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Felicidad

Drama. Comedia Irónica, crítica e inmisericorde comedia sobre los miembros de una familia de un suburbio de New Jersey. Un matrimonio a punto de divorciarse, tres hermanas y sus maridos, novios y amantes ocasionales. Tras una aparente normalidad, todos los personajes ocultan algún secreto y alguna que otra perversidad. (FILMAFFINITY)
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7
8 de diciembre de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
Todd Solondz conmocionó al público de finales de los 90 con Happiness, sátira que sondea los aspectos más escabrosos de la clase media americana de finales del siglo XX. Cine independiente que sigue la estela del ataque frontal a los convencionalismos propia de aquellos años (American Beauty, Election, Magnolia...), aunque con una deuda con la escatología de John Waters, o con la estética de cómic underground de Daniel Clowes. Aspirante a inquietar, a sacar las vergüenzas y tocar las narices de aquella sociedad que estaba a medio camino entre el (supuesto) final de las ideologías noventero y el posterior auge de lo digital en la década siguiente, nos tira a la cara una galería de personajes grotescos, pero también muy normales, cuyo denominador común es el patetismo, la trastienda oscura, el asco y también la compasión. El peligro, en definitiva, de vernos un poco reflejados en alguno de ellos, así como cierta honestidad al descender a semejante nivel de inmundicia ética y estética sin el menor edulcoramiento; ponernos, a través del esperpento, ante un espejo que no querríamos mirar.

La perspectiva es pesimista, amarga y desde luego trágica en su ironía, al retratar a un cúmulo de individuos, más o menos conectados entre sí, cerca y a la vez lejos unos de los otros, que aspiran a una ansiada “felicidad”, pero que son completamente incapaces de alcanzarla. Unos, alienados y zombis que no se enteran de nada, odiosos y estúpidos, otros, ingenuos, inocentes, vistos con condescendencia infinita o utilizados como saco de boxeo para paliar frustraciones... o bien se aprovechan de ellos (la bondad o pureza de corazón es vista como debilidad y te condena a ser carnaza) y encima tienen que poner buena cara, mentirse y fingir que todo va bien. Humor obsceno, tan malicioso en sus gags que te partes... al mismo tiempo que se te hiela la sangre en la escena siguiente. De nuevo, la catarsis de reírnos de lo que realmente carece de puta gracia.

Insensibilidad emocional y miedo a la muerte, sentimientos de soledad, hastío, desprecio por uno mismo; el destino de los inadaptados no es hallar el placer, ni mucho menos el amor… es, como mucho, limitarse a compartir tristemente sus soledades, mientras que los estándares de fealdad y de belleza física para las mujeres acaban por engendrar algún tipo de monstruo. Y es que tampoco se salvan quienes han logrado el éxito, o quienes en teoría gozan de una vida plena, de ahí la semblanza descarnada de un pederasta que es más terrorífica cuando contrasta con su cotidianidad familiar, sin juicios y mostrando su calvario al mismo nivel que los demás. Las sexualidades anómalas de toda índole, o bien la infidelidad, parecen ser el fondo común, están en la base misma y vendrían a ser algo así como el grito de auxilio ahogado de estos pobres diablos.

Paralelamente, está el empleo basura, el anonimato laboral, una parodia perversa del típica historia “inspiradora” y buenista en torno a una mano blanca y anglosajona que trae la salvación de los pobres inmigrantes, que aquí son más gente indeseable que sumar a la fauna y donde más incisiva es la crítica del “american way of life”.

A favor y en contra diría que la sutileza es más bien nula, que la narración es deficiente en cuanto ritmo y se alarga demasiado, requiriendo mayor síntesis. Se busca ante todo la estética de anuncio de TV, los colores pastel y los escenarios de ensueño que encubren toneladas de mierda, o un recurso que se volvería trillado más adelante; el uso irónico de la banda sonora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es especialmente inquietante la historia del pederasta, debido al hecho de ser casi el único que se atreve a romper su coraza, en una de las secuencias más incómodas del conjunto como es la de la confesión ante su hijo, recreándose incluso más de lo necesario en el dolor. El autor del peor crimen imaginable es, sin embargo, el más honesto al presentarse como el monstruo que es ante otra persona, quien no es ni más ni menos que su propio hijo. Y al mismo tiempo es horriblemente humano. Uno de los detalles más incómodos, y al mismo tiempo más valientes del film.

El positivismo de pacotilla es especialmente demoledor en una secuencia final (sucesión de gags con el perro y la lefa que sería el culmen de la náusea), que nos dice que somos familia y estamos unidos, que la vida sigue, que al mal tiempo buena cara… cuando queda claro que nada va a mejorar y que todo es una inmensa farsa.
8
3 de febrero de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
De Todd Solondz había visto solamente Dark Horse (2011), la cual no me defraudó y me dio interés por seguirle el rastro, por eso retomé con esta cinta.
De entrada ya te mete en situación, con escenas muy bien planeadas, sobre todo por los diálogos al detalle, y con actuaciones que traspasan la pantalla. Hasta el final es muy entretenida, a pesar de tener una duración bastante extensa.
Haberla visto en la época de estreno seguramente hubiese sido una experiencia bastante fuerte, por lo provocativa y morbosa, aunque hoy todavía sigue despertando cierta polémica.
9
24 de noviembre de 2006
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film Happiness, del director Todd Solondz, es una obra que refleja un cierto tipo de anormalidad en el comportamiento de un grupo de sujetos y tal anormalidad, está dirigida especialmente a la conducta sexual de los mismos. Más que afirmar que la película es buena, por los actores, por su director, por el guión o demás aspectos desde los que se establece una crítica frente a cualquier film, es preciso hacer referencia al contenido de las historias que recrea, en tanto representa un gran valor cuando nos adentramos en la importancia del arte cinematográfico. En este sentido, es importante señalar que Happiness, muestra de una manera muy particular, la realidad de una sociedad dentro de la cual se respira un aire de soledad: La sociedad norteamericana, quizá representa en muchos aspectos, el modelo a seguir, debido, por supuesto, al gran desarrollo que ha alcanzado, en diferentes aspectos; sin embargo, aunque esto sea así en la economía, quizá en política –habría que ver–, en tecnología y demás, la cultura norteamericana se mueve a ritmos acelerados, como fiel representante de los tiempos modernos, generando como consecuencia, el abandono del individuo, de la particularidad de ser un sujeto. En este sentido, la soledad como sentimiento albergado en la sociedad, puede tenerse, si es posible decirlo, como una de las causas que generan ciertas conductas particulares en los individuos. Tal como se refleja cada uno de los personajes de Happiness, el reflejo de la soledad, es encaminado hacia el campo de lo sexual: todos presentan lo que podría llamarse desde Foucault, conductas sexualmente anormales.

En este sentido, es importante hacer referencia a una de las clases que hace parte de la obra Los Anormales, de Michel Foucault: la clase del 22 de enero de 1975. Allí, el autor propone una categoría muy particular que refleja las características de los personajes del film de Solondz, a las que se hizo referencia: la categoría de monstruo humano. Según Foucault, “lo que define al monstruo es el hecho de que, en su existencia misma y su forma, no sólo es violación de las leyes de la sociedad, sino también de las leyes de la naturaleza”; sin duda, la película tiene el objetivo principal de evidenciar este tipo de individuos, considerados monstruos, en el sentido anterior. Sin embargo, este tipo de monstruosidades transcurren en la cotidianidad, de manera que pueden entenderse como monstruos trivializados. Así, los personajes de la película reflejan individuos anormales, sobre quienes es preciso ejercer ciertas prácticas de corrección, es decir, de normalización. En el caso del niño, que encaja perfectamente con la descripción foucaultiana del niño masturbador, quien se presenta como una figura universal, portadora también de un secreto universal, el secreto de la masturbación, compartido por todos pero pocas veces nombrado, aunque al final de la película, la confesión ocupa el lugar importante de revelación del secreto.
4
12 de abril de 2010
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película como esta no puede dejar a nadie indiferente al menos en su forma, una obra excéntrica. En su fondo al menos a mí, puestos a utilizar el recurso "peneano", no me ha llegado ni la punta del prepucio, tiene menos chicha que un saco de huesos.
Sin ir más lejos una cinta como "Vidas cruzadas" (¿esto no es un plagio?) me pareció mucho más cercana y divertida que este bodrio que salvo por escasos momentos de lucidez es una auténtica mierda.
Como tal responde a una historia ya contada con muy mal gusto, por momentos desagradable y usuaria de recursos fáciles, interpretaciones y papeles en su mayoría huecos, peor guión y diálogos simplones.
Si esta es de las mejores comedias de los últimos años mejor ponerse a llorar.
Siendo benévolo sólo se salva del muy deficiente.
5
25 de septiembre de 2009 2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corrosiva comedia que gira en torno a un variado grupo de personajes algo desequilibrados, compuesto por tres hermanas, sus padres y amigos. Detrás de una aparente normalidad se esconden los más diversos traumas y perversiones.

Joy Jordan (Jane Adams) a sus 30 años sigue viviendo en la casa de su infancia, sus padres Lenny (Ben Gazzara) y Mona (Louise Lasser) abandonaron hace tiempo aquella vivienda para pasar una jubilación soleada y miserable en Florida, donde los encantos de su vecina Diane (Elizabeth Ashley) amenaza su matrimonio sin amor.

Joy mantiene la esperanza de que su realización sentimental esté a la vuelta de la esquina, aunque haya roto con su novio Andy (Jon Lovitz) para iniciar una relación con un emigrante y delincuente ruso llamado Vlad (Jared Harris).

Joy tiene dos hermanas: Trish (Cynthia Stevenson), un ama de casa felizmente casada, y Helen (Lara Flynn Boyle), una sofisticada escritora. Ambas se dedican a humillar a Joy.

Helen empieza a flirtear con un asesino anónimo que le suele hacer llamadas obscenas, no sospecha que quien la llama es su inofensivo vecino, el solitario Allen (Phillip Seymour Hoffman), quien a su vez es el objeto de deseo de Kristina (Camryn Manheim), persona aun más solitaria que él, aunque quizá no tan inofensiva.

Allen confía sus penas por su amor no correspondido a su psicoterapeuta, Bill (Dylan Baker), sin darse cuenta de que Bill, casado con Trish, apenas le presta atención.

Bill es presa de sus propias obsesiones incontrolables, que se centran principalmente en los compañeros de clase adolescentes de su hijo Billy (Rufus Read). Billy, a su vez, lucha por asimilar su paso a la madurez como hombre.

La película tuvo un presupuesto $3 millones y genero por venta de taquillas la cantidad de $5,7 millones, además recibió 21 nominaciones a diferentes premios y/o festivales de cine, de los cuales gano nueve de ellos.
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