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Plácido

Comedia En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
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10
21 de abril de 2009
43 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si yo fuese programador de televisión, cada Nochebuena mi cadena emitiría PLÁCIDO.
Ninguna otra película refleja tan bien lo que es el espíritu navideño, y que no se me mosqueé nadie. Porque el que es bueno, generoso y caritativo, ha de serlo todo el año… el que sólo lo es a toque de corneta y para que le vean sus vecinos, supongo que poseerá un gran espíritu de éstos.
No sé en qué momento la Navidad pasó de ser una celebración religiosa a un carnaval depravado. Depravado, sí. Un despropósito consumista cargado de buenas intenciones de palo y absolutamente insufrible y fagocitante para el que pretenda prescindir de él. La Navidad apesta. PLÁCIDO lo refleja tan honestamente, con toda su mala baba, su humor negro y su feroz crítica a la hipocresía humana, que para mí se convierte en la mejor película navideña de todos los tiempos.
Mi tolerancia a ver a anormales regordetes de barba blanca postiza que dicen jo, jo, jo, cada vez es menor, hasta el punto de que la próxima navidad me veo comprando un revólver para dispararle a la tele, o al balcón de los vecinos, que ahora la gente gusta de colgar al anormal de sus terrazas… qué asco. La Navidad no es entrañable. Entrañable era ver a los Reyes Magos siguiendo a la estrella de oriente hasta encontrar al niño Jesús y entregarle sus regalos. Pero esto pasó de moda. Me estoy yendo por las ramas.

Volviendo a PLÁCIDO, no sólo poseé un guión maestro, si no que también es el cúlmen de los planos secuencia Berlanganianos… magníficos en su ejecución, en los que el realizador hace una pirueta, el más difícil todavía, y decide incorporar en uno de ellos un tren. UN TREN, de los de la época, claro. Esto es, si un actor se equivoca o algo falla, pues todo el mundo vuelve a su marca inicial y se empieza a rodar de nuevo…pero ¿cómo se hace eso con un tren? ¿Que eche pa' tras y vuelva a entrar cuando le toque hablar al actor que va subido en él?.. Sencillo no parece.
Tanta perfección se subraya con el gran reparto, del que destaco a un joven Luis Ciges, haciendo de pobre que se pone morao, y a un entrañable Manuel Alexandre. Este hombre sí que debería de ser un icono navideño. Sin intención de desmerecer a James Stewart, yo pondría a Alexandre de protagonista de Qué bello es vivir… sería una delicia, pero como esto no es posible, elijo la peli de Berlanga por encima de la Capra como la mejor película navideña de la historia, entre otras cosas, porque resulta mucho más actual e irremediablemente menos ñoña.

Y para concluir, Berlanga cierra con un villancico, el único con una letra coherente de toda la historia de los villancicos: “En este mundo no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”
10
16 de enero de 2008
35 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis García Berlanga llevó a cabo el proyecto de Plácido cuatro años después de rodar Los jueves milagro, impunemente modificada y recortada por la censura franquista. Tras ese paréntesis, Berlanga vuelve en plena forma para rodar Plácido, la película que a la postre sería una de sus tres obras maestras, junto con ¡Bienvenido Mr. Marshall! y El verdugo, una de las más lúcidas y ácidas críticas de la sociedad de la época, construida alrededor de la hipocresía y de la apariencia, con la singular estructura de Berlanga.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Plácido es un retrato cínico sobre la caridad cristiana de las clases burguesas de mitad del siglo XX en España. Una sociedad psicológicamente deprimida que se nutre de las apariencias, del engaño, del egoísmo y del desprecio soterrado hacia los más desheredados. Personas que aceptan de buena gana el abuso prolongado de los más poderosos y que no asumen su incapacidad de transmitir ternura, aceptar un compromiso social o mostrar un ápice de solidaridad con los miserables e ignorantes. Debido a ello, las ridículamente llamadas fuerzas vivas de esta capa social son capaces de llevar a cabo una desasosegante campaña navideña con el lema “Siente un pobre a su mesa esta Navidad”; una campaña a todas luces oportunista, desorbitada y falaz.

Berlanga filma un extraño y complejo entramado de pequeñas historias demasiado nuestras y las deja fluir con soltura, en ausencia de manipulaciones emocionales o sentimentalistas, sin golpes de efecto, para que cada cual vaya sacando sus propias conclusiones libremente. Plácido es un retrato cruel, agresivo, duro, en donde todos sus personajes son culpables de moverse por actitudes egoístas (ninguno se salva, exceptuando irónicamente el papel de la amante libertina, interpretado por Amparo Soler Leal) y todas las instituciones que dan soporte a la película, como la familia o la justicia, se presentan como opresoras, impotentes y ridículas. La película es también una farsa moral, un intento de Berlanga y el gran guionista Rafael Azcona (El pisito, El verdugo, Vivan los novios, El cochecito...) de revolvernos en el asiento ante tamaña crítica social.

El caso de Plácido, genialmente interpretado por Cassen, merece un capítulo aparte. En él se dan cita todos los anhelos, circunstancias y preocupaciones de un ciudadano español de la época; un hombre honrado, necesitado, con varios hijos, profundamente humano, que desea progresar en la vida con el esfuerzo de su propio trabajo y que por este motivo se encuentra estrechamente ligado al instrumento de su sudor: un motocarro. Su trabajo en la película es rico en matices, con una enorme variedad de registros dramáticos y una personalidad que aporta cohesión y viveza a su papel.

El tono de la película es burlón, cáustico, rozando el neorrealismo italiano y el esperpento de Valle. Recordemos las escenas de la llegada de las artistas a la estación y, sobre todo, la cínica subasta de estrellas en el casino de la ciudad, en donde se refleja la hipócrita ostentación pública de los patéticos pudientes y la precariedad económica de la sociedad de entonces, circunstancias que favorecen la soberbia crítica de Berlanga y el fluir metódico y sinuoso de una película de imprescindible visionado para todos los amantes del cine.
10
22 de junio de 2007
30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo en esta película dice algo, tiene sentido, forma parte de un todo, extraordinariamente estructurado con un Berlanga y Azcona en plenísima forma que dan como resultado un trabajo increiblemente redondo.
El propio título "Placido" (nombre del protagonista interpretado por Cassen), es de un cinismo extremo, dado que el susodicho se pasará todo el film nadando a contracorriente en un estado de sobresalto frenético e histriónico por conservar su único medio de vida.
"Placido" resume, une, mezcla y proyecta en una explosión corrosiva todos los iconos del nacional catolisimos lanzándolos a la cara del espectador, la Caridad como sustituto de la justicia social, la Navidad como puro mercado consumista, la realidad social cruda y desnuda del franquismo más extremo en una capital de provincia, el Star-system folclórico-nacional, ya vapuleado en su "Bienvenido Mr. Marshall", en fin una auténtica "Mascletá" narrada en tiempo real con unos planos secuencia extraordinarios para dar al cine español una de sus cumbres de todos los tiempos.
Obra Maestra.
9
12 de diciembre de 2010
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una de las más grandes de la historia del cine español. Según las votaciones de los usuarios de FA es la segunda, tras "El Verdugo", también de Berlanga. De todo lo que se ha dicho sobre "Plácido" me quedo con todo, explicar las razones por las que es buena supone llenar de elogios cualquier opinión, incluso esta mía, y es por eso que se hace difícil tomar como representativa una única explicación. Berlanga suma con cada pequeña cosa, coloca en el lugar preciso lo que es justo y necesario, ni se queda corto ni se pasa, hace con cada plano lo que el espectador espera y de esta manera cada minuto contribuye en la exhibición de la que nosotros podemos disfrutar.

El contenido es de lo más sencillo y sin embargo duele. La hipocresía y la falsedad revolotea por toda la película, y es que incluso el mismísimo Plácido cae en esa etiqueta porque lo único que quiere es pagar su deuda y es capaz de dejar al final en la calle a López Vázquez. Los actores seguramente mejor no podrían estar, su naturalidad, sus expresiones, su manera de estar hacen que me pregunte si están actuando o si realmente son así. El humor es absoluto, la acidez y la crítica son evidentes, la sonrisa es difícil que desaparezca, el gran número de secundarios que aparecen suma y suma... Berlanga hizo una de las películas más redondas de la historia. Recomendable en cualquier momento, el tiempo no pasa, cada Navidad, o no, puede verse "Plácido", cualquier momento es bueno.
10
24 de diciembre de 2015
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
En clave de comedieta inofensiva de tipo costumbrista para amenizar las Navidades de un país que empezaba a dejar atrás las penalidades de la posguerra y comenzaba a vislumbrar las ventajas de un desarrollo industrial todavía muy incipiente, el genial tandem Berlanga-Azcona crean uno de los mejores relatos sobre la realidad social de esa época que se han hecho.

La película empieza desbocada y un tanto disparatada, para distraer a la tan temida censura que había mutilado cuatro años antes la película "Los jueves milagro". La experiencia sirvió a Berlanga y a su inseparable Azcona para ir entrando poco a poco y de forma tangencial en el tema principal de esta obra: el hambre y las tremendas desigualdades sociales de la época, aderezadas con unos toques de ácida crítica hacia la doble moral de la burguesía que empezaba a crearse en las capitales de provincia y que, sin perder su caspa y su cutrez tradicional, intentaba imponer sus criterios de buena imagen por encima de todo -incluso de la propia muerte- al resto de sus conciudadanos, que tenían que sobrevivir en un difícil equilibrio entre la miseria y el buen parecer.

Con este cúmulo de limitaciones externas, Berlanga y Azcona desarrollan su inmenso genio para enseñarnos con toda su crudeza un retrato más neorrealista que costumbrista que deja en el espectador un sabor agridulce que se resume en el villancico que culmina el film:

"-Madre, en la puerta hay un niño,
más hermoso que el sol bello,
tiritando está de frío,
porque viene casi en cueros.

-Pues dile que entre y se calentará,
porque en esta tierra
ya no hay caridad,
ni nunca la ha habido,
ni nunca la habrá."

Obra maestra imprescindible de la historia del cine español y probablemente de visión obligada en las clases de Historia cuando hablemos del "desarrollismo" español de los cincuenta y sesenta y del paso de la bicicleta al 600...

Post Data: Plácido fue nominada y finalista al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, por lo que Berlanga tuvo que viajar a Hollywood, donde pudo conocer a muchos de sus ídolos, Frank Capra, Billy Wilder, Federico Fellini...

Para su asombro, estos genios del cine habían visto su obra y se interesaron por detalles técnicos de la película, por cómo había decidido rodar tal o cual escena, por su dirección de actores, etc.. Comenta que se tuvo que pellizcar para comprobar que no estaba en un sueño...
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