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Los niños del paraíso

Romance. Drama París, 1820. Dos jóvenes artistas, Baptiste Debureau y Frédéric Lemâitre, debutan en el teatro de los Funámbulos y entablan amistad. Un día, Garance, una misteriosa y atractiva mujer, irrumpe en sus vidas. Mientras que el tímido Baptiste no se atreve a declararle su amor, Frédéric la convierte en su amante. Sin embargo, al estar implicada en una serie de crímenes, la mujer desaparece. (FILMAFFINITY)
Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
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5
13 de diciembre de 2008
65 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Les enfants du paradis” viene a ratificar la veracidad de ese inapelable sambenito que suele ir enquistado al cine francés y que lo tacha de plúmbeo, fatuo y melindroso. Y es que no es para menos, chicos. La peli de Marcel Carné tendrá todo el prestigio que queráis pero es un tostón de padre y señor mío.

He de reconocer que solo llegué a ver la primera parte, pero creo que cien minutos fueron más que suficientes para ganarme una parcelita en el limbo de espectadores mártires. Porque, vamos a ver: de acuerdo que la peli sea un espléndido homenaje al mundo del vaudeville; de acuerdo que los diálogos y la puesta en escena sean exquisitos; de acuerdo que ese rombo amoroso otorgue a la trama prestaciones a priori interesantes pero... ¿era necesario plasmarlo de forma tan empalagosa? ¿era necesario invertir tantos minutos en contarlo? ¿era necesario que los protagonistas fueran tan patéticos? ¿era necesario burlarse del espectador con tanta pantomima y pasarse argumento y agilidad narrativa por dónde yo me sé?...

Presiento que esta crítica va a ser salvajemente dinamitada pero si logro evitar que algún cándido espectador con una sensibilidad teatral tan cavernaria como la mía se trague este latazo, me daré por satisfecho.

P.d.: Le otorgo cinco estrellitas, y no menos, porque mis principios cinéfilos me impiden catear cualquier peli aclamada por la crítica o recomendada por Mr. Servadac. Sí, soy así de gilipollas.
6
22 de noviembre de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Los niños del paraíso” es una fábula encantadora sobre el mundo de la farándula, llena de sutileza y de poesía, con su mimo rebosante de melancolía, su galán crápula y simpático (absolutamente genial Pierre Brasseau), su bella actriz ladrona de almas y sus personajes de alrededor: malandrines, pícaros, aristócratas, bohemios… No falta ninguno; no sobre ninguno. El problema –mi problema- es haberme quedado esperando algo más, un no sé qué que no sabría cómo explicar; por eso, aun no negando los valores líricos y narrativos de la película, tampoco me doy por sorprendido. Quizá es que algunos clásicos pierden fuerza con los años; o quizá es que uno ha visto mucho cine posterior como para que algunos clásicos rompedores en su día mantengan intacta hoy su capacidad de sorpresa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El caso es que me ha decepcionado especialmente su desenlace desordenado, confuso y repentino, pese a la desolada belleza del plano final protagonizado por el triste de Baptiste.
8
29 de octubre de 2006
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película mítica en el contexto del cine francés y europeo, todo un clásico de la cinematografía gala. Durante la ocupación alemana y durante tres años Carné y Prévert elaboraron el guión a partir de una idea de Barrault. El resultado fue una gran producción de grandiosa duración, dividida en dos partes: "El boulevard del crimen" y "El hombre blanco". En la primera se hace la presentación de la historia y de sus personajes; en la segunda, y como si de una obra de teatro se tratase, se lleva a cabo la resolución de la misma y de los conflictos de éstos.
Inspirada absolutamente en el mundo teatral y artístico en general, es un homenaje a ellos, dónde se sublima la dirección artística, los decorados, la puesta en escena y las interpretaciones (muy buenas todas) encauzados por unos diálogos literarios y notables.
Una imponente obra, un homenaje al mundo de la pantomima y la figuración, de los artistas y a la vida misma que no deja de ser más que una pura interpretación.
9
21 de junio de 2010
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sirvan estas líneas para reondear lo que tan atinadamente han señalado mis compañeros cinéfilos. Que "Les enfants du Paradis" es un homenaje al teatro en todas sus vertientes, es algo claramente visible. Lo que quizá resulte menos subrayado es el paralelismo que en las figuras de Baptiste y Lamaitre se da con dos formas de hacer cine.
El mimo, el hombre blanco, Baptiste, supone el equivalente directo al cine mudo; Lamaitre, el galán, el actor, dan la réplica decimonónica al cine sonoro. Podríamos decir, llevando este hecho no casualmente traído por Carné, que su homenaje no es solamente un homenaje al teatro sino un guiño y una reverencia del cine a sus antepasados.
Asimismo, cabe señalar la clarísima estructura operística del film. Sus tres horas que quizá puedan aburrir al común espectador, su desarrollo trágico y sus sus cinco escenas visiblemente segmentadas en dos cuadros no resultan sino un acto voluntario de un director que no se conformó con hacer un guiño al teatro sino a la amnifestación escénica más señera del siglo XIX: la ópera.
Entre lo más significativo y aún no comentado es la incómoda resolución final. Recordemos que este film dialoga con "Lo que el viento se llevó", otro filme de apabullante y trunco desenlace. Carné (y Prevert) emulan esto mismo, posiblemente llevados por un sentimiento de posmodernidad. A pesar del homenaje, director y guionista ofrecen un final que aspira a simbolizar el sinsentido contemporáneo. El espectador deberá todo cuanto el guionista ofrezca como un símbolo: el actor, el amor, el paraíso de las masas, los niños exiliados de este paraíso...
Gran película pues que resume al amor a todas las grandes manifestaciones (el teatro, la ópera, el cine) y las eleva bajo el talento de un Prevert inspirado.
PD:Parece mentira que pudiera ser rodada baja la ocupación nazi. Para espectadores pacientes, letrados (y snobs como yo) que ven lo que representó esta maravilla en la historia del cine.
8
20 de abril de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La frustración es estar aquí deseando estar allí... es tener esto y desear aquello... es estar con una persona pensando siempre en otra... es vivir anhelando, día a día, aquello que ya nunca será posible... Debe ser una situación muy frustrante y dolorosa, vivir con una mujer -por buena que sea y por mucho que te quiera-, si es otra a la que tú amas, si es otra la que te inspira y la que ansías tener entre tus brazos. Igual de complejo y tormentoso debe resultar vivir con un hombre que te lo da “todo”, incluso amor, si no es él el ser sentido que tu corazón reclama.

Una situación de este deplorable estilo, es la que les toca padecer a Baptiste, el aplaudido mimo del teatro Funambules y a su enamorada Clara Rainier, conocida por todos como “Garance” en alusión a la flor llamada entre nosotros Rubia o Granza. Desde que se conocieran en la feria, en el incidente de aquel reloj robado a uno de los asistentes, en el cual el mimo logra que ella sea absuelta, y tras lanzarle Garance una rosa roja y un coqueto beso, la atracción fue mutua… y desde entonces, tendrá lugar una romántica ¿y trunca? historia de amor que, en ciertos instantes, conseguirá avivar la llama.

Con gran sobriedad narrativa y con una contrastante ambientación donde el entusiasmo y la alegría hace que los asistentes a la feria jamás se enteren de lo que sufren sus artistas; donde aquellos niños y jóvenes que ocupan la galería llamada paraíso (por ser la más alta del teatro), solo reclaman satisfacciones por lo pagado sin imaginar siquiera el hambre y los conflictos que se sufren tras bambalinas; y donde los artistas enamorados, en actos propios de la ligereza, juegan a estar con quien no deben estar, se va desenvolviendo una edificante y sugerente historia brillantemente contada por Jacques Prévert y dirigida con pulso firme por Marcel Carné cuando todavía gozaba de su mejor momento cinematográfico.

Iniciado el rodaje de “LOS NIÑOS DEL PARAÍSO” en el año 1943, la invasión de Alemania a Francia durante la II Guerra Mundial, obligó a suspenderlo durante dos años, y tras el fin de la guerra, por fin pudo concluirse con la feliz sobrevivencia de sus principales intérpretes.

Los roles protagónicos los encabeza Arletty (como Garance) una encantadora actriz que aquí se asemeja en mucho a ese espíritu libre –casi libertino- con el que siempre vivió. Muy posicionado, donjuanesco y harto jocoso, resulta también Pierre Brasseur (Frédéric Lemaitre) el actor que hace el primer tercio, apreciando al rival y deseando a la aristocrática hembra. Por su parte, Jean-Louis Barrault (Baptiste), un célebre clown con un historial tres veces más representativo en las tablas que en el arte cinematográfico, me resulta exquisito cuando aparece como mimo, mostrando la alegría y lo trágico de la vida... pero no me complace fuera del escenario jugando a ser el irresistible galán.

De otro lado, el filme goza de unos precisos diálogos con espacio para el gracejo y la mordacidad; posee una fotografía con magníficos claroscuros muy expresionistas; y cuenta con una recreación del siglo XIX, con ajustadas escenografías de estudio y un excelente vestuario… y todo esto, confluye para hacer que, “LOS NIÑOS DEL PARAÍSO”, sea hoy uno de esos clásicos que enaltecen, sin duda, al arte cinematográfico.
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