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Orígenes

Drama. Romance. Ciencia ficción Ian Gray, un estudiante de biología molecular especializado en la evolución del ojo humano, conoce a una misteriosa mujer cuyo iris es multicolor. Años después, su investigación lo lleva a hacer un descubrimiento asombroso, que podría cambiar la forma en que percibimos nuestra existencia. (FILMAFFINITY)
Críticas 138
Críticas ordenadas por utilidad
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4
5 de octubre de 2014
98 de 171 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me temo que voy a quedarme solo en esta apreciación pero creo que "Orígenes" no sabe ni qué película quiere ser. Y la prueba es el giro que pega hacia la mitad del film tanto a nivel de experiencia como de narración de acontecimientos, insertando de mala manera un fashback de 45 minutos para que la duración no se resienta. No me pareció tampoco nada del otro mundo "Otra Tierra", el debut de Mike Cahill, pero sería absurdo negarle que ha evolucionado un poco: si allí se dedicaba a contar un drama puramente Sundance con un giro sorpresivo para llamar la atención, aquí al menos desde los primeros minutos ya se ciñe a otro tipo de cine más abierto, incluso comercial, sin olvidarse de los típicos toques de autor que buscan crear una experiencia diferente a la del núcleo de realizadores sin ningún tipo de impronta.

El problema, o mi problema al menos con "Origenes", es que quiere ser demasiado lista y en verdad es tramposa como la que más, a la manera de "El número 23" de Joel Schumacher: casualidades, cosas cogidas por los pelos y un tramo final que navega en las aguas de Bayona (planos a contraluz, porno drama emocional, etc.) que rompen la estructura previa del film. La falta de personalidad del film llega al punto de contar una historia de amor completamente idealizada, con mucho plano recurso o corte indagando en detalles que no aportan demasiado más allá de imágenes atractivas sin ningún sentido detrás, ralentis, etcétera. Tampoco es un bodrio, ¡faltaría más! Como poco entretiene, pero al terminar de verla no puedo evitar tener la sensación de que lo que realmente quería Cahill era pegarse unas vacaciones en un país exótico y que así se justifica todo el absurdo de su tercer acto.

Me refiero básicamente al tema de la búsqueda de la niña y cómo esa secuencia se introduce en la película: el personaje de Pitt la ve borrosa a lo lejos y la cámara comienza a dar vueltas hasta que vemos el cartel, a la niña mirando, etc. Casualidades. Lo que viene después -e incluso el final, que me parece malísimo- no hay forma de salvarlo, está ahí ahí con "Lo imposible" y "Camino" en un ranking de absurdos emocionanes del cine reciente. En fin, que debo tener el corazón de piedra. O algo así.
5
24 de noviembre de 2014
45 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
De nuevo la controversia ciencia-religión llega a la pantalla de cine, y lo hace con un esquema un tanto maniqueo y bajo una marcada perspectiva new age. El ensayo corre a cargo de Mike Cahill y el experimento se llama "Orígenes". En ella, un biólogo molecular, Ian Gray, trata de demostrar la inexistencia de Dios a través de sus investigaciones del ojo humano. Su cientificismo choca con el mundo religioso de Sofi, una enigmática joven de la que se enamora y que vive de sensaciones cósmicas que pondrán a prueba las certezas de Ian y las de su compañera de trabajo Karen. Bajo la premisa de que el ojo es la ventana del alma y de que el iris marca la identidad única de la persona, los jóvenes investigadores tratan de reducir el misterio de la vida al frío dato de laboratorio, y de explicar toda la realidad según la relación causa-efecto.

En su pretensión didáctica y reflexiva, Cahill inicia la película con un discurso tan caótico y azaroso que resulta absolutamente increíble y tedioso. Nada tiene explicación racional ni coherencia, y no lo digo por ese amor a primera vista que surge de manera abrupta en la oscuridad de la noche, sino por tantas coincidencias y conexiones que nos llevan a otro planeta o a otro tiempo... pero que no es el de los humanos. Los diálogos explicativos de su teoría evolucionista derivan hasta lo pretencioso y pedante, mientras que la trama romántica avanza a saltos y trompicones, de manera superficial y más cercana a lo sexual que a lo emotivo. Mediada a cinta, parece que la historia coge cuerpo y estabilidad, pero es solo una apariencia más y un engaño de los sentidos, porque el azar no ha desaparecido y el director parece empeñado en convertir al científico y en llevarle al mundo de las estrellas. Ian comienza entonces un viaje por medio mundo, y lo extraño es que no se suba a una nave espacial y vaya en busca de Sofi... porque es posible que en otra galaxia esté su pavo real blanco y su medio-átomo.

Si el guión es inconsistente e inconexo, si la historia es gandilocuentey pesada (aunque interesante en su punto de partida), las interpretaciones no pasan de correctas para unos personajes sin alma... por mucho que se les mire a los ojos. Por otro lado, poco hay en la película que merezca un comentario de especial alabanza, pues entre diálogos vacuos en su aparente rigor científico-metafísico y una planificación con ínfulas poéticas pero impostada, asistimos al viaje de un descreído científico al mundo del espíritu (aunque, en realidad, desde el inicio no ha hecho otra cosa que creer en el amor) y al retorno de una joven solitaria al país que un día abandonó.

No es otra versión de "Interstellar" pero no sería difícil encontrar los puntos de conexión entre ambas películas, ni tampoco viajar por uno de esos agujeros negros... pues "Orígenes" tiene unos cuantos. Por otro lado, dos tipos diferentes de mujer, dos actitudes ante el misterio y dos mundos enfrentados terminan por conformar una película ambiciosa y fallida, que no quiere quedarse en nuestro insustancial planeta pero que tampoco se va a otra Tierra -así se titula la otra película de Cahill- que parece vacía en su falsa trascendencia.
6
15 de noviembre de 2014
25 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine lleva tanto tiempo arrastrándonos con lo que ofrece, a sótanos tan profundos, que cuando aparece una trabajo diferente, la gente llega a considerar, que ha descubierto algo que en realidad se encontraba ahí desde esos mismos orígenes del séptimo arte.

No voy a criticar ni alabar fallos y aciertos de Orígenes, porque me parece lo suficientemente bueno que se hagan películas como esta, y la gente, independientemente de su calidad llegue a apoyarlas.

Si tienes inquietudes para ver un cine DISTINTO al que con frecuencia nos envían desde el mercado de hamburguesas americano, tal vez te agrade, y si no. Tampoco creo que hayas perdido tu tiempo.
8
14 de diciembre de 2014
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mike Cahill salió de Sitges con el premio a la Mejor Película bajo el brazo con esta película que debate sobre el conflicto entre la ciencia y fe a partir de los tres personajes principales.
Una cinta que aunque poco tiene que ver con el tipo de obra que estamos acostumbrados en Sitges dejó un buen poso tras la proyección y ganas de reflexión en las horas posteriores.

Cahill muestra un gran talento al tratar temas científicos, de fe y místicos con total equilibrio y permitiéndole al espectador que él mismo se posicione con su propio pensamiento, creyendo en la espiritualidad o en la ciencia; lo cual le otorga una riqueza interpretativa tras la proyección.

Un trabajo profundamente sensorial que confirma a Cahill como una voz indie a tener en cuenta y reflexionando sobre la humanidad y nuestro progreso que se ha visto cumplido gracias a la unión de la pragmática ciencia y de la sensible fe. Una magnífica joya que nos deja éste año aunque pueda pecar de carga de kitsch.
4
16 de noviembre de 2014
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una canción de la banda estadounidense Bright Eyes, de título We Are Nowhere, And It’s Now, en la que Conor Oberst (vocalista del grupo) nos pregunta en la primera estrofa «¿Por qué tienes miedo a soñar con Dios, cuando es la salvación que deseas? Ves estrellas tan claras que han estado muertas durante años, pero la idea simplemente vive». Segundos antes él mismo decía «Y si juras que no hay una verdad absoluta ni a quién le importe, ¿cómo es que lo dices como si tuvieses razón?». Bien, sabias palabras, también para la gente que no encuentra en Dios la salvación que necesita, ni en ninguna otra Religión, ni en la Nada más absoluta. Su única salvación está en la vida, vivir y, mientras le dejen, negarse a morir. Esta opinión es sobre Orígenes, pero está llena de dudas y ejemplos.

Porque Orígenes, la considerada mejor película en el último Festival de Sitges de 2014, reflexiona sobre la Muerte, la Ciencia, la Espiritualidad, la Reencarnación, las Señales, Etcétera, y lo hace todo en mayúsculas (hasta el etc.), bajo un halo de cine New Age indie, tan pseudo-intelectual como pseudo-romántico y perfecto para todo aquel que nunca haya meditado mucho sobre nada de lo que aquí el director y guionista Mike Cahill pretende plantear. El actor Michael Pitt es Ian Gray, nuestro protagonista, un doctorando de biología molecular que está obsesionado con fotografiar ojos humanos, porque, según afirma, cada persona tiene los suyos propios (y además no es lo mismo hacer fotos a las huellas dactilares. Se liga menos). En una aburrida fiesta de Halloween, Ian conoce a una chica de singulares ojos (lo único que vemos tras su disfraz) que, desde el momento en que desaparece furtiva e inesperadamente, le deja con la pequeña obsesión de encontrarla.

Gray, que es científico hasta las últimas consecuencias (por eso lleva gafas, de hecho las mismas que mi padre), se ha enamorado de Sofi, como averiguaremos que se llama más adelante, el personaje interpretado por la actriz Astrid Bergès-Frisbey, y es por ello que, siguiendo las señales de las 11:11, acaba por encontrarla y volver a verla. Ella huye de él, no sin antes darle un chicle; él le pone los cascos de su reproductor MP3, para que escuche al grupo musical The Dø, antes de que pueda escapar. Desde entonces, se vuelven inseparables. No sigo para no estropear algo que ya estropean los trailers —la trama—, pero si en un momento de Orígenes Michael Pitt comenta un pensamiento que le surgió en el último momento de su pasada relación, recordad que minutos antes él ya le había puesto hasta el anillo de boda en la mano… En fin, muy científico, pero ahí estabas pensando con tu pequeño Constantino Romero.

Más allá de sus escenas a cámara lenta, de su explícita pedantería o de sus no-tópicos típicos del cine independiente americano (como por ejemplo, el abuso de relaciones románticas que surgen de forma única, de conversaciones surrealistas, de un humor muy personal, pero siempre compenetrado y divertido, en el que no tienen cabida los amoríos normales), debo reconocer, a la hora de abordar mi opinión sobre esta cinta, que lo que más me interesa es el fondo de la misma. Con Orígenes he tenido la misma nauseabunda sensación que me causa la llamada a la puerta de mi casa de unos evangelistas, mormones o movimentarios, que vienen a mi hogar sin que yo los haya invitado y quieren mostrarme la luz sin que yo se la haya pedido y asumiendo que no disfruto con mi oscuridad. Es una cuestión de educación: yo no me meto con las creencias de la gente que sólo se acuerda de Dios para lo bueno (por ejemplo, darle gracias por haber salido con vida de una grave enfermedad) y no para lo malo (¿nos la contagió el demonio?), no se metan en las mías.

En cualquier caso, como en este mundo hay que posicionarse siempre para todo, diré que soy agnóstico (¡toma posicionamiento!) y que, a pesar de o gracias a ello, tengo un poco de los otros dos pensamientos. Por ejemplo, creo en el alma si, como dice Lisa Simpson parafraseando a Neruda, la risa es el lenguaje de ésta, pero pienso, ¿es el Alzheimer la muerte del alma, entonces? Es sólo un ejemplo, pero es que podría poner varios más. ¿Los animales no humanos no tienen alma? Cuando muera, ¿me reencontraré con todos mis seres queridos? Varios animales lo son ¿Incluye eso a mis exparejas? ¿Y cómo le sentará eso a mi actual pareja, una vez llegue al Cielo, o incluso antes de llegar si es muy celosa? Además, dependemos de según la creencia en la que nos basemos. ¿Nos ha confirmado ya Juan el Bautista que es la reencarnación de Elías? ¿Y si en realidad al morir nos reencarnamos, de qué me sirve a mí?, si yo lo que no quiero es olvidar esta vida actual, no tener otras de las que también me olvidaré, pero de las que, supuestamente, guardaré una memoria residual, aunque para mí inútil, ya que sólo tendrá valor para quien tenga la inmensa suerte de conocerme más de una vez. ¿Qué sentido tiene que de esta vida sí me esté acordando? Además, qué Cielo, si se supone que hasta el día del Apocalipsis todos estaremos muertos y entonces será cuando revivamos, y para hacer una buena limpia. Por último, por no extenderme más de lo aconsejable, ¿cuando Jesucristo dijo “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”, hacía referencia a la creencia de que sí, existió y fue el primer hippie de la humanidad, o hay que creer en un sentido más espiritual? Nada me convence, así que, agradezco el interés, pero no me convenzan, que si no lo he conseguido yo mismo, no lo harán ustedes, se llamen Mike Cahill o Antonio María Rouco Varela.

(Spoiler sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Y por qué tengo la amarga sensación de que en Orígenes me están intentando convencer de algo? Sencillo, porque el director, en el contexto de un mundo real y actual, en el que la ciencia investiga y encuentra o no encuentra respuestas, y donde la religión llena esos vacíos o no con sus interpretaciones, emplea una táctica muy tramposa con la que intenta que ambas se den la mano: convertir algo imposible en algo empíricamente probable. Llega un momento en el que, o desarrolla el nuevo e interesante (por qué no decirlo, ¿verdad, Iker?) argumento, o la cosa se queda en una simple broma, y finalmente no lo desarrolla. Por poner un ejemplo, en Enter the Void (Gaspar Noé, 2009), todo tiene una lógica interna que no infecta negativamente al espectador (salvo que la película no le guste); vemos al protagonista, o mejor dicho, vemos su punto de vista, su desarrollo y desenlace. Enter the Void es coherente y honesta consigo misma y con el espectador, Orígenes no.

Por otra parte, el protagonista no es un hombre inteligente, es un hombre con estudios que encima nos hace creer durante la primera mitad de la película que es una persona llena de sentimientos, para de repente mostrarnos que no, que con un abrazo es todo pasado. Su novia no sabemos qué es, pero, aunque infantil e incapacitada para hablar abiertamente de cuestiones personales del pasado, tiene una obsesión con discutir con su pareja sobre si Dios existe o no, sobre temas espirituales y sobre todo lo relacionado con esto. Un ejemplo ficcionado de una de las muchas conversaciones que mantienen respecto al mismo tema durante la película:

-Ian: Soy científico, creo en las evidencias.

-Sofi: Pero a ver, que yo creo en Dios y soy muy espiritual. Hazte tú también, en Internet hay mazo de info al respecto.

-Ian: ¡Pero es que soy científico! Enséñame las tet…digo los ojos, que te haga unas fotos.

-Sofi: A ver si me vas a robar el alma, ladrón.

¡Pues mira qué evidencia! Espabilado. En suma, y ya más en serio, Orígenes está bien dirigida, a pesar de los ademanes ya comentados y de pecar de ser un poco previsible, pero la última revelación al final de la película es lo suficientemente emocional e inesperada como para elevarla al casi aprobado, pero porque mi alma está llena de bondad y aprecia las ideas y las buenas intenciones por encima de las malas, que de esas me encargo yo, el yo de ahora, el envase perecedero y caduco de mi inmortal alma.
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