Yo, Daniel Blake
7,2
12.941
Drama
Por primera vez en su vida, víctima de problemas cardiacos, Daniel Blake, carpintero inglés de 59 años, se ve obligado a acudir a la asistencia social. Sin embargo, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo si no desea recibir una sanción. En la oficina de empleo, Daniel se cruza con Katie, una madre soltera con dos niños. Prisioneros de la maraña administrativa actual de Gran ... [+]
12 de noviembre de 2018
12 de noviembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y es que es un director muy solvente. Que hace siempre más o menos la misma película pero entretiene. Aunque no da alegría al espectador.
Sus actuaciones son simplemente extraordinarias. Para mí ése es el secreto. Creerte de verdad las situaciones cotidianas que plantea. Ken Loach hace que vuelvas a darte cuenta de cosas que ya sabes que existen, pero las habías olvidado. Para ello se apoya en muy buenos actores y que sean poco conocidos para el gran público, así construye su realismo. Ofrece tantas realidades juntas que es difícil no dejarse convencer por el cine de este director.
Tanto para los cinéfilos más técnicos como para los que buscamos entretenimiento es una película bastante redonda. Dibuja escenas desde un punto de vista objetivo y le da matices de sensibilidad estupendamente marcados. Es un acierto verla si no tienes un mal día.
Sus actuaciones son simplemente extraordinarias. Para mí ése es el secreto. Creerte de verdad las situaciones cotidianas que plantea. Ken Loach hace que vuelvas a darte cuenta de cosas que ya sabes que existen, pero las habías olvidado. Para ello se apoya en muy buenos actores y que sean poco conocidos para el gran público, así construye su realismo. Ofrece tantas realidades juntas que es difícil no dejarse convencer por el cine de este director.
Tanto para los cinéfilos más técnicos como para los que buscamos entretenimiento es una película bastante redonda. Dibuja escenas desde un punto de vista objetivo y le da matices de sensibilidad estupendamente marcados. Es un acierto verla si no tienes un mal día.
2 de mayo de 2020
2 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace años que fui a ver esta película al cine y veo que le puse un 10.
No sabia porqué.
La estan echando en la 2, y lo voy entendiendo.
Es decir al principio parece una mas, una película normal. Pero no, poco a poco ves que tiene algo especial, desprende eso que tienen las películas maravillosas, de inicio a fin.
Maravillosas porque hablan de lo humano entre los formularios y las oficinas y las mentes cuadradas. Maravillosa porque habla de la ayuda vecinal dentro de los codazos y la competencia. Habla de poder, de poder personal y colectivo, aparecen voces suaves y tranquilas enmedio de gritos y estres. Es todo un logro en UK.
Y uno de los detalles que pueden hacer entender esta grandeza basada en lo pequeño es el tema de lo que hace la protagonista nada mas entrar al Banco de Alimentos, preguntar ''¿¿Tenéis compresas??''. La escena sigue pero no quiero 'Spoilear'; a parte hay otra escena entorno a los productos de higiene personal femenina básicos (como son compresas) y su elevado precio. Son detalles por ejemplo que los hombres -en general- no tenemos ni idea. Vaya la mitad de la población. Pues Ken Loach lo pone encima la mesa y un par de escenas giran entorno a esto, y ayuda a entender porque algo tan banal y tan normal como este elevado precio en productos de higiene personal esenciales son algo clave entre un simple ''ir justo de dinero'' y la pobreza mas angustiosa para una madre soltera.
Es todo un logro si hacer algo así sin caer en lo cutre ni lo lagrimoso. Emociona y sin musiquitas ni violines. Y interesa y vienen ganas de gritar al viento 4 verdades a políticos.
En esta película el señor Loach conectó conmigo. Tengo cosas que hacer pero es que no puedo parar de verla ahora en la 2. Es una maravilla.
Gracias Ken
No sabia porqué.
La estan echando en la 2, y lo voy entendiendo.
Es decir al principio parece una mas, una película normal. Pero no, poco a poco ves que tiene algo especial, desprende eso que tienen las películas maravillosas, de inicio a fin.
Maravillosas porque hablan de lo humano entre los formularios y las oficinas y las mentes cuadradas. Maravillosa porque habla de la ayuda vecinal dentro de los codazos y la competencia. Habla de poder, de poder personal y colectivo, aparecen voces suaves y tranquilas enmedio de gritos y estres. Es todo un logro en UK.
Y uno de los detalles que pueden hacer entender esta grandeza basada en lo pequeño es el tema de lo que hace la protagonista nada mas entrar al Banco de Alimentos, preguntar ''¿¿Tenéis compresas??''. La escena sigue pero no quiero 'Spoilear'; a parte hay otra escena entorno a los productos de higiene personal femenina básicos (como son compresas) y su elevado precio. Son detalles por ejemplo que los hombres -en general- no tenemos ni idea. Vaya la mitad de la población. Pues Ken Loach lo pone encima la mesa y un par de escenas giran entorno a esto, y ayuda a entender porque algo tan banal y tan normal como este elevado precio en productos de higiene personal esenciales son algo clave entre un simple ''ir justo de dinero'' y la pobreza mas angustiosa para una madre soltera.
Es todo un logro si hacer algo así sin caer en lo cutre ni lo lagrimoso. Emociona y sin musiquitas ni violines. Y interesa y vienen ganas de gritar al viento 4 verdades a políticos.
En esta película el señor Loach conectó conmigo. Tengo cosas que hacer pero es que no puedo parar de verla ahora en la 2. Es una maravilla.
Gracias Ken
22 de septiembre de 2020
22 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, ganadora del mayor premio de Cannes en 2016 es una gran película de Ken Loach con un retrato sobre dos personas intentando sobrevivir en Londres y buscando ayuda de la burocrática y fría Asistencia Social.
Los protagonistas tienen sus luchas y las encarnan con sus altibajos y dolores, brillantemente representados.
El cine de Loach suele ser interpelador de los márgenes sociales; en este caso refleja a un viudo de 60 años que luego de quedar inhabilitado para trabajar por un tiempo se encuentra buscando una pensión en una institución que busca la forma de excluirlo y una mujer joven con dos hijos trabajando y haciendo de todo con tal de que a sus hijos no les falte en la mesa.
La cámara nos muestra a los protagonistas desenvolverse sin juzgarlos, siempre parada como testigo de los hechos.
Disponible en Netflix.
Los protagonistas tienen sus luchas y las encarnan con sus altibajos y dolores, brillantemente representados.
El cine de Loach suele ser interpelador de los márgenes sociales; en este caso refleja a un viudo de 60 años que luego de quedar inhabilitado para trabajar por un tiempo se encuentra buscando una pensión en una institución que busca la forma de excluirlo y una mujer joven con dos hijos trabajando y haciendo de todo con tal de que a sus hijos no les falte en la mesa.
La cámara nos muestra a los protagonistas desenvolverse sin juzgarlos, siempre parada como testigo de los hechos.
Disponible en Netflix.
14 de octubre de 2020
14 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel Blake acaba de sufrir un ataque al corazón en su trabajo, su doctor le dice que no puede volver a trabajar, acude a las oficinas del servicio social para pedir un bono por incapacidad, pero este le es negado por no ser lo "suficiente discapacitado". A partir de aquí, Daniel lucha por mantenerse a flote, buscando un bono de desempleo mientras puede apelar a la decisión por su discapacidad para trabajar, en el camino conoce a una madre soltera de dos que le acompaña en la penuria.
Este filme, que le valió la segunda Palma de Oro a Loach, se destaca por su crudeza social y su emotividad palpitante; Daniel, que se nos presenta como un viejo cascarrabias, es en realidad, una persona con una vida dura, que se enfrenta a la posibilidad de quedar en la calle. A lo largo del metraje, Loach nos muestra los padecimientos de la clase media baja británica, que no consigue trabajo, que no tiene casa y que, sobre todo, tiene hambre; la escena en el banco de alimentos es probablemente una de las más duras de ver, que demuestra la sensibilidad de Loach a la hora de narrar.
"I, Daniel Blake" se destaca por su guión y por su puesta en escena conservadora, la historia maneja todas las cuerdas, con interpretaciones magistrales de Dave Johns y Hayley Squires, aunque los actores jóvenes se pierden un poco entre los minutos. No destaca particularmente en lo técnico, pero no lo necesita, su fotografía aporta la necesidad de melancolía y de tragedia, aunque recurra a unas disoluciones a negros en momentos forzada. La ausencia de música la beneficia, evita la cursilería melodramática en la que se hubiera convertido.
Al final, este filme abiertamente político comete un solo error, tornarse más político de lo que debería, a lo largo de la película se muestra inteligente en su caminar, la premisa habla por sí sola de su ideología, pero cerca del final el discurso parece dictado para que lo escuche el Primer Ministro, y aunque no está mal (todos sabemos la cualidad política del cine), hubiese disfrutado un final menos directo.
Este filme, que le valió la segunda Palma de Oro a Loach, se destaca por su crudeza social y su emotividad palpitante; Daniel, que se nos presenta como un viejo cascarrabias, es en realidad, una persona con una vida dura, que se enfrenta a la posibilidad de quedar en la calle. A lo largo del metraje, Loach nos muestra los padecimientos de la clase media baja británica, que no consigue trabajo, que no tiene casa y que, sobre todo, tiene hambre; la escena en el banco de alimentos es probablemente una de las más duras de ver, que demuestra la sensibilidad de Loach a la hora de narrar.
"I, Daniel Blake" se destaca por su guión y por su puesta en escena conservadora, la historia maneja todas las cuerdas, con interpretaciones magistrales de Dave Johns y Hayley Squires, aunque los actores jóvenes se pierden un poco entre los minutos. No destaca particularmente en lo técnico, pero no lo necesita, su fotografía aporta la necesidad de melancolía y de tragedia, aunque recurra a unas disoluciones a negros en momentos forzada. La ausencia de música la beneficia, evita la cursilería melodramática en la que se hubiera convertido.
Al final, este filme abiertamente político comete un solo error, tornarse más político de lo que debería, a lo largo de la película se muestra inteligente en su caminar, la premisa habla por sí sola de su ideología, pero cerca del final el discurso parece dictado para que lo escuche el Primer Ministro, y aunque no está mal (todos sabemos la cualidad política del cine), hubiese disfrutado un final menos directo.
18 de febrero de 2021
18 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La decisión de premiar con la Palma de Oro a "Yo, Daniel Blake" en la edición del Festival de Cannes de 2016 fue recibida con tibieza e incluso con críticas abiertas por gran parte de los asistentes al certamen. La mayoría de estas reacciones negativas abundaron en los argumentos que acostumbran a esgrimir los detractores acérrimos de Ken Loach, unos argumentos que tienden a identificar la obra del cineasta británico no tanto con la calidad artística sino con el discurso panfletario.
Tras el fallo del jurado, en Cannes se pudo escuchar de todo, y a Loach se le tachó de demagogo, repetitivo, tozudo, populista y hasta sensiblero. Y es cierto que en el cine reciente del realizador se siguen apreciando algunas de esas perversiones (ni siquiera "Yo, Daniel Blake" escapa totalmente de ellas), pero también lo es que la película supera todas esas limitaciones y, sin traicionar en ningún momento el sello Loach, consigue convertirse en una película con alma.
Loach cuenta la historia de Daniel Blake, un carpintero inglés de 59 años que se ve obligado a recurrir a las ayudas sociales del gobierno británico. El conflicto aparece cuando la administración le obliga a buscar un empleo (con la amenaza de recibir una sanción si no lo hace), a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar debido a sus problemas cardíacos. La película alterna la lucha de Daniel, atrapado en la agotadora maquinaria burocrática propia del mundo civilizado, con la desesperación de Rachel, una madre soltera con apenas recursos para alimentar a sus dos hijos (a costa del hambre propio) y que se ha visto obligada a aceptar un alojamiento a cientos de kilómetros de su ciudad para evitar que la envíen a un hogar de acogida.
El relato sirve a Loach para martillear al espectador con las constantes que caracterizan a sus obras anteriores y no repara en matices en su denuncia de las aberraciones que perpetra sin descanso el fallido sistema de nuestros días, pero lo que se cuenta en la cinta no deja en ningún momento de mostrarse como una radiografía perfecta de la situación que viven actualmente millones de seres humanos a lo largo del planeta.
Por momentos, la película se revela (y se rebela) como una sucesión de secuencias autoconclusivas cuyo objetivo es mostrar, casi a modo de documental, las miserias que se derivan de la ineficiente gestión de los recursos de la que hace gala el gobierno británico. La necesidad de acudir a comedores sociales para subsistir, la incapacidad de muchos ciudadanos para acoplarse a un panorama laboral dominado por las nuevas tecnologías, el recurso a actividades denigrantes (en este caso, la prostitución) como última alternativa económica... Todo está en la película, y puede que desde el punto de vista narrativo la cosa no fluya como debería, pero aun así muchas de las situaciones que aparecen en la pantalla difícilmente resultarán emocionalmente ajenas para el ciudadano de a pie.
"Toni Erdmann", "Elle", "Paterson"... Recuerdo que la mayoría de las quinielas en la edición de Cannes de 2016 apostaban por obras arriesgadas y extravagantes en lo formal, hijas y herederas de la nueva cinematografía. Al final ganó "Yo, Daniel Blake". El mismo Loach de siempre. Larga vida a su cine.
Tras el fallo del jurado, en Cannes se pudo escuchar de todo, y a Loach se le tachó de demagogo, repetitivo, tozudo, populista y hasta sensiblero. Y es cierto que en el cine reciente del realizador se siguen apreciando algunas de esas perversiones (ni siquiera "Yo, Daniel Blake" escapa totalmente de ellas), pero también lo es que la película supera todas esas limitaciones y, sin traicionar en ningún momento el sello Loach, consigue convertirse en una película con alma.
Loach cuenta la historia de Daniel Blake, un carpintero inglés de 59 años que se ve obligado a recurrir a las ayudas sociales del gobierno británico. El conflicto aparece cuando la administración le obliga a buscar un empleo (con la amenaza de recibir una sanción si no lo hace), a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar debido a sus problemas cardíacos. La película alterna la lucha de Daniel, atrapado en la agotadora maquinaria burocrática propia del mundo civilizado, con la desesperación de Rachel, una madre soltera con apenas recursos para alimentar a sus dos hijos (a costa del hambre propio) y que se ha visto obligada a aceptar un alojamiento a cientos de kilómetros de su ciudad para evitar que la envíen a un hogar de acogida.
El relato sirve a Loach para martillear al espectador con las constantes que caracterizan a sus obras anteriores y no repara en matices en su denuncia de las aberraciones que perpetra sin descanso el fallido sistema de nuestros días, pero lo que se cuenta en la cinta no deja en ningún momento de mostrarse como una radiografía perfecta de la situación que viven actualmente millones de seres humanos a lo largo del planeta.
Por momentos, la película se revela (y se rebela) como una sucesión de secuencias autoconclusivas cuyo objetivo es mostrar, casi a modo de documental, las miserias que se derivan de la ineficiente gestión de los recursos de la que hace gala el gobierno británico. La necesidad de acudir a comedores sociales para subsistir, la incapacidad de muchos ciudadanos para acoplarse a un panorama laboral dominado por las nuevas tecnologías, el recurso a actividades denigrantes (en este caso, la prostitución) como última alternativa económica... Todo está en la película, y puede que desde el punto de vista narrativo la cosa no fluya como debería, pero aun así muchas de las situaciones que aparecen en la pantalla difícilmente resultarán emocionalmente ajenas para el ciudadano de a pie.
"Toni Erdmann", "Elle", "Paterson"... Recuerdo que la mayoría de las quinielas en la edición de Cannes de 2016 apostaban por obras arriesgadas y extravagantes en lo formal, hijas y herederas de la nueva cinematografía. Al final ganó "Yo, Daniel Blake". El mismo Loach de siempre. Larga vida a su cine.
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