Plácido
1961 

8,1
21.433
Comedia
En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
18 de julio de 2023
18 de julio de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película española muy celebrada, clásica. Característica del autor, reconocido como un grande del cine patrio, con obras míticas en nuestra filmografía.
No es el cine que más me gusta, pero supongo que hay que ver de todo.
Es ingeniosa, con un guión trabajadísimo, llena de gag y golpes, efectos y mordaces comentarios. Hay que tener en cuenta la fecha de la película (1961), y la sociedad en la que se rueda la cinta, en el franquismo más profundo y cerrado.
No le he cogido la gracia. Pero últimamente no me encuentro bien de salud, sobre todo anímica. El ojo no me acaba de curar, me tiene que quitar el aceite de silicona en marzo y, además de estar asustado, me duele mucho el hombre, que no me deja dormir. La fisioterapia no parece suficiente para mitigar el dolor y embridar el mal y tengo algo de miedo si en Madrid tengo que permanecer algo de tiempo boca abajo o similar. Espero que no.
No es el cine que más me gusta, pero supongo que hay que ver de todo.
Es ingeniosa, con un guión trabajadísimo, llena de gag y golpes, efectos y mordaces comentarios. Hay que tener en cuenta la fecha de la película (1961), y la sociedad en la que se rueda la cinta, en el franquismo más profundo y cerrado.
No le he cogido la gracia. Pero últimamente no me encuentro bien de salud, sobre todo anímica. El ojo no me acaba de curar, me tiene que quitar el aceite de silicona en marzo y, además de estar asustado, me duele mucho el hombre, que no me deja dormir. La fisioterapia no parece suficiente para mitigar el dolor y embridar el mal y tengo algo de miedo si en Madrid tengo que permanecer algo de tiempo boca abajo o similar. Espero que no.
23 de abril de 2021
23 de abril de 2021
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Feroz sátira del provincianismo, de la hipocresía, del caciquismo, de las convenciones sociales (que existieron desde siempre desde antes de que alguien dijese, políticamente correcto). Intromisión en la peor catadura de las relaciones humanas. Es la primera película ácida de Berlanga, qué distinta a “Calabuch”. "Plácido" es el inicio de ese tan berlanguiano, “Qué hay de lo mío”; que en mi opinión al final desvirtuó algo la genialidad del director levantino. Pero ésta es una excepción, ésta es una obra maestra; sólo que añoro la ternura que desprendían la ya dicha “Calabuch”, “Bienvenido Míster Marshall”, “Los jueves milagro” e incluso, “El verdugo”.
Pero no hemos venido aquí a hablar de Berlanga ni de La Historia del cine español sino de este largometraje. Éste es una obra coral en la que destaca, posiblemente la que fue la mejor actuación de Casen (Plácido) y de Elvira Quintanilla (esposa de Plácido). No voy a hacer un tour a través de sus actores pues son muchos y difícil de a quién destacar, y a quién no; dejé dichos los de los personajes centrales en representación de todos. La cámara sigue a un afanado y pobre padre de familia agobiado por salir adelante, por tener con qué llevar el pan al hogar, con tener con qué pagar la letra del motocarro, y mientras; le rodean personas preocupadas por aparentar bondad, conmiseración, pero sólo eso; lo aparentan. Seres que se presienten superiores y desprecian de solemnidad, los problemas de quienes consideran inferiores. Seres que se empeñan en mostrar por la ciudad sus “buenas obras”, sin importarles que el helador invierno de Castilla pueda rematar a algún viejecito; de una pulmonía.
Y todo esto lo hace con esos continuos planos secuencia, poblados y acelerados, que tan magistralmente siempre nos dispensa el cine de Berlanga. Pero a la vez narrado, contado, con claridad, con rotundidad. En diálogos acertados y concisos; y a la vez expresivos. En el guión intervienen además del propio, Berlanga, principalmente Rafael Azcona junto a José Luis Colina y José Luis Font; los cuales, todos, son garantía de un buen libreto.
Hay quien ve, en ella, una crítica a la sociedad española de la época, y es cierto. Pero no se engañe, sirve para la sociedad actual; y tiene cobertura universal. Podría ocurrir en cualquier tiempo y en cualquier lugar.
Pero no hemos venido aquí a hablar de Berlanga ni de La Historia del cine español sino de este largometraje. Éste es una obra coral en la que destaca, posiblemente la que fue la mejor actuación de Casen (Plácido) y de Elvira Quintanilla (esposa de Plácido). No voy a hacer un tour a través de sus actores pues son muchos y difícil de a quién destacar, y a quién no; dejé dichos los de los personajes centrales en representación de todos. La cámara sigue a un afanado y pobre padre de familia agobiado por salir adelante, por tener con qué llevar el pan al hogar, con tener con qué pagar la letra del motocarro, y mientras; le rodean personas preocupadas por aparentar bondad, conmiseración, pero sólo eso; lo aparentan. Seres que se presienten superiores y desprecian de solemnidad, los problemas de quienes consideran inferiores. Seres que se empeñan en mostrar por la ciudad sus “buenas obras”, sin importarles que el helador invierno de Castilla pueda rematar a algún viejecito; de una pulmonía.
Y todo esto lo hace con esos continuos planos secuencia, poblados y acelerados, que tan magistralmente siempre nos dispensa el cine de Berlanga. Pero a la vez narrado, contado, con claridad, con rotundidad. En diálogos acertados y concisos; y a la vez expresivos. En el guión intervienen además del propio, Berlanga, principalmente Rafael Azcona junto a José Luis Colina y José Luis Font; los cuales, todos, son garantía de un buen libreto.
Hay quien ve, en ella, una crítica a la sociedad española de la época, y es cierto. Pero no se engañe, sirve para la sociedad actual; y tiene cobertura universal. Podría ocurrir en cualquier tiempo y en cualquier lugar.
8 de febrero de 2022
8 de febrero de 2022
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No es posible entender el cine español sin un puñado de películas. Eso es una certeza, como lo es que en ese puñado de películas habrá un número de títulos dirigidos por Luis García Berlanga. No un par de ellos, no. Y es que dependiendo del crítico o entendido de turno, podrán entrar en esa lista películas como EL VERDUGO, BIENVENIDO MR. MARSHALL, ESA PAREJA FELIZ o la trilogía de la transición, con LA ESCOPETA NACIONAL liderando el trío.
Sin duda esta PLÁCIDO debe estar entre esas películas, por lo que supone de ejercicio de cine coral, con escenas de interior delirantes y difíciles de rodar, unos diálogos cruzados, a veces solapados, que funcionan como un reloj, con un ritmo que no decae en ningún momento y sigue un esquema de cine clásico, de comedia canónica.
Además de todo esto, por supuesto, una crítica social a la burguesía provinciana de una España más provinciana todavía, una España en blanco y negro capaz de parir personajes como los que interpretan un excelso José Luis López Vázquez o un no menos maravilloso Cassen.
Todo funciona en esta película, en la que el espectador se implica en la figura del protagonista, llegando a mostrarse también desesperado, agobiado, ante la necesidad de pagar una letra y ver cómo cada cual va a lo suyo en esa falsa gran obra caritativa de Nochebuena que parece ser ese SIENTE UN POBRE EN SU MESA.
Los secundarios se confunden con los actores principales, todos encajan y se suplementan, la misma importancia tienen Agustín González o Luis Ciges que Quintillá o Amelia de la Torre, todos maravillosos, no me cansaré de escribirlo.
Optó al Oscar aún siendo una película muy localista, en lo que cuenta y en cómo lo hace, pero sin duda estamos ante nuestra QUÉ BELLO ES VIVIR, con ese toque de neorrealismo italiano que arrastra la película desde sus primeros fotogramas.
Berlanga, ese genio tan poco conocido fuera de España, nos regala esta joya y se pone a la altura, sin duda, de Buñuel o Carlos Saura.
Sin duda esta PLÁCIDO debe estar entre esas películas, por lo que supone de ejercicio de cine coral, con escenas de interior delirantes y difíciles de rodar, unos diálogos cruzados, a veces solapados, que funcionan como un reloj, con un ritmo que no decae en ningún momento y sigue un esquema de cine clásico, de comedia canónica.
Además de todo esto, por supuesto, una crítica social a la burguesía provinciana de una España más provinciana todavía, una España en blanco y negro capaz de parir personajes como los que interpretan un excelso José Luis López Vázquez o un no menos maravilloso Cassen.
Todo funciona en esta película, en la que el espectador se implica en la figura del protagonista, llegando a mostrarse también desesperado, agobiado, ante la necesidad de pagar una letra y ver cómo cada cual va a lo suyo en esa falsa gran obra caritativa de Nochebuena que parece ser ese SIENTE UN POBRE EN SU MESA.
Los secundarios se confunden con los actores principales, todos encajan y se suplementan, la misma importancia tienen Agustín González o Luis Ciges que Quintillá o Amelia de la Torre, todos maravillosos, no me cansaré de escribirlo.
Optó al Oscar aún siendo una película muy localista, en lo que cuenta y en cómo lo hace, pero sin duda estamos ante nuestra QUÉ BELLO ES VIVIR, con ese toque de neorrealismo italiano que arrastra la película desde sus primeros fotogramas.
Berlanga, ese genio tan poco conocido fuera de España, nos regala esta joya y se pone a la altura, sin duda, de Buñuel o Carlos Saura.
29 de diciembre de 2022
29 de diciembre de 2022
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“Plácido” es, para mí, la película más fundamental para revisar una y otra vez cada Navidad. “Plácido” es, para mí, la gran obra maestra de Luis García Berlanga. “Plácido” es, para mí, una de las películas más importantes de nuestro cine en particular y del cine europeo en general. “Plácido” es una de las películas de mi vida.
Absolutamente todo es perfecto y se conforma para crear una joya del cine totalmente imperecedera e imprescindible para cualquier ser humano que se precie. Tomándole el pelo a la censura en su propia cara, Berlanga acribilla sin piedad a la repulsiva sociedad franquista, al hipócrita catolicismo, a la miseria de la alta sociedad, a la cobardía y egoísmo que también se predica de las clases medias, y de las clases bajas, y del ser humano en su integridad.
Porque “Plácido” te saca toneladas de carcajadas, pero de las inteligentes, de esas que hielan la sangre, cargadas de hiel y sarcasmo, de mala leche y lucidez misántropa, de nihilismo y descreimiento de todo y de todos. Por eso es una obra maestra en cuanto al contenido, alrededor de un guión firmado, como no podría ser de otra forma, por el propio cineasta y su imprescindible Rafael Azcona.
Pero esta pieza vital del cine de todos los tiempos es igual de magistral por cómo se cuenta, por su estética impoluta, impresionantemente moderna. A partir de una fotografía embaucadora en blanco y negro de Francisco Sempere, Berlanga da rienda suelta a su maestría innata para hacer funcionar películas corales que desarrollan historias a través de extensos y complejos planos secuencia que, paradójicamente, parecieren fáciles e improvisados, pero que esconden una planificación meticulosa y, justo por ello, una genialidad insuperable.
Con un elenco actoral multitudinario y en estado de gracia, destacando por encima de todos ellos ese Dios llamado José Luis López Vázquez quizás en su mejor interpretación, así como una partitura musical eterna que representa a nuestro cine de Miguel Asins Arbó, una de nuestras piedras angulares que fue nominada en 1961 al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa y a la Palma de Oro del Festival de Cannes.
Estamos ante una comedia costumbrista que esconde el más feroz ataque al franquismo y a sus repugnantes formas sociales, obligatoria de ver a la llegada de cada Navidad.
Absolutamente todo es perfecto y se conforma para crear una joya del cine totalmente imperecedera e imprescindible para cualquier ser humano que se precie. Tomándole el pelo a la censura en su propia cara, Berlanga acribilla sin piedad a la repulsiva sociedad franquista, al hipócrita catolicismo, a la miseria de la alta sociedad, a la cobardía y egoísmo que también se predica de las clases medias, y de las clases bajas, y del ser humano en su integridad.
Porque “Plácido” te saca toneladas de carcajadas, pero de las inteligentes, de esas que hielan la sangre, cargadas de hiel y sarcasmo, de mala leche y lucidez misántropa, de nihilismo y descreimiento de todo y de todos. Por eso es una obra maestra en cuanto al contenido, alrededor de un guión firmado, como no podría ser de otra forma, por el propio cineasta y su imprescindible Rafael Azcona.
Pero esta pieza vital del cine de todos los tiempos es igual de magistral por cómo se cuenta, por su estética impoluta, impresionantemente moderna. A partir de una fotografía embaucadora en blanco y negro de Francisco Sempere, Berlanga da rienda suelta a su maestría innata para hacer funcionar películas corales que desarrollan historias a través de extensos y complejos planos secuencia que, paradójicamente, parecieren fáciles e improvisados, pero que esconden una planificación meticulosa y, justo por ello, una genialidad insuperable.
Con un elenco actoral multitudinario y en estado de gracia, destacando por encima de todos ellos ese Dios llamado José Luis López Vázquez quizás en su mejor interpretación, así como una partitura musical eterna que representa a nuestro cine de Miguel Asins Arbó, una de nuestras piedras angulares que fue nominada en 1961 al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa y a la Palma de Oro del Festival de Cannes.
Estamos ante una comedia costumbrista que esconde el más feroz ataque al franquismo y a sus repugnantes formas sociales, obligatoria de ver a la llegada de cada Navidad.
2 de enero de 2023
2 de enero de 2023
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Es la película que en más momentos he visto varias personas hablando a la vez y a grito pelado dificultando escuchar que dice cada personaje, me ha desquiciado un poco eso, por lo demás un mensaje crudo, demoledor y super vigente de como las clases altas viven en su Disney particular, no queriendo ver los problemas de los necesitados, pero si sirviéndose de ellos para lavar su conciencia e imagen, rompiéndose la cuerda por la parte más débil en todas las situaciones de la película.
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