Quémese después de leerse

Vaya por delante que da gusto llegar a la taquilla de la multisalas, no acordarse del título del largometraje que vas a ver, pedir una entrada de la última de los Coen, y que la taquillera te la dé, sin más mediar; pocos directores gozan de este privilegio.

Después de la decepción que me supuso personalmente la última película de los Coen, llega ahora a nuestras pantallas esta película de extraño título, film al que le pedía en principio que me quitara el mal de gusto que me dejó “No es país para viejos”, pues su final abrupto me desentonaba con la magnífica filmografía de estos singulares hermanos, paradigmas del compromiso del cine de corte clásico con la modernidad narrativa.

Con un elenco de actores de primerísimo fila, empezando por el ya habitual George Clooney, siguiendo por el aquí impagable Brad Pitt, y acabando con el siempre más que correcto John Malkovich, la obra de los Coen nos presenta unos personajes casi borderlines, y sin el casi, incapaces de llevar una vida normal, llevados siempre por impulsos que los hacen vivir situaciones al límite de imposible manejo.

No falta ningún prototipo en esta comedia de tintes negros que no se ajuste a unos imaginarios huesos cuya conjunción darían lugar a un esqueleto radiografiado de nuestra sociedad actual, tan huera y tan ausente de valores: la mujer entrada ya en años preocupada por mejorar su físico a base de múltiples cirugías; el hombre madurito, insaciable de mujeres, corriendo por la ciudad para mantener la forma; el espía (el profesional) que nunca llegó a nada y no se enteró; el entrenador jovencito de gimnasio literalmente tonto; los jefes que no comprenden nada; el hombre religioso que al primer desliz se la pega después de años de contención; la pediatra que odia a los niños y por extensión al resto de los mortales; todos ellos conforman un universo no tan ficticio como podría parecer si los analizáramos uno a uno.

La historia que se nos cuenta quizás sea lo de menos, aunque resulte entretenida, a ratos divertida y casi siempre absurda, pues la película se sustenta de forma firme en sus actores y, por ende, en sus personajes; aunque de todas formas, recojamos para acabar un diálogo entre dos de sus personajes secundarios: -¿pero, qué es lo que ha pasado?, pregunta uno, -la verdad es que no lo sé, replica el otro.

Podemos empezar con una comparación: yo aun no me he olvidado de Lebowsky pero seguro que me olvidaré pronto de Ozzie.
Siendo positivo, se puede decir que la película no llega a ser mala. Y tiene toques que dejan buen sabor de boca: como siempre, el guión se escapa de los caminos más trillados, los personajes son, ante todo, poco ejemplares y, en general, se parodia a la sociedad americana con toques bastante certeros de mala baba.
Más allá de eso, me desconcierta odiar a todos los personajes, me incomoda no encontrar un tono definitivo de humor y me aburren los bajones de ritmo del guión.

Pues si, es espléndida. Y digo menos mal porque parece que lo de "no es país para viejos" fue un accidente, bueno un pequeño accidente, y que los Coen se ve que están en plena forma.
Personajes divertidos y "peculiares" por decirlo de algún modo, cada uno en un mundo aparte muy diferente de los otros, a veces un pelín grotescos si me apuras, y un guión con buen ritmo, ágil, ameno, sin baches lleno de pequeños gags que hacen que no pares de sonreír en casi toda la película, cuando no reír a carcajadas como en la conversación final entre los dos agentes de la CIA. Ese diálogo de tres o cuatro minutos vale media película.
No os la perdáis que estas no abundan. Obligatoria.

Sorprende la escasa acogida de la última de los Coen. Aunque un Oscar los diferencie, para mí es mejor que "No es país para viejos".
La diferencia no sólo tiene que ver con el humor. La diferencia tiene que ver con el desenlace. Lo que en su anterior obra era un intento forzado de profundidad que rompía el magnífico tono de acción anterior, aquí es un final circular, desternillante, conclusivo, potente. Refleja bien todo lo anterior.
Los 85 minutos de "Quemar después de leer" son la comedia que los Coen nunca habían logrado hacer. Siempre que se habían puesto premeditadamente graciosos no lo habían logrado. Así, hay mucho más verdaderas risas en sus tragedias. Me descojono más en "Sangre fácil", en "Fargo" o en "El hombre que nunca estuvo allí" que en "O'Brother", "Arizona Baby" o incluso "El gran Lebowski".
No es el caso de esta comedia. Su inicio me atrapa. Sus personajes logran lo que lograban los secuestradores de Fargo. Su estulticia es manifiesta, pero con la suficiente sabiduría, ambición y arrogancia para que te los creas y al mismo tiempo te rías.
Eso lo consigue gracias a un perfecto diseño de personajes y a un sublime casting. Frances McDormand nunca debería abandonar su cine. Nadie como ella para hacernos reír. Pero no le van a la zaga Clooney, Pitt, Malkovich y Jenkins. Con todos te descojonas, a todos les sigues. Pero lo mejor es que aunque no pares de reírte, la trama es digna de sus mejores thrillers.
Es tan potente que sólo su ironía le aleja de la lágrima para encontrar la risa. Por primera y casi única vez han logrado superar sus propios objetivos. Los Coen no buscaban gran cosa y por eso quizá lo han conseguido.

La verdad es que aunque la trama es entretenida y liosa, a la hora de plasmarla en la gran pantalla para mi gusto me ha decepcionado, resultándome por momentos lenta o falta de chispa. Salva por el gran reparto que posee.