Pero tampoco en demasía, prefieren seguir teniendo la cabeza en otros banales menesteres.
El personaje central en cuestión me resulta altamente indigesto. No siento ni un ápice de compasión por él. Es un vejestorio que aparenta bastantes años más de los 65 que afirma haber cumplido. Va vestido en plan mafioso casposo, de punta en blanco y con sus cuatro pelos engominados. Paradójicamente esa aparente vida plena que desde que arribó a Roma ha llevado, la vulgarmente llamada gran vida (excesos) no es sino plana. Lo que cambia una letra eh?
El tipo anda viviendo aún ¿? de un libro que escribió de joven y se ve que triunfó, aunque su calidad literaria fuera más bien cuestionable, como él mismo acaba reconociendo en una de sus habituales guerras dialécticas donde gusta de escaldar a su troupe de amigos decadentes, otros snobs caducos. En ocasiones la superioridad que se confiere la enmascara bajo una falsa modestia, pero su mordacidad le traiciona, lo mismo que su mirada altiva y su rictus de puto amo. Sin embargo, no logra engañarse ni a si mismo. Se sabe un fracasado y vaga y divaga por su amada/odiada Roma junto a esa pesada losa que lleva a cuestas.
Como ya anuncié antes, pululan otros personajes anecdóticos, muy estrambóticos, al borde del frenopático, tales como una pseudoartista modernista que malvive lanzándose de cabeza despelotada contra unos muros ante la atenta mirada de otros pseudoculturetas, una simpática enana o la madurita hija de uno de los amigotes cocainómanos del prota, la cual se está planteando meterse a stripper y mientras tanto acabará acostándose con el ejemplar 'héroe' de la tercera edad que vertebra la peli.
Como en toda buena película italiana de escarnio, a modo de recopilación de todos los tópicos de brocha gorda del cine de Fellini pero para mal, aparecen el clero en forma de un exorcista y de una senil monja desdentada, pura filosofía andante, o más bien reptante (tremenda escena en unas escaleras) con las fuerzas que a la pobre le quedan mientras se le agota la batería a pasos agigantados.
El 3 va por la fotografía que, justo es reconocer, es de sobresaliente. Animales al azar: flamencos y jirafa y una Roma retratada con belleza más en la noche que durante el día. Puestas de sol, salidas de luna. ¿Por qué no aprovecharon mejor ese excelente material para un publirreportaje en vez de para esto?
Si os aburrís y cabreais tanto como yo os invito a hacer lo que yo hice: hacia la recta final comencé a ordenar las ideas para redactar esta crítica. Ya me daba igual que se abrieran las mismísimas aguas del río Tíber frente a la pantalla.
Hay grandes películas de vidas malgastadas, de decadencia o de adictos. Por ejemplo, "Días de vino y rosas" (Blake Edwards, 1962) o "Réquiem por un sueño" (Darren Aranofsky, 2000) cortan la respiración y encogen el corazón. De fiestas salvajes pero con lujo elijo "El lobo de Wall Street" (Martin Scorsese, 2013).
Pero estos ancianitos no venerables, parásitos hastiados de ser bon vivants no reportan nada.
He leído a varios columnistas recomendando ver esta película varias veces. Ya...
Si pudiera volver atrás en el tiempo y evitar haber presenciado un solo segundo de este gafapastoso insulto creo que ahora sería un poquito más feliz. No, si al final consiguieron meterme tristeza en el cuerpo, ya ven.
Centrándonos en la que nos ocupa. Me ha resultado un tostón, presuntuosa y pedante. Si evidentemente no han cobrado para ello, no entiendo cómo tanto plumilla y más aún, tanto usuario común, ha elevado a los altares semejante despropósito. Como suele decirse, para gustos los colores. Y hablando de colores. A uno de los personajillos secundarios le va cubrirse el cuerpo de rojo simulando el rubor, y despelotarse frente a su no menos peculiar mamá.
Unos ancianos a su pesar, para más señas italianos de Roma (dejan caer que los capitalinos deben ser ciudadanos especialmente irritantes para el resto de habitantes de 'la bota'), han desperdiciado sus vidas en saraos diarios (pero nocturnos, claro está). Son aficionados al alcohol (del caro), a las mujeres facilonas de cualquier edad, a los polvos blancos y a lo que se tercie. Van de ultrafinolis, en plan bohemio cultureta, pero igualmente ya están hartos de tantos años viviendo del cuento y a base de excesos. Envejecer les está haciendo valorar otras cosas de la vida. Pero tampoco en demasía, prefieren seguir teniendo la cabeza en otros banales menesteres.
El personaje central en cuestión me resulta altamente indigesto. No siento ni un ápice de compasión por él. Es un vejestorio que aparenta bastantes años más de los 65 que afirma haber cumplido. Va vestido en plan mafioso casposo, de punta en blanco y con sus cuatro pelos engominados. Paradójicamente esa aparente vida plena que desde que arribó a Roma ha llevado, la vulgarmente llamada gran vida (excesos) no es sino plana. Lo que cambia una letra eh?
El tipo anda viviendo aún ¿? de un libro que escribió de joven y se ve que triunfó, aunque su calidad literaria fuera más bien cuestionable, como él mismo acaba reconociendo en una de sus habituales guerras dialécticas donde gusta de escaldar a su troupe de amigos decadentes, otros snobs caducos. En ocasiones la superioridad que se confiere la enmascara bajo una falsa modestia, pero su mordacidad le traiciona, lo mismo que su mirada altiva y su rictus de puto amo. Sin embargo, no logra engañarse ni a si mismo. Se sabe un fracasado y vaga y divaga por su amada/odiada Roma junto a esa pesada losa que lleva a cuestas.
Como ya anuncié antes, pululan otros personajes anecdóticos, muy estrambóticos, al borde del frenopático, tales como una pseudoartista modernista que malvive lanzándose de cabeza despelotada contra unos muros ante la atenta mirada de otros pseudoculturetas, una simpática enana o la madurita hija de uno de los amigotes cocainómanos del prota, la cual se está planteando meterse a stripper y mientras tanto acabará acostándose con el ejemplar 'héroe' de la tercera edad que vertebra la peli.
Como en toda buena película italiana de escarnio, a modo de recopilación de todos los tópicos de brocha gorda del cine de Fellini pero para mal, aparecen el clero en forma de un exorcista y de una senil monja desdentada, pura filosofía andante, o más bien reptante (tremenda escena en unas escaleras) con las fuerzas que a la pobre le quedan mientras se le agota la batería a pasos agigantados.
El 3 va por la fotografía que, justo es reconocer, es de sobresaliente. Animales al azar: flamencos y jirafa y una Roma retratada con belleza más en la noche que durante el día. Puestas de sol, salidas de luna. ¿Por qué no aprovecharon mejor ese excelente material para un publirreportaje en vez de para esto?
Si os aburrís y cabreais tanto como yo os invito a hacer lo que yo hice: hacia la recta final comencé a ordenar las ideas para redactar esta crítica. Ya me daba igual que se abrieran las mismísimas aguas del río Tíber frente a la pantalla.
Hay grandes películas de vidas malgastadas, de decadencia o de adictos. Por ejemplo, "Días de vino y rosas" (Blake Edwards, 1962) o "Réquiem por un sueño" (Darren Aranofsky, 2000) cortan la respiración y encogen el corazón. De fiestas salvajes pero con lujo elijo "El lobo de Wall Street" (Martin Scorsese, 2013).
Pero estos ancianitos no venerables, parásitos hastiados de ser bon vivants no reportan nada.
He leído a varios columnistas recomendando ver esta película varias veces. Ya...
Si pudiera volver atrás en el tiempo y evitar haber presenciado un solo segundo de este gafapastoso insulto creo que ahora sería un poquito más feliz. No, si al final consiguieron meterme tristeza en el cuerpo, ya ven.
19 de diciembre de 2013
19 de diciembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres cuartos de hora menos y ésta tal vez hubiese sido una gran película. De la manera que está creo es un ejercicio brillante, con algunos diálogos memorables, una fotografía magnífica y una excelente banda sonora. Amén de la interpretación del protagonista: con otro actor al frente la historia seguramente se hubiera desmoronado al poco tiempo.
¿Qué historia, por otra parte? Sin duda la hay, pero tratada de una curiosa manera no-lineal, que me parece lo más original de esta cinta.
Por otra parte, tampoco pretendo haberla entendido. Quiero decir que, más allá de lo obvio, se me escapan las claves de esta historia, no sé qué ha pretendido contarnos el director, ni tampoco si eso importa demasiado. A ratos me pareció un híbrido de Terrence Mallick y Fellini, acusando los mismos defectos del primero, o sea cierta tendencia a la ampulosidad. Sea como sea, mi criterio es que una buena película es aquélla que a uno le gustaría volver a ver, y no es éste el caso. De hecho, en algún momento hacia el tramo final se me hizo realmente cansina y aburrida. Llegué a tener la impresión de que al director se le había escapado de las manos y no sabía como reconducirla, una sensación un tanto desesperante.
¿Qué historia, por otra parte? Sin duda la hay, pero tratada de una curiosa manera no-lineal, que me parece lo más original de esta cinta.
Por otra parte, tampoco pretendo haberla entendido. Quiero decir que, más allá de lo obvio, se me escapan las claves de esta historia, no sé qué ha pretendido contarnos el director, ni tampoco si eso importa demasiado. A ratos me pareció un híbrido de Terrence Mallick y Fellini, acusando los mismos defectos del primero, o sea cierta tendencia a la ampulosidad. Sea como sea, mi criterio es que una buena película es aquélla que a uno le gustaría volver a ver, y no es éste el caso. De hecho, en algún momento hacia el tramo final se me hizo realmente cansina y aburrida. Llegué a tener la impresión de que al director se le había escapado de las manos y no sabía como reconducirla, una sensación un tanto desesperante.
13 de enero de 2014
13 de enero de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La grande bellezza es una película tan llena de detalles que he sentido la necesidad de revisarla a conciencia para entenderla mejor.
Por ejemplo, en la primera escena (la de los turistas orientales) se me habían escapado algunas cosillas, así que he hecho un repaso a fondo y he encontrado lo siguiente (ver spoiler).
Decidme vosotros qué no se puede esperar de esta película si en cuatro minutos da lo que otras no dan en todo su metraje...
Lo demás, creo que ya lo habéis dicho vosotros. Hay muy buenos críticos por aquí... mucho mejores que algunos que escribieron para los periódicos (sobre todo norteamericanos), que se ve que no pillaron gran cosa...
Por ejemplo, en la primera escena (la de los turistas orientales) se me habían escapado algunas cosillas, así que he hecho un repaso a fondo y he encontrado lo siguiente (ver spoiler).
Decidme vosotros qué no se puede esperar de esta película si en cuatro minutos da lo que otras no dan en todo su metraje...
Lo demás, creo que ya lo habéis dicho vosotros. Hay muy buenos críticos por aquí... mucho mejores que algunos que escribieron para los periódicos (sobre todo norteamericanos), que se ve que no pillaron gran cosa...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La grande bellezza - Paolo Sorrentino (2012)
Comienza con la cita de Louis Ferdinand Céline de Viaje al fin de la noche:
Viajar es útil, ejercita la imaginación / Todo lo demás es desilusión y fatiga / Nuestro viaje es enteramente imaginario / Ahí reside su fuerza / Va de la vida y la muerte / Personas, animales, ciudades y cosas es todo inventado / Es una novela, nada más que una historia ficticia / Lo dice Littre, él no se equivoca nunca / Y además, cualquier puede hacer otro tanto / Basta cerrar los ojos / Está en la otra parte de la vida
En los primeros 4 minutos se nos presenta una escena en la que, para regocijo de un grupo de turistas orientales, tres soldados disparan una salva de cañón en la colina Janículo (Gianicolo), cercana a Roma, que indica que es, justamente, mediodía.
Después, los turistas ven con su guía una maravillosa fuente (Acqua Paula) mientras un grupo de 9 mujeres canta, desde un balcón en la propia fuente, una canción muy especial, I Lie, (música de David Lang y texto en yiddish de Joseph Rolnick https://www.youtube.com/watch?v=FO8DqDWBzLI).
Uno de los turistas se aparta del grupo y pierde el conocimiento (¿tal vez muere?) como por efecto del calor, tras tomar unas cuantas fotos de la ciudad.
Mientras, otro hombre presenta sus respetos ante una lápida que reza "Roma o morte" en el gran monumento a Garibaldi y la breve República Italiana. Luego se refresca en la fuente. El monte Janículo cercano al Trastevere no es una de las 7 colinas clásicas de Roma. Aun así, forma parte de la ciudad y fue el útimo reducto de los republicanos hasta que fueron aplastados por las tropas francesas.
Cerca de allí, una mujer fuma y lee un periódico junto al busto de Gustavo Modena mientras, al parecer, alguien la observa sin ser visto.
La escena termina alrededor del minuto 04:30 y enlaza con un primerísimo plano de una mujer gritando con la boca muy abierta que da paso al tema Far l'amore de Bob Sinclair y Raffaella Carrà y a la ya famosa fiesta de aniversario de Jep Gambardella, protagonista del film.
Comienza con la cita de Louis Ferdinand Céline de Viaje al fin de la noche:
Viajar es útil, ejercita la imaginación / Todo lo demás es desilusión y fatiga / Nuestro viaje es enteramente imaginario / Ahí reside su fuerza / Va de la vida y la muerte / Personas, animales, ciudades y cosas es todo inventado / Es una novela, nada más que una historia ficticia / Lo dice Littre, él no se equivoca nunca / Y además, cualquier puede hacer otro tanto / Basta cerrar los ojos / Está en la otra parte de la vida
En los primeros 4 minutos se nos presenta una escena en la que, para regocijo de un grupo de turistas orientales, tres soldados disparan una salva de cañón en la colina Janículo (Gianicolo), cercana a Roma, que indica que es, justamente, mediodía.
Después, los turistas ven con su guía una maravillosa fuente (Acqua Paula) mientras un grupo de 9 mujeres canta, desde un balcón en la propia fuente, una canción muy especial, I Lie, (música de David Lang y texto en yiddish de Joseph Rolnick https://www.youtube.com/watch?v=FO8DqDWBzLI).
Uno de los turistas se aparta del grupo y pierde el conocimiento (¿tal vez muere?) como por efecto del calor, tras tomar unas cuantas fotos de la ciudad.
Mientras, otro hombre presenta sus respetos ante una lápida que reza "Roma o morte" en el gran monumento a Garibaldi y la breve República Italiana. Luego se refresca en la fuente. El monte Janículo cercano al Trastevere no es una de las 7 colinas clásicas de Roma. Aun así, forma parte de la ciudad y fue el útimo reducto de los republicanos hasta que fueron aplastados por las tropas francesas.
Cerca de allí, una mujer fuma y lee un periódico junto al busto de Gustavo Modena mientras, al parecer, alguien la observa sin ser visto.
La escena termina alrededor del minuto 04:30 y enlaza con un primerísimo plano de una mujer gritando con la boca muy abierta que da paso al tema Far l'amore de Bob Sinclair y Raffaella Carrà y a la ya famosa fiesta de aniversario de Jep Gambardella, protagonista del film.
22 de enero de 2014
22 de enero de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que recordar La caída de los dioses, Ocho y medio, El Gatopardo y demás para comprobar que esta película se entronca en el gran cine de sus predecesores. Magnificencia, Roma como escenario y los ingredientes que nunca les fallaron: La Iglesia, su aparato, sus cardenales, la burguesía decadente, la aristocracia, la vejez. Resalta el estudio del rostro humano, la “persona”, la máscara con lo que llegamos nada menos que a Plauto.
La Gran belleza entra más todavía en la decadencia, en la hipocresía en los valores de Occidente, el “heroe económico” que desde un balcón enseña las esposas.
Escenario grandioso, música plena, vestuario desbordante, interpretación deslumbrante en especial de Toni Servillo, su rostro.
Sólo nos queda “La Santa” que no se ha movido de “las raíces”
La Gran belleza entra más todavía en la decadencia, en la hipocresía en los valores de Occidente, el “heroe económico” que desde un balcón enseña las esposas.
Escenario grandioso, música plena, vestuario desbordante, interpretación deslumbrante en especial de Toni Servillo, su rostro.
Sólo nos queda “La Santa” que no se ha movido de “las raíces”
26 de febrero de 2014
26 de febrero de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el fondo, todos los realizadores están tras la búsqueda de la perfección, la fórmula es compleja, porque requiere aunar con éxito dos vertientes , la visual y la argumental, y son pocos los que consiguen equilibrar ambos aspectos.
El director Paolo Sorrentino ha conseguido un film pleno de energía y muy hermoso, un ejercicio dotado de un virtuosismo casi cegador, que se muestra algo complejo en su desarrollo narrativo, pero no deja cabos sueltos en su explicación posterior de las escenas, montadas para provocar un continuo impacto estético, y que andan a la caza de esa gran belleza a la que alude el título.
El actor Tony Servillo escenifica, de manera primorosa, esa mirada que recuerda que la belleza se encuentra siempre en los ojos del que la contempla, y que para muchos podrá parecer pesimista y desencantada, pero para un servidor, se torna luminosa e irónica, llena de vitalidad, porque lo que algunos llaman derrotismo, yo lo llamo ironía, el mejor arma que existe para combatir la pesada carga monótona que es la vida, que en el fondo, se compone casi exclusivamente, de breves destellos de felicidad.
Un bálsamo destinado a poner una breve cura al hastío existencial, y que básicamente puede residir en una exposición sobre un individuo, que ha sido fotografiado cada día, desde el momento de su nacimiento, o de una forma más explicita, en un tour nocturno por un palacete oculto en el corazón de La Ciudad Eterna, propiciado por un peculiar maestro de las llaves.
Esa Roma majestuosa, es la otra gran protagonista de la función, y la devoción con la que está retratada la capital italiana, es toda una declaración de amor. Resulta muy gozoso perderse con el protagonista por sus calles y principales monumentos, algunos de ellos a vista de pájaro, desde terrazas estratégicamente situadas, que hacen cómplice al espectador de tan arrebatadora visión.
Por último, Federico Fellini, la sombra del mítico realizador italiano planea por el metraje de esta gran belleza, pero no es algo que se queda en el mero homenaje, Sorrentino usa de manera consciente ese surrealismo tan característico para intensificar el mensaje de su obra, no llega a ser tan excesivo, pero le rinde una pleitesía casi absoluta, y como aquel, utiliza a Jep Gambardella - Servillo - como una extensión de si mismo, igual que Fellini esparcía sobre el Guido - Marcello Mastroianni - de "8½", todos sus complejos y obsesiones.
Ambos personajes atraviesan una crisis creativa, acrecentada por la continua perfección que les rodea, y a la que están expuestos, un recurso plenamente convincente, que hará reflexionar a todo aquel que se haya acercado alguna vez a cualquier tipo de manifestación artística.
> Lee esta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com <
El director Paolo Sorrentino ha conseguido un film pleno de energía y muy hermoso, un ejercicio dotado de un virtuosismo casi cegador, que se muestra algo complejo en su desarrollo narrativo, pero no deja cabos sueltos en su explicación posterior de las escenas, montadas para provocar un continuo impacto estético, y que andan a la caza de esa gran belleza a la que alude el título.
El actor Tony Servillo escenifica, de manera primorosa, esa mirada que recuerda que la belleza se encuentra siempre en los ojos del que la contempla, y que para muchos podrá parecer pesimista y desencantada, pero para un servidor, se torna luminosa e irónica, llena de vitalidad, porque lo que algunos llaman derrotismo, yo lo llamo ironía, el mejor arma que existe para combatir la pesada carga monótona que es la vida, que en el fondo, se compone casi exclusivamente, de breves destellos de felicidad.
Un bálsamo destinado a poner una breve cura al hastío existencial, y que básicamente puede residir en una exposición sobre un individuo, que ha sido fotografiado cada día, desde el momento de su nacimiento, o de una forma más explicita, en un tour nocturno por un palacete oculto en el corazón de La Ciudad Eterna, propiciado por un peculiar maestro de las llaves.
Esa Roma majestuosa, es la otra gran protagonista de la función, y la devoción con la que está retratada la capital italiana, es toda una declaración de amor. Resulta muy gozoso perderse con el protagonista por sus calles y principales monumentos, algunos de ellos a vista de pájaro, desde terrazas estratégicamente situadas, que hacen cómplice al espectador de tan arrebatadora visión.
Por último, Federico Fellini, la sombra del mítico realizador italiano planea por el metraje de esta gran belleza, pero no es algo que se queda en el mero homenaje, Sorrentino usa de manera consciente ese surrealismo tan característico para intensificar el mensaje de su obra, no llega a ser tan excesivo, pero le rinde una pleitesía casi absoluta, y como aquel, utiliza a Jep Gambardella - Servillo - como una extensión de si mismo, igual que Fellini esparcía sobre el Guido - Marcello Mastroianni - de "8½", todos sus complejos y obsesiones.
Ambos personajes atraviesan una crisis creativa, acrecentada por la continua perfección que les rodea, y a la que están expuestos, un recurso plenamente convincente, que hará reflexionar a todo aquel que se haya acercado alguna vez a cualquier tipo de manifestación artística.
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