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Los caballeros

Thriller. Acción. Comedia Un capo de la droga con un marcado estilo británico intenta vender su imperio a una dinastía de multimillonarios procedentes de Oklahoma. (FILMAFFINITY)
Críticas 123
Críticas ordenadas por utilidad
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7
23 de enero de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego que el sello del amigo Ritchie es inconfundible y en esta obra lo vuelve a remarcar.

No es que descubra nada, ni tenga la historia más apasionante del universo, pero consigue meternos en ese mundo mafioso (en este caso ricos y pobres) de una forma entretenida hasta el final.
Algunas personas destacan el reparto pero no os dejéis engañar. Muchos de los nombres que veremos son actores sobrevalorados o que solo destacaron por un papel. Lo bueno es que Guy consigue exprimirlos en papeles diferentes a los que están acostumbrados.

Poco más se puede decir de una obra que si te gusta su director es un valor seguro, mientras que si el director te da igual, encontrarás una obra muy entretenida, con un excelente ritmo y buenas actuaciones.
8
18 de febrero de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena película de mafiosos con ese estilo tan característico de Guy Ritchie, que se nota en cada escena, en cada diálogo, en esa forma tan suya de contar las cosas.

La peli cuenta con un buen número de buenos actores, haciendo realmente buenos papeles, muy carismáticos, con un Hugh Grant que se sale totalmente.

La trama no está nada mal, lios de mafias y drogas, con partes bastante divertidas y con giros interesantes que te hacen disfrutar bastante la peli.
Para mi gusto, muy muy digna de verse, una peli que dentro de un tiempo será un clásico del género.
8
23 de mayo de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vuelta de Guy Ritchie al cine (obviamos los productos prefabricados por Hollywood) no puede ser más electrizante y divertida. Con The Gentlemen: Los señores de la mafia volvemos a adentrarnos en los bajos fondos de Reino Unido, país del que es oriundo su director, llenos de gánsteres, matones, pandilleros y mucha droga desde la caricaturización y excentricidad con la que Ritchie saltó a la fama internacional desde títulos como Snatch. Cerdos y diamantes (2000). Y nos adentramos a través de una visita guiada por los mejores cicerones de lo criminal. Un equipo de jugadores altivos impulsados por su ego y virilidad a un all-in constante a base de angle shootings, levellings y tights agresivos para brindarnos un C-Game de torneo en los suburbios anglosajones.

Entre los tahúres sentados alrededor de la mesa, Mickey Pearson (Matthew McConaughey) es el más fuerte, y al que seguimos en cada una de sus apuestas en un intento por traspasar su imperio del kif a Matthew (Jeremy Strong), un judío multimillonario sediento de dinero y poder. La partida es narrada en un impecable ejercicio metaficcional por un sibilino dealer llamado Fletcher (Hugh Grant), cronista del juego omnisapiente que ejerce las labores del propio Guy Ritchie repartiendo las cartas como una especie de álter ego desmedido, elocuente e ingenioso encargado de poner guion, ritmo y tragicomedia a una historia de violencia visceral en la que la comedia negra y punzante no hace más que seguir sumando libras esterlinas al bote prometido para el mejor gánster de Inglaterra.

Todos y cada uno de sus personajes están perfectamente diseñados para que nos encanten. Desde los más protagónicos hasta los más anecdóticos, todos derrochan carisma a raudales por sus tan marcadas particularidades, exageradas en favor de la comedia según el género de gánsteres al que no le faltan referencias como ese asistente fiel y meticuloso llamado Raymund (Charlie Hunnam) guiñando al Tom Hagen de Robert Duvall en la saga El padrino (Francis Ford Coppola, 1972 - 1990). La influencia de Quentin Tarantino es fuerte en el realizador de Hatfield, e increíblemente acentuada en su más reciente obra. La estructura narrativa no es lineal, tratando diferentes historias cronológicamente desordenadas con amplios saltos en el tiempo, comenzando con un in media res desde el que da forma al argumento a partir de una narración en paralelo de historias cruzadas como en Kill Bill. Volumen 1 (2003) o, más significativamente, Pulp Fiction (1994), con la condicionalidad de que es un personaje presente en la ficción el comisionado para hacerlo. También se presenta en los diálogos que mantienen sus personajes, descontextualizados de la ambientación típica del género que los conducen irremediablemente a escenas más mundanas donde el humor yace en la desmitificación de la figura del mafioso, usados generalmente desde líneas más cómicas que los alejan de ese mundo de criminalidad para acercárnoslos y empatizar con ellos, tal y como la espléndida secuencia de arranque de Reservoir Dogs (1992). Por último, el incipiente uso de contrapicados (o planos 'maletero'), míticos en el cine del de Tennessee, así como la selecta elección musical de Christopher Benstead adivinada desde el arranque de la película con el tema Cumberland Gap de David Rawlings. Huelga decir las manifestaciones explícitas a la cultura popular cinematográfica en escenografía y diálogos como cierta puesta en escena que conmemora a la más recordada escena de El precio del poder (Brian De Palma, 1983), el cierre de la película con una puerta cerrándose, tomada de El padrino (1972), a su vez, tomada de Centauros del desierto (John Ford, 1956) o la directa mención de películas como La conversación (Francis Ford Coppola, 1974).

Pero todas estas influencias están recubiertas con un diseño de producción elegantísimo que precede el distinguido vestuario de todos los personajes que los hace, si cabe, más atractivos a nuestros ojos. La clase inglesa, supongo. Otro de los puntos más significativos es el montaje en paralelo de James Herbert, del que también es partícipe el personaje de Grant, con el que se añade más tensión a los hilarantes giros de guión con los que Ritchie no para de sorprendernos jugando con nuestras expectativas del cómo deberían desarrollarse los diferentes arcos de los personajes, convirtiendo la narración en un ejercicio verdaderamente estimulante y socarrón en la línea del tono con el que se nos narran sus andanzas por la bolsa de los bajos fondos británicos.

Adoro las interpretaciones, especialmente la de un Hugh Grant astuto, travieso, ocurrente pero, sobretodo, altivo e histriónico que recuerda al Al Pacino de Pactar con el diablo (Taylor Hackford, 1997), y la de un Matthew McConaughey que parece una extensión más refinada de su Mark Hanna en El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013). Cabe decir la gran habilidad de Ritchie para convertir la inexpresivisad de Charlie Hunnam en su mejor virtud para la sobriedad desfasada de su personaje. Como mención honorífica, Colin Farrell acaba poniéndole la guinda a este gran pastel de marihuana con el que el director nos coloca durante 113 minutos que pasan en una calada.

The Gentlemen: Los señores de la mafia es Guy Ritchie volviendo con el revólver cargado a los estudios, con un cigarrillo en la boca y con la chulería macarra de los gánsteres y pandilleros con los que conformó su ace high para ganar el A-Game a Hollywood en un fastplay realmente fascinante. (7.5).
8
6 de junio de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
... o "cuando Guy Ritchie volvió a sus raíces".

Sí, el "Taranta británico" volvió a las suyas, el mundillo criminal, muchos personajes elaborados, algunos importantes y otros don nadie (esta vez los más relevantes son los primeros), una buena dosis de humor y una narración coral que se va entrecruzando, agregando ahora un efecto mamushka en las historias y una sutil puesta en abismo.

Acá Matthew McConaughey es el capo de la marihuana en Inglaterra y trata de vender su imperio para retirarse. Obviamente en el mundo gangster no es tan fácil algo así, si no preguntale a Al Pacino. A esto se le suman una serie de infortunios que complicarán aún más la cuestión.

La secuencia de inicio ya te deja con mucha intriga, luego títulos y... acá tal vez el punto flojo: el relato tiene un comienzo medio denso. Pero como decía la Negra Sosa, tarda en llegar y al final hay recompensa. Una vez que entramos en pleno conocimiento del contexto, la trama se vuelve super dinámica y atrapante, no perdiendo el ritmo por un segundo.

A la vieja fórmula del director con mafiosos, rusos, judíos y hasta cerdos (sí, pintó el autohomenaje), graphs copados y todo lo que mencioné al principio, se le agrega la experiencia, la chapa, los avances tecnológicos y un buen presupuesto, con un nivel de producción muy superior, con un resultado más estético visualmente hablando, un montaje excelente con algunas escenas sincrónicas que son una delicia, y un añadido de fineza a los diálogos que dejará extasiados a aquellos amantes de la retórica.

Como un claro ejemplo de lo que podría ser algo así como "sí, soy el bardo de siempre pero mirá como incluyo más cultura sofisticada a esto" está una escena que hace referencia casi al detalle a otra de "El mercader de Venecia" (en contraposición a un diálogo "pícaramente" racista de Colin Farrell).

Por último pero para nada menos importante, el elenco. Chapeau! Re bien casteado y unas actuaciones impecables.
7
8 de mayo de 2020 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La filmografía de Guy Ritchie es una peculiar. Empezó haciendo un cine diferente al que se nos tenía acostumbrados, y que rápidamente pasó a ser clasificado como de culto. Pero con la llegada del 2000 pasó hacer una gran cantidad de películas de encargo, en donde poco te podía llevar a decir que se tratara de una película del director, y que se caracterizaban por unas secuencias de acción mucho más "fácilonas" y unos personajes bastante más triviales y vacíos. En 2008 dirigió Rock&Rolla, la cual parecía que iba a ser su regreso al Guy Ritchie al que nos tenía acostumbrados, pero continuó haciendo un cine que seguía sin decir nada. Hasta que, con el estreno de The Gentlemen, ha hecho de este film su redención y lo que (parece) que va a ser el regreso a su cine más personal.

Descarada, frenética y endiabladamente entretenida son todos los adjetivos que consigue reunir este prodigio de ritmo incesante que es The Gentlemen. Guy Ritchie consigue, gracias a unos personajes los cuales eres capaz de amar por su carisma y al mismo tiempo odiar por su ruindad, y reminiscencias a los principios de su filmografía como son las ya míticas Snatch y Lock & Stock, seducirte desde el primer minuto, y pese a que no llega al nivel de sus predecesoras, funciona, y funciona muy bien.

Esta es la verdadera faceta del director. La que habla sin miedos ni tapujos y la que, pese a pasar a hacer un cine más comercial, consigue mantener su esencia, la cual se ve en la cámara, en los personajes y sobre todo en un guión muy bien logrado que nos muestra que, pese a que dejó de hacer lo que en primera instancia pudiera llegar a considerarse "un cine suyo", ha vuelto con todo.

Para más críticas, visita nuestra web B-Roll.
https://5e0c96777beaa.site123.me/
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