La diplomática (Serie de TV)

Debora Cahn es codirectora de la mítica Homeland (2011), y muestra con ésta, su propia creación, una solvencia poco habitual para generar intrigas políticas sensacionalmente esbozadas con pinceladas sutiles de humor británico. Es una delicia poder disfrutar, una vez más, con la enorme presencia de Teri Russell tras protagonizar The Americans (2013). Pero es que, además, The Diplomat está felizmente salpicada de secundarios estupendos que consiguen mantener un ritmo narrativo adictivo, mientras que un guión estructurado milimetricamente te va empujando hacia el entusiasmo capítulo a capítulo. El cliffhanger final augura una segunda temporada aún más explosiva que esta, si cabe.

*Saber jugar tus cartas

Si hay algo que La diplomática hace bien es saber el tipo de serie que es. Desde su primer episodio Debora Cahn y compañía juegan bien su cartas, introduciéndonos rápidamente en el drama político que es la serie. A partir de un posible conflicto entre Irán y Reino Unido, La Diplomática entrega multitud de diálogos y situaciones interesantes. Lo hace con una mezcla que funciona extrañamente, porque aquí hay muchos tintes de humor, incluso culebronescos, que le dan un toque ideal a la trama principal de la serie.

Con este mix entre la vertiente política y las más mundana, La diplomática construye un arco de ocho episodios compactos y bien estructurados. La duración de los capítulos es perfecta y el avance de la historia tiene muy buen ritmo. Y aunque la trama política puede no ser todo lo potente que podría, la serie aguanta el tipo por las píldoras de información episódicas y el buen uso de los cliffhangers. Además, parece que de cara a la segunda entrega todo se volverá más explosivo, con lo que hay margen de mejora.

*El dúo Russell / Sewell

Pero si por algo destaca La diplomática es por su pareja de protagonistas, el matrimonio formado por los embajadores Wyler. Encarnados por los geniales Keri Russell y Rufus Sewell, el matrimonio de Kate y Hal Wyler representa toda la esencia de esta serie. De hecho, da la sensación que de lo bien que vaya su relación depende el futuro geopolítico internacional. Ambos son figuras muy relevantes y cada movimiento u opinión suya cuenta. Y mucho.

Y es que sí, digo embajadores porque Kate ocupa un puesto que anteriormente había ostentado su marido, Hal. Esto da pie a obvias situaciones humorísticas, pero también a una cuestión fundamental para La diplomática. Aunque Hal no tenga una posición de poder posee mucho. Y Kate, en su nuevo cargo, sabe de ello y siente que su propio marido tiene su agenda, pudiendo socavarla en cualquier momento.

Aún así, es palpable que esta relación es compleja y hay fuertes sentimientos entre Kate y Hal. Todo ello lo muestran perfectamente Russell y Rufus, que mantienen una gran química. Lo hacen tanto en las situaciones más dramáticas, como en las cómicas (inolvidable la escena de la pelea en el jardín).

*Hay potencial

Teniendo en cuenta las buenas críticas que ha cosechado y la renovación temprana por parte de Netflix, ya se puede decir que La diplomática ha sido todo un éxito para la plataforma. Que en menos de dos semanas desde su estreno haya llegado la renovación es del todo inusual en la Netflix actual. Está claro que desde arriba están muy contentos. Incluso podría haber opciones de cara a los Emmy, cuyas nominaciones llegan a mediados de julio.

Y aunque la serie esté lejos de la excelencia de grandes dramas de la plataforma como House of Cards o The Crown, no deja de ser una buena noticia que Netflix apueste por ficciones como La diplomática. Vista la primera temporada, estamos ante una serie con potencial de varias temporadas y con margen de mejora. Hay varias semillas plantadas en los primeros episodios que darían mucho juego en el futuro y diría que la serie va a, de forma inteligente, a seguirlas.

*Conclusión

Aún con margen de mejora, La diplomática funciona al saber jugar sus cartas como drama político con una acertada comicidad de por medio. Y lo hace, en gran parte, por el talento y química del dúo Keri Russell y Rufus Sewell, el corazón y alma de esta serie.

Escrito por Víctor Pérez Cañete

Acabo de terminar su visionado y tengo que admitir que se me ha puesto la carne de gallina con el final, que pide a gritos una segunda temporada.
Trata temas de actualidad de la política internacional, engarzados en la trama ficcionada; me ha recordado a series como: (desvelo en spoiler)
A mi me ha atrapado la sustancia de las tramas, los diálogos, los entresijos de la alta política, la suciedad de ésta y de que nada es blanco o negro sino que está en la gama de grises. Se agradecen series como esta que te atrapan desde el comienzo.
El elenco de actores, aunque no son de primera línea, están todos muy bien, resaltando la protagonista.
Muy recomendable.

Los primeros episodios te enganchan con la presentación de los personajes. Parece al principio que ves las tripas de la diplomacia en un asunto en el que puede estar envuelto Irán. El ayudante de la embajadora hace un gran papel, es un actor con una gran presencia física, de estos que enganchan a la cámara. Las niñeras que acompañan a un presidente de USA tan imbécil como los actuales. El problema es que el guion llega un momento en que se hace muy reiterativo, dando vueltas en zig-zag sobre lo mismo.

Un desarrollo basado en el enfado permanente de la diplomática, Kate Wyler, que al parecer gestiona con solvencia los protocolos de su ocupación como embajadora en Londres. Me asombran algunas de las interpretaciones femeninas de los últimos años, donde el mal humor, la prepotencia y un halo de hastío perpetuo, son algo muy habitual, tanto en series como películas.

Quiere mantener un cierto tono de humor, pero resulta forzado, así como la ejecución de los compromisos que debe asumir. Keri Russell, a mi entender, no parece la actriz más adecuada para el papel, aunque acaba de renovarse por una segunda temporada.

No la recomiendo.