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Carros de fuego

Drama En 1920, Gran Bretaña contaba con dos atletas excepcionales: Harold Abrahams y Eric Lidell. Las razones que los movían a correr era tan diferentes como sus vidas: pertenecían a mundos distintos, cada uno tenía sus propias creencias y su propio concepto del triunfo. (FILMAFFINITY)
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6
2 de febrero de 2019 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hugh Hudson dirigió con sensibilidad y exquisitez pastelera esta cinta de dos corredores británicos reales, de los años 20 del pasado siglo, cada uno de los cuales corría por razones diferentes, pues diferentes eran sus credos y su concepto del éxito. Buen guión de Colin Welland y una banda sonora que ya se ha convertido en un icono de las BSO, compuesta por Vangelis (un Oscar de los cuatro que consiguió la película: excesivo).

Las escenas de competición, sobre todo las rodadas a orillas del mar son antológicas, con cámara lenta incluida y otros aspectos técnicos de gran belleza como la fotografía esplendente de David Watkin.

Fui con mi madre y un hermano a Cádiz a ver esta cinta. Mi madre, cinéfila donde las haya, salió encantada y para celebrar nos fuimos a cenar a un restaurante chino ¿no es eso felicidad?

Por supuesto ajenos y ni falta que nos hacía, de que la historia chauvinista de Hudson y Welland fuera un ‘brindis al sol’, pues los Juegos olímpicos 1924 en París supusieron un tremendo fracaso para los británicos. Pero los rollitos primavera cerca de la Caleta y esa templanza gaditana estaban por encima de los ‘blufs’ británicos ¡Ah! Y de postre la dulcínea música Vangelis. Amén.
7
27 de julio de 2013 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pretensiones:
Teniendo en cuenta que es una película que fue galardonada con 4 oscar no podía ir con unas expectativas bajas aunque claro, últimamente he estado viendo cintas galardonadas y me han decepcionado así que guardé un poco las formas y esperaba una cinta normalita por debajo de lo normal y el caso es que me he encontrado con una buena película entretenida y disfrutable además de original debido al uso poco habitual en el cine de los juegos olímpicos y el atletismo por lo cual eso ya es una gran virtud le pese a quien le pese.
Puntos positivos:
No es que sea una grandiosa película como algunos dicen ni tampoco el bodrio patriótico, que ojo, esta vez no dicen americanada porque no es americana que sino la lapidarían mucho mas. Sin duda lo mas destacado de la cinta que se ha considerado una de las mejores de la historia es la maravillosa composición de Vangelis para la película que se ha inmortalizado y ya es considerada un clásico sobretodo por lo bien que concuerda con las imágenes de la cinta ya que el primer plano de la cinta en la playa también repetido al final es posiblemente una de las escenas imprescindibles en la historia del cine así que ya decir eso es un punto destacado. Las actuaciones son buenas, tampoco son de oscar pero no hay aberraciones en ese aspecto. La dirección si es un punto muy fuerte ya que Hugh Hudson dirige la película con unos planos que yo no esperaba de una forma correcta y efectiva y sabe meter la cámara lenta en los planos que mas necesita donde mas llama la atención del espectador. El ritmo de la cinta va a mas y tambien es algo bueno ya que muchas cintas que empiezan mal o de forma aburrida acaban siendo aburridas y esta cinta lo solapa y mejora muy bien para deleitarnos con un final previsible pero motivador y a la altura. La fotografía también está muy bien encuadrada.
Puntos negativos:
Quizás no sea la película pero en sí, la primera media hora a excepción de la escena de la carrera con las campanadas es bastante aburrida y soporífera, incluso dan ganas de quitarla pero la cosa se va animando hasta interesar bastante al espectador como ya cité en los puntos positivos. No sé si tiene agujeros en el guión, no soy de los que están pendiente de cada fallito pero no los he detectado. Quizás un defecto que tiene la cinta es mostrar al principio ya el funeral de uno de los atletas que me parece prescindible además de revelador ya que hubiese quedado mejor mostrarlo al final. Y respecto al final me gustó, es motivador y cumple con su mensaje que lo transmite bien pero es tópico y predecible por mas que mucha gente me diga que eso pasó en realidad, es un cliché mil veces visto y eso sea real o no siempre cuenta desde mi punto de vista.
Resolución final:
Una buena película que es justa ganadora de los 4 oscar que tiene aunque el de mejor película me chirríe un poco teniendo en cuenta que estaba por ahí la maravillosa primera entrega de Indiana Jones, aún así es original y correcta además de entretenida y motivadora con unos dialogos muy buenos en algunos momentos. Buena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo bueno: Banda sonora, dirección, historia original y motivadora y los dialogos además de que la historia va a mas.
Lo malo: Primera media hora aburrida, el comienzo en la era actual y el final es predecible.
7
23 de octubre de 2013 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre relacionaré Carros de Fuego con mi infancia y no es que fuese una película que la viese cuando era pequeño sino que siempre la ponían en la tele en periodo de navidades, nunca olvidaré esa música que ha hecho historia.

Si hay alguna banda sonora inolvidable y que ha pasado todo examen histórico, es Carros de Fuego, tiene una banda sonora que ha hecho historia e incluso se recuerda más la música que la película.

Es curioso, aprecio el gran trabajo de esta película, su gran trabajo de dirección, ambientación, guión y una historia con grandes valores de amistad, religión y lucha, el sacrificio como camino para llegar a lograr las cosas que tanto valor tienen en la vida…pero nunca ha sido una película que me llegase a emocionar y que me comprometiese con los personajes y sus historias.

Carros de Fuego es una historia al más puro estilo inglés, discreción, elegancia pero distante, a veces me llega a parecer demasiado fría, o es que los americanos la hubiesen hecho más simplona…
La dirección es muy sabia, no quiere caer en ningún momento en el sentimiento fácil ni en la lágrima barata al más estilo americano pero tanta discreción produce frialdad y así recuerdo Carros de Fuego, una gran película pero una película muy fría…demasiado fría.
7
3 de septiembre de 2016 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabamos de disfrutar, eso sí, a horarios televisivos innobles, de un acontecimiento tan excepcional y enriquecedor como la celebración de unos juegos olímpicos. Más allá del éxito deportivo de nuestros compatriotas, que levantan con su ejemplo de lucha y talento nuestro denostado orgullo patrio, hemos vivido en Río momentos gloriosos: La historia del maratoniano brasileño justamente homenajeado con la última posta de la antorcha olímpica, la llegada a meta abrazadas de las atletas tras tropezar en plena carrera, o la participación en natación de aquellos que ya antes, en un entrenamiento para muchos mortal, compitieron por su vida, para llegar desde el infierno a las puertas de nuestra casa, a una no meta donde no los queremos. Estampas que han quedado fijas en mi memoria para, de alguna manera, formar parte de mí, como una huella de gato en el cemento.Todos ejemplos de Valores Humanos, ejemplos de humanidad que nos dignifican como personas, que van más allá de cualquier bandera, y que reafirman la idea de que el olimpismo es mucho más que deporte de alta competición.

Con estos elementos universales se puede diseñar una preciosa historia, digna de una buena película, y es lo que hace Carros de Fuego. Un film tan unido al espíritu olímpico, que tuvo su hueco en la ceremonia de inauguración en Londres 2012. Perfectamente ambientada en los prolegómenos de los juegos olímpicos de París 1924, en carros de fuego se llevan a la pantalla estos valores. Y a todos los que tenemos la más mínima sensibilidad nos llega el mensaje. Pero he de decir que la realidad supera a la ficción. Son mucho más emocionantes los ejemplos vivos de Río que la historia algo forzada y tramposa, por lo que tiene de manipuladora, de los atletas de Carros de Fuego, que además es algo maniquea en su intento de cantar loas al Imperio Británico.

Me quedo con lo que tiene la película de documental, de reflejo de los juegos olímpicos, de la vida, de hace un siglo, cuando todo era más sencillo, y las ceremonias no eran tan ostentosas. Cuando los deportistas de élite fumaban y bebían y el deporte no condicionaba tanto su vida. Cuando la alta competición sólo estaba al alcance de las élites económicas y sociales. Cuando no había foto finish, ni pistas de tartán. Me quedo con una fría playa de Normandía, que explica porque se pirran los del Brexit por nuestra costa. Y me quedo con Vangelis. Para valores olímpicos, Río 2016, y a esperar que llegue Tokio.
7
19 de marzo de 2017 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Revisitada muchos años después, mi opinión sobre "Carros de fuego" ha mejorado algo, pero en esencia sigue siendo lo que siempre me ha parecido: una película exquisita, correcta pero irregular al que su banda sonora eleva a la categoría de mito.
Porque ciertamente mítica es la famosa escena inicial, con los atletas corriendo en una playa escocesa, mientras suena la legendaria y muy ochentera banda sonora de Vangelis, a la vez que la cámara lenta resalta el esfuerzo de los deportistas (quien haya corrido sobre orilla del mar lo entiende perfectamente). El hombre contra los elementos. Prueba física. Superación personal. De ahí a convertirse en un símbolo del olimpismo mediaba poco trecho, era muy fácil.

Lo mejor, aparte de la mencionada música del genio griego (tan soberbia que uno piensa a veces si tiene en cuenta a la película o a su banda sonora) y las escenas deportivas, es sin duda, y como no podía ser de otro modo siendo una película británica, es su excelente ambientación, liderada por el vestuario y el diseño de producción, la cual zambulle al espectador en los años inmediatamente posteriores al final de la Gran Guerra. El reparto también es destacable, aunque me quedo con los veteranos, como Ian Holm encarnando al sabio y borrachín italo-árabe Mussabini, John Gielgud como el rector de la universidad, o Patrick Magee en el papel de Lord Cadogan.

Lo peor, lamentablemente, es que la historia en sí no está muy bien contada y me resulta algo insípida, sin demasiado gancho, e incluso tediosa. El relato de la rivalidad entre Abrahams, inglés pero judío, de nivel social bajo y con anhelos muy concretos, y Liddell, escocés de férreas convicciones cristianas y distinta filosofía, podía haber dado para más. Sus triunfos no llegan a transmitir todo lo que debieran, y cierta historia de amor es bastante floja; otro patinazo de la película es su excesivo chauvinismo, convirtiendo los JJOO de 1924 casi en gloriosos para Gran Bretaña, cuando realmente fueron cuartos en el medallero a mucha distancia de EEUU; parece como si en París sólo hubieran competido los británicos, los franceses y los yanquis, cuando lo cierto es que una sorprendente Finlandia obtuvo 37 medallas.

Por lo demás, una película importante para el deporte y su trascendencia.
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