Trumbo. La lista negra de Hollywood
7,0
15.012
Drama
En los años 40, Dalton Trumbo, el guionista mejor pagado de Hollywood y afiliado al partido comunista, disfruta de sus éxitos. Pero entonces comienza la caza de brujas: la Comisión de Actividades Antiamericanas inicia una campaña anticomunista. Trumbo, uno de los llamados "10 de Hollywood", entra en la lista negra por sus ideas políticas y le prohiben trabajar... Biopic del famoso guionista Dalton Trumbo (“Espartaco” o “Vacaciones en ... [+]
16 de mayo de 2016
16 de mayo de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo, mucho tiempo, que no aplaudía en una sala de cine. Ayer varios espontáneos, conmovidos por la dignidad del alegato final de Dalton Trumbo, un viejo luchador antifascista, guionista del Espartaco de Kubrick y director del alegato antibelicista tan efectivo que fue Johnny cogió su fusil, basado en una novela que él mismo escribió a raíz de las terribles secuelas físicas sufridas por muchos combatientes de la Primera Guerra Mundial, algo así como la eficaz Nacido el 4 de julio, hija directa de aquella; ayer, digo, al acabar la sesión, algunos no pudimos ni quisimos reprimir la costumbre de aplaudir, impropia de las salas de cine, pero necesaria para quienes han experimentado una catarsis a través de una denuncia tan inteligente de cómo el fascismo de derechas, valiéndose del pretexto del fascismo de izquierdas, pretende convertir en hegemonía política su moral inquisidora y conservadora. No fue un alegato cualquiera, sino que resumía perfectamente el daño moral que la caza de brujas, ese diabólico intento del fascismo usamericano por imponerse ideológicamente en plena Guerra Fría, infligió a buena parte del mundo intelectual y artístico usamericano. El caso del cine, concretamente de los Diez de Hollywood, entre los que se hallaba Dalton Trumbo, es el que se narra en esta película de corte biográfico pero cuyas implicaciones de época permiten comprender perfectamente el modo como se desarrolló la coacción moral y económica de aquel temible movimiento integrista que fue el macartismo. Me ha recordado, aunque sin la variante melodramática propia del cine de su autor, del alegato final de El gran dictador, de Chaplin. Y es justo empezar por el final esta crítica porque se trata de una historia suficientemente conocida, puesto que el propio hijo de Trumbo confeccionó un documental de éxito sobre el caso de su padre. No es exactamente un biopic, la película de Jay Roach, sino una muy inteligente narración de la peripecia vital y social de un “apestado” que ha de recurrir a su más que demostrado ingenio narrativo para sacar a la familia adelante y esperar el momento en que pueda recuperar su propio nombre, que es la quest artúrica en que el protagonista, tras pasar por la cárcel -¡que perfecta síntesis de la humillación el “reconocimiento” físico ante el carcelero!-, la pérdida total de su identidad, se empeña, paso a paso, en recuperar lo que nunca debería haber perdido: su nombre propio. Hemos de recordar que mientras duró el ostracismo a que fue condenado Dalton Trumbo ganó dos Oscars al mejor guion sin poder recoger ninguno de ellos, por ser un autor al que le estaba prohibido trabajar en la industria, por más que él lo hiciera mediante el uso de testaferros, Vacaciones en Roma, que supuso el lanzamiento a la fama de Audrey Hepburn, y el otro una modesta película de serie B, El bravo, ambientada en Méjico. Cinco años después de que él realizara Johnny cogió su fusil, y bastante después de que hubiera podido volver a firmar guiones como Espartaco, Éxodo o Papillon, un cineasta tan comprometido socialmente como Martin Ritt llevó al cine La tapadera, con Zero Mostel y Woody Allen, la primera película en que se trata de forma abiertamente crítica la época de la caza de brujas en la industria cinematográfica americana, una película, por cierto, que no está de más volverla a ver, una vez se ha degustado, como corresponde, este Trumbo de un director, Jay Roach, de quien ninguno de sus trabajos precedentes, sean los de la serie de Austin Powers, sean Los padres de ella y Los padres de él, por ejemplo, permitía pensar que fuera capaz de realizar una película tan emocionante como Trumbo, tan eficaz, tan conmovedora y tan inteligente. Es cierto que el propio Trumbo era ya, per se, un personaje, pero la película lo sobredimensiona hasta convertirlo en un héroe de la resistencia intelectual contra el fascismo, amén de la encarnación del pícaro cuyo ingenio y agudeza le permiten sobrevivir. La interpretación de Bryan Cranston, el inolvidable Mr. White/Heisenberg de Breaking Bad, es un verdadero prodigio, porque ha sabido hacer suyos tanto la persona como el personaje, y en la película exhibe una gama de registros interpretativos que van de la alta comedia hasta el drama existencial pasando por el lirismo sentimental o el cinismo de la supervivencia, todos ellos con una capacidad de persuasión que explican el aplauso final. La película trae a la memoria otra biografía, la de Edward Murrow, narrada en la película Buenas noches, y buena suerte, de George Clooney, quizás mejor director que actor, porque, de hecho, fue el gran valladar del pensamiento libre contra el movimiento fascista de McCarthy, ¡tan extraordinariamente representado en la película por la acción destructiva de la periodista amarilla Hedda Hopper!, a quien Helen Mirren es capaz de convertir en el prototipo de la crueldad, la vileza y el fanatismo hipócrita del integrismo moral mediante una soberbia interpretación que compite en igualdad de condiciones con la de Cranston. ¡Duelo memorable, el de ambos!
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spoiler:
La aparición en la película de actores y directores fielmente representados añaden un interés vivo a la trama, porque la actuación decidida en favor de Trumbo de actores tan prestigiosos como Kirk Douglas o directores como Otto Preminger, con quien tiene un diálogo inolvidable, que ignoro si será del propio Trumbo: “Si todas las escenas son excepcionales, le saldrá una película monótona, Sr. Preminger”. “Vd. escriba todas las escenas excepcionales, Sr. Trumbo, que ya me encargaré yo de rodar “irregularmente” algunas de ellas”, concede a la película una dimensión social que va más allá del caso individual de Trumbo. Del tenor de ese diálogo con Preminger son muchos de los que se oyen en la película, llena de ingenio por los cuatro costados, aunque el premio de la escena magnífica se lo lleva John Goodman, quien interpreta al productor de películas de serie B Frank King, quien contrata a Trumbo como trabajador a destajo, a pesar de las prevenciones que tiene ante una persona de su inteligencia, porque él produce películas de serie B declaradamente “basura”; se trata de la escena en que a King lo “visita” un emisario de la plataforma anticomunista para que despida a Trumbo: ¡genial, la reacción de King!, y un momento excelente de Goodman, un secundario de superlujo. Emociona ir al cine y encontrarse con películas como Trumbo, porque, a veces, dado el nivel de las películas que se estrenan casi a diario, cree uno que se va perdiendo la magia del cine, pero esta película demuestra justo lo contrario. En definitiva, se trata de un homenaje al poder de la creación, al talento narrativo y a la fidelidad a principios que son el fundamento sólido del sistema democrático.
24 de febrero de 2016
24 de febrero de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenido guión que basa su buen hacer en un insuperable Cranston, sencillo y creíble, visceral y tangible, un mimetismo agradable y palpable, sus intenciones viene parejas a nuestras sensaciones, lo cual busca la empatía pero a la vez sus contradicciones. Destacable fotografía, banda sonora rítmicamente agradable, jugando con los paralelismos visuales, ligada a cada tensión, trama y personaje, un emparejamiento acertado. Contar con unos secundarios de lujo le imprime a la cinta un regusto a calidad, lo que hace que ni los momentos de relax argumentativo decaigan en el sombrío hartazgo, teniendo peso en el personaje principal.
11 de marzo de 2016
11 de marzo de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suelo ser de esos que disfruto con los biopics porque les doy más importancia de la que deberían tener. Y con Trumbo me pasa igual. Se que su guión está forzado a ser ficcional y que por eso no debemos de tragarnos todo lo que nos cuenta, pero no puedo evitar disfrutarlo, sobretodo cuando el famoso guionista se enfrenta a personajes del Hollywood de los estudios que ya todos conocemos (ese John Wayne).
Puede que el problema de la película es que se centra tanto en Craston (que aunque sobreactuado, no lo hace mal), que ignora mucho a todos los personajes que orbitan alrededor de este y salvo algunos detalles con la mujer e hija, y Arlen Hind (algo asi como el contrapunto moral de Trumbo), los demás son meros peones de la trama.
En cuanto a los demás aspectos, Trumbo no destaca, pero si eres un cinéfilo y te interesa la historia del cine (como a un servidor), esta cinta será tu nueva metadona.
Puede que el problema de la película es que se centra tanto en Craston (que aunque sobreactuado, no lo hace mal), que ignora mucho a todos los personajes que orbitan alrededor de este y salvo algunos detalles con la mujer e hija, y Arlen Hind (algo asi como el contrapunto moral de Trumbo), los demás son meros peones de la trama.
En cuanto a los demás aspectos, Trumbo no destaca, pero si eres un cinéfilo y te interesa la historia del cine (como a un servidor), esta cinta será tu nueva metadona.
18 de febrero de 2019
18 de febrero de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Tumbo" me ha dejado sensaciones encontradas. Académicamente es insalvable, puedo decirlo más alto pero no más claro. Pero por otra parte, como producto, me apetece darle algo más que un simple aprobado raspado.
En el fondo el film es como ese alumno pasota que no aprueba ni un examen, básicamente porque pasa de estudiar. No le interesa la materia. Pero por otra parte no da un ápice de guerra, se está tranquilito y no interfiere en el correcto desarrollo de la clase. Simplemente se limita a sentarse en su pupitre para mirar al infinito esperando a que pase la hora. Obviamente no se le puede aprobar, la nota no le llega. Pero solo por ese «vive y deja vivir» implícito en su actitud, ya apetece darle un aprobado ramplón. En fin, creo que me he ido bastante por las ramas. Pero espero que hayan entendido medianamente mis sensaciones con el film de Jay Roach.
"Trumbo" es un biopic sobre el archiconocido guionista de Hollywood Dalton Trumbo. Y como he dicho antes, pasaré a relatar esa retahíla de faltas por las que no debería aprobar. El film posee las inconfundibles maneras del biopic televisivo. Jay Roach pasa paginas del excesivamente estereotipado álbum fotográfico de Dalton Trumbo, pero lo hace como al que no le va demasiado la vida en ello, con una completa ausencia de alma. La cinta son dos horas en las que se suceden los hechos más relevantes en la ajetreada vida del guionista, pero sin nada que los una. A esa desgana generalizada se le une un factor emocional que no funciona en ningún momento. Ni en la parte familiar del personaje, donde quizás si debiese funcionar, ni en la profesional. Por todo ello acudes bastante atónito a este salto de acontecimiento en acontecimiento. Viaje que resulta bastante bacheado en su desarrollo, a pesar de que la película es bastante fácil de seguir. "Trumbo" posee muchos altibajos narrativos, alterna partes que enganchan bien con otras que desenganchan por completo. Y hasta aquí el porqué este alumno merece catear.
Pero ahora viene lo del «vive y deja vivir» que equilibra la balanza. Lo que igual no debiera suceder, pero sucede. La carne es débil. “Trumbo” se ve beneficiada por lo interesante y atractivo de su historia, y relativamente desconocido en mi caso, lo que me hace más cosquillas aún dado su carácter cinéfilo. Y a ello se une su golosa recreación del Hollywood clásico, destacando la dirección de casting y las caracterizaciones actorales, con un magnífico Bryan Cranston a la cabeza.
Esas cositas al final me ganan, haciéndome recordar con gusto un film que, quizás por calidad, no debiera recordar con tanto gusto.
En el fondo el film es como ese alumno pasota que no aprueba ni un examen, básicamente porque pasa de estudiar. No le interesa la materia. Pero por otra parte no da un ápice de guerra, se está tranquilito y no interfiere en el correcto desarrollo de la clase. Simplemente se limita a sentarse en su pupitre para mirar al infinito esperando a que pase la hora. Obviamente no se le puede aprobar, la nota no le llega. Pero solo por ese «vive y deja vivir» implícito en su actitud, ya apetece darle un aprobado ramplón. En fin, creo que me he ido bastante por las ramas. Pero espero que hayan entendido medianamente mis sensaciones con el film de Jay Roach.
"Trumbo" es un biopic sobre el archiconocido guionista de Hollywood Dalton Trumbo. Y como he dicho antes, pasaré a relatar esa retahíla de faltas por las que no debería aprobar. El film posee las inconfundibles maneras del biopic televisivo. Jay Roach pasa paginas del excesivamente estereotipado álbum fotográfico de Dalton Trumbo, pero lo hace como al que no le va demasiado la vida en ello, con una completa ausencia de alma. La cinta son dos horas en las que se suceden los hechos más relevantes en la ajetreada vida del guionista, pero sin nada que los una. A esa desgana generalizada se le une un factor emocional que no funciona en ningún momento. Ni en la parte familiar del personaje, donde quizás si debiese funcionar, ni en la profesional. Por todo ello acudes bastante atónito a este salto de acontecimiento en acontecimiento. Viaje que resulta bastante bacheado en su desarrollo, a pesar de que la película es bastante fácil de seguir. "Trumbo" posee muchos altibajos narrativos, alterna partes que enganchan bien con otras que desenganchan por completo. Y hasta aquí el porqué este alumno merece catear.
Pero ahora viene lo del «vive y deja vivir» que equilibra la balanza. Lo que igual no debiera suceder, pero sucede. La carne es débil. “Trumbo” se ve beneficiada por lo interesante y atractivo de su historia, y relativamente desconocido en mi caso, lo que me hace más cosquillas aún dado su carácter cinéfilo. Y a ello se une su golosa recreación del Hollywood clásico, destacando la dirección de casting y las caracterizaciones actorales, con un magnífico Bryan Cranston a la cabeza.
Esas cositas al final me ganan, haciéndome recordar con gusto un film que, quizás por calidad, no debiera recordar con tanto gusto.
2 de marzo de 2016
2 de marzo de 2016
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No soy dado al disfrute de biopics. Salvo alguna que otra honrosa excepción, parecen todos cortados con las mismas tijeras. Debe ser por la habitual carencia de trama argumental, que las convierte en productos planos de principio a fin.
Pero, pero, pero... no todas las biografías tienen por qué ir a parar al mismo saco, siendo ésta una de esas mencionadas excepciones que se encuentra uno de cuando en vez. ¿Dónde reside el atractivo de Trumbo? No cabe duda que el cinéfilo encuentra mil y un detalles de aquel cine de Nunca Jamás, de la época dorada de una industria gloriosa, que creaba obras maestras con la misma facilidad que hoy crea "bluffs". Desde estrellas a grandes directores, pasando por títulos míticos, todo son reminiscencias y buenos recuerdos de unas décadas irrepetibles, de la mano del escritor de un buen puñado de ellas. Aquí encontramos argumento, suceden cosas, hay situaciones interesantes desde el punto de vista narrativo, y no una sucesión deshilvanada de acontecimientos, como suele suceder en cualquier biopic al uso.
Y eso no es todo lo bueno que se puede mencionar de esta película. ¿Qué decir de sus interpretaciones? Creo que el trabajo de su actor principal, Bryan Cranston, es sencillamente magistral, (se come la pantalla cada vez que aparece en plano) magníficamente secundado por Helen Mirren en el papel de la mala malísima Hedda Hopper, periodista de lengua afilada. Están muy bien reflejadas las presiones que la industria ejerce sobre un guionista de éxito, sus consecuentes problemas familiares al desbordarse de trabajo, la labor interesada de la prensa especializada, los lobbies de presión que intentan mover los hilos del tinglado, las relaciones personales... y, cómo no, el asunto ideológico sobre el que gira toda la película, la caza de brujas macartiana, la pesada atmósfera que se formó en todos los ámbitos de la vida en general, y en el mundo del cine en particular, por culpa de una obsesión persecutoria sobre todo lo que oliera a comunismo. En definitiva, las piedras con las que se encontró a lo largo del camino un autor genial, por nadar a contracorriente en lo que a su forma de pensar se refiere con respecto a una sociedad de pensamiento único, problemas que convierten en pesadilla su vida profesional y familiar, pero que el protagonista parece aceptar con sumo estoicismo, incluso el hecho de dar con sus huesos en la cárcel, que el asume como meros gajes del oficio, por los que hay que pasar en pro de crear.
Merece la pena pasar por taquilla y emplear dos horas de nuestro tiempo en el disfrute de esta pequeña joya, que ha supuesto toda una sorpresa para quien esto escribe y que le ha dejado el paladar con ese regustillo tan agradable que las películas que este señor escribía, bajo nombre real o seudónimo, le lograban dejar.
Pero, pero, pero... no todas las biografías tienen por qué ir a parar al mismo saco, siendo ésta una de esas mencionadas excepciones que se encuentra uno de cuando en vez. ¿Dónde reside el atractivo de Trumbo? No cabe duda que el cinéfilo encuentra mil y un detalles de aquel cine de Nunca Jamás, de la época dorada de una industria gloriosa, que creaba obras maestras con la misma facilidad que hoy crea "bluffs". Desde estrellas a grandes directores, pasando por títulos míticos, todo son reminiscencias y buenos recuerdos de unas décadas irrepetibles, de la mano del escritor de un buen puñado de ellas. Aquí encontramos argumento, suceden cosas, hay situaciones interesantes desde el punto de vista narrativo, y no una sucesión deshilvanada de acontecimientos, como suele suceder en cualquier biopic al uso.
Y eso no es todo lo bueno que se puede mencionar de esta película. ¿Qué decir de sus interpretaciones? Creo que el trabajo de su actor principal, Bryan Cranston, es sencillamente magistral, (se come la pantalla cada vez que aparece en plano) magníficamente secundado por Helen Mirren en el papel de la mala malísima Hedda Hopper, periodista de lengua afilada. Están muy bien reflejadas las presiones que la industria ejerce sobre un guionista de éxito, sus consecuentes problemas familiares al desbordarse de trabajo, la labor interesada de la prensa especializada, los lobbies de presión que intentan mover los hilos del tinglado, las relaciones personales... y, cómo no, el asunto ideológico sobre el que gira toda la película, la caza de brujas macartiana, la pesada atmósfera que se formó en todos los ámbitos de la vida en general, y en el mundo del cine en particular, por culpa de una obsesión persecutoria sobre todo lo que oliera a comunismo. En definitiva, las piedras con las que se encontró a lo largo del camino un autor genial, por nadar a contracorriente en lo que a su forma de pensar se refiere con respecto a una sociedad de pensamiento único, problemas que convierten en pesadilla su vida profesional y familiar, pero que el protagonista parece aceptar con sumo estoicismo, incluso el hecho de dar con sus huesos en la cárcel, que el asume como meros gajes del oficio, por los que hay que pasar en pro de crear.
Merece la pena pasar por taquilla y emplear dos horas de nuestro tiempo en el disfrute de esta pequeña joya, que ha supuesto toda una sorpresa para quien esto escribe y que le ha dejado el paladar con ese regustillo tan agradable que las películas que este señor escribía, bajo nombre real o seudónimo, le lograban dejar.
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