Película de cine negro, con mucha personalidad y aroma a cine de culto. "El silencio de un hombre" es pausada pero interesante, si bien durante su desarrollo le voy encontrando tanto luces como sombras.

Al empezar la película, esta nos sumerge de lleno en su atmósfera de cine negro, uno de los mejores aspectos de la obra, gracias principalmente a sus elaborados planos y a su banda sonora, lo que en conjunto le sirve para crear una buena ambientación. El argumento arranca con interés, aunque conforme avanza va delatando un guion que tal vez sea excesivamente simple.

Mis sensaciones generales son que durante la primera mitad de película, esta me atrapa con su propuesta, siguiendo a un protagonista que se ve amenazado simultáneamente por la policía y por la mafia. Sin embargo, conforme el metraje avanza, siento que el ritmo va empeorando durante muchas de las idas y venidas que da el protagonista. Además, van apareciendo pequeñas conveniencias de guion sin mucho sentido que llegan a dar lugar incluso a algún giro que no termina teniendo demasiado efecto (muchas de las conveniencias y errores ya las nombran otros usuarios, pero aun así nombraré algunas en spoiler).

La conclusión es que se trata de una obra de culto cuyos errores la hacen ser más irregular de lo que podría parecer en un principio, pero que aun así es recomendable.

Cine policiaco francés donde se hace un despliegue de los medios de control policiales del momento. Curioso el momento en que le colocan a Alain Delon un sistema de micrófono espía sacando uno antiguo (más aparatoso) y luego el nuevo modelo, para que se entienda qué es... Y muy impresionante el sistema de seguimiento en el metro, donde las paradas se encienden en un mapa si los vigilantes (50) y ayudantes (20) activan el sistema de vigilancia.

El filósofo francés Michel Foucault publica siete años más tarde su famoso ensayo "Vigilar y Castigar", sin duda estos sistemas que la película muestra le harían reflexionar. Especialmente interesante el diálogo entre el policía y la amante de Delon (su mujer en la vida real) donde quizás ya se adivina esa perspectiva foucaultiana del control social que los sujetos interiorizan "graciosamente".

Nos queda por saber si estos aparatos son los que Foucault tenía en la cabeza cuando hablaba de "dispositiv" o si más bien estaba pensando en disposiciones normativas de tipo jurídico.

Una película fría y minimalista. Un sugestivo retrato de la soledad existencialista de un marginado social y asesino a sueldo plasmado con la desolada iconografía de los cuadros de Edward Hooper o un Antonioni, en cierto modo (aunque el vacío apartamento donde vive el protagonista junto a su metafórico pájaro enjaulado, con esas paredes espantosamente sucias y grisáceas, me recordó, más bien, uno de esos decorados de la casa del terror que hay en los parques de atracciones). El pero que le podría poner es que Delon, tan bello, no acaba de resultar creíble en su papel, siempre vestido con esa gabardina y sombrero arquetípicos del cine negro, pero que en el psicodélico año 1967 estaba ya un poco en desuso. Por cierto, despues del primer asesinato, cualquier tipo con dos dedos de frente se hubiera deshecho de su disfraz para evitar ser reconocido. Pero a todo un profesional como nuestro protagonista no se le ocurre y ya le tenemos atrapado por la policía y participando en ruedas de reconocumiento junto un montón de tios vestidos como el inspector Gadget; un poco infantil... ¿no?

Existen ciertas películas contra las que da miedo despotricar, pues están consideradas tales clásicos del séptimo arte que parece un sacrilegio poner en duda las infinitas cualidades y virtudes que las encumbran como Obras Maestras y clásicos indiscutibles. Un caso muy representativo es este célebre "El silencio de un hombre".

Quizás es que los cinéfilos tenemos cierta tendencia a encumbrar algunas películas en cuanto nos llaman la atención por ser muy novedosas, absorbentes, embriagadoras, fascinantes o incluso irresistibles, como pasa con este film. Y no negaré ni una sola de esas cualidades en esta película, que representa como ninguna lo mejor del género noir francés y cuenta con la presencia de Alain Delon, cuya emblemática interpretación la ha convertido en un clásico casi desde el mismo día de su estreno. Del mismo modo, es encomiable la labor de Jean-Pierre Melville al dotar de ese romántico tono melancólico, ritualista, minimalista y trágico a toda la narración.

Ahora bien, dejando ya claras todas la virtudes cinematográficas de esta obra, pasemos a lo que ocurre cuando la analizamos lejos ya de la fascinación que nos produce un primer visionado. Pensemos en ese guion, que no hay por dónde cogerlo, y en la inverosimilitud que acompaña cada una de las escenas. ¿Se puede ser un asesino a sueldo más inútil, torpe y mediocre que el que interpreta Delon? ¿Cómo puede planificarse un asesinato de forma tan chusquera y poco profesional? ¿Dónde está la supuesta inteligencia e impecabilidad de sus métodos como profesional del crimen? Porque, vamos a ver, asesina de forma torpe y sin precauciones, su coartada es absurda e imposible, no se deshace de ninguna de las pruebas que puedan involucrarle y, encima, fuerza (con giros argumentales muy rebuscados del guion) ciertas pruebas adicionales en su contra.

En fin, que no hay por dónde cogerla. No hallamos nada que aporte coherencia a esta historia, lo cual nos desconecta por completo de lo que nos está contando. Aun así, no seré yo quien no la recomiende, pues, a pesar de ese desastroso guion, sí que contiene unos matices muy seductores (sobre todo por contemplar las magníficas interpretaciones de Delon y del superintendente de la policía -François Périer-, que lo persigue). Es la magia del cine, pues a veces, para deleitar, un film no tiene por qué ser perfecto, ni mucho menos.

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Película triste, desoladora, sobre calles vacias y almas condenadas. Melville toma prestada la iconografía de cine negro para realizar una obra donde el personaje principal ,un hierático y espectral Alain Delon es perseguido tanto por la policía como por la mafia en un Paris casi fantasmal. A destacar la planificación de algunas escenas , como la persecución en el metro que es de una claridad expositiva poco común.