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La noche de los muertos

Drama. Terror. Thriller. Aventuras. Fantástico Es Halloween en el año 1997, la última noche de instituto para Corey, Jango y su pandilla de skaters, Los Gromits. La infancia se acaba y la vida adulta les llama. Pero para Corey, su pasado tiene algunos asuntos pendientes. Cuando se encuentra con Jonah, un antiguo amigo de la infancia, pero ahora víctima de la vena cruel de Jango, Corey se apiada de él y acepta caminar con él hasta casa para recordar los viejos tiempos. Lo que ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
11 de septiembre de 2017
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los que no hayan visto la película y lean esto, les advierto, no es de terror, no busquen una historia de terror, porque no la van a encontrar, Boys in the Trees, está empaquetada de un aura terrorífica, pero en ningún momento lo es, no pertenece a ese género es solo una carnada, cuando lo que en realidad se cuenta es un drama
infanto-adolescente, sobre el crecimiento, el hacerse adulto, la amistad, el primer amor, las traiciones, el ser acosador o acosado, y el ser incondicional a los amigos o traicionarlos para "pertenecer".
Los temas que toca son interesantes, pero lo hace de forma lenta, aburrid, pretenciosa y con diálogos en algunos casos declamatorios y en otros directamente estúpidos.
Manuel
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12 de septiembre de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que comienza como otra película más de adolescentes maniqueos de instituto deriva en un film que mezcla con éxito la cotidianía de un grupo de chavales en sus últimos días de clase con lo mágico y lo sobrenatural, noche de Halloween incluida. A priori, la susodicha noche casi me hace abandonar la película, sospechando ya el inicio, el desarrollo y el final de la película. Menos mal que aguanté. Una historia que ahonda en las difíciles relaciones que entretejen en esa edad donde todo es confuso (para algunos), con un fino aire de realismo mágico durante toda la película, sobre todo de la mitad en adelante, donde se personifican miedos, se descubren fantasmas y se conjuran actos terribles. Los personajes principales, Jonah y Corey, Corey y Jonah, soberbios. Ambos llevan y aguantan el peso de la historia con oficio pese a la edad, se complementan, se mezclan, nunca se solapan ni sobresale ninguno sobre el otro de forma estridente. Los secundarios algo desdibujados y esquemáticos, quizá adrede para no descentrarse de lo necesario, lo justo para crear el fondo del cuadro y realzar el motivo principal. El guión es notable, lo que hace sacar esta película del género esperpéntico de chicos de instituto americano, así como el posterior desarrollo de la trama, que deriva hacia un lugar inhóspito e inesperado. La música soporta bien a la historia, con canciones de Rammstein, Marilyn Manson, Garbage y otras que servidor no reconoce pero disfrutó con ellas. Una fotografía adecuada, planos en slow motion que ayudan a crear un ambiente onírico que se respira en buena parte de la película. No comparto mucho la comentada por muchos ambigüedad sexual de los protagonistas, en base a ciertas miradas sostenidas en ciertos momentos, particularmente este tema me resbala sobremanera. Si fue o no intención del director no afecta a la historia para nada. El que quiera ver algo, pues que lo vea. En definitiva, una recomendable película por su dirección, guión, música, fotografía, actuación..., de tono intimista y mágico, para ver con cierto estado de ánimo predispuesto para estas cosas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jaball
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2 de octubre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si al escribir sobre esta película me diera por seguir su modus operandi, a partir de la siguiente línea ya estaríais haciendo otra cosa. Esto es uno de sus mayores defectos, pero al mismo tiempo su mayor atractivo. Deambular en medio de sueños y miedos obliga a hacer un ejercicio de abstracción. Si aceptáis esta premisa, os encontraréis con un gran producto, sumamente fresco y lleno de interesantes aristas.

Allá por el año 2012 ya tuvimos el placer de degustar la excelente Excisión de Richard Bates Jr., en la cual se nos exponía, de manera algo brutal por cierto, el difícil tránsito por la adolescencia. Cinematográficamente hablando Boys in the Trees no se le asemeja en nada, pero trata de esa etapa de la vida en la cual algunos quedan atragantados. Es algo así como intentar explicar el síndrome de Peter Pan, o cuando estás delante del precipicio de la edad adulta y alguien te da un empujón.

Hay muchas maneras de explicar una historia, en esta ocasión Nicholas Verso ha optado por una bastante arriesgada. No obstante, mantiene perfectamente el equilibro en esa cuerda floja que es su elaborado guión. Hablando del mismo, se intuye que en él se han volcado bastantes experiencias personales. Evidentemente en todos los screenplay algo hay de sus autores. En esta ocasión la decisión de incluirlos no nos queda más remedio que aplaudirla.

Corey pertenece a un curioso grupo de skaters, cuyo líder, Jango, no duda en ejercer su autoridad. Próximo a la edad adulta, Corey intenta defender a Jonah, un antiguo compañero de colegio, del resto del grupo. Juntos recorren las calles de la ciudad con su monopatín durante Halloween. Los recuerdos van tomando forma junto a extraños sueños y muchos miedos.

Estamos ante un producto que intuimos para un público algo selectivo. Se podría haber optado por algo más desenfadado y así ampliar el target, pero no seremos nosotros los que nos decantemos por eso, ya sabéis que las apuestas arriesgadas son algo que nos atrae, esperamos que a vosotros también os pique la curiosidad. En su contra tenemos su excesiva duración y las escasas escenas de terror o como queráis llamarlas, aunque algún que otro susto os hará saltar de la butaca.

Tengo que destacar la música de Shinjuku Thief y Darrin Verhagen. Da en el clavo con todo lo que rodea al film. Hay que tener en cuenta que la película está ambientada en 1997, ya os podéis hacer una idea.

Los protagonistas de la cinta están fantásticos. La juventud de todos ellos no es ningún impedimento para destacar su calidad. Empezamos por Toby Wallace en el papel principal e interpretando a Corey. A continuación nombrar a Gulliver McGrath como Jonah. Seguimos con Justin Holborow en el papel del matón Jango y acabamos en la parte femenina con Mitzi Ruhlmann como Romany.

Muy buena película recomendada a todos aquellos que les guste la originalidad y la apuesta con algo de riesgo.

http://www.terrorweekend.com/2017/10/boys-in-trees-review.html
TerrorWeekend
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7 de enero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peter Pan, Naoko, la fuente de la eterna juventud, el miedo a crecer, a asumir responsabilidades, a ser adulto. Un temor antiguo como la vida misma. El tiempo nos derrota a todos segundo a segundo, y nadie se libra de esta inquietud. Y hay momentos especialmente propicios para ello. Por ejemplo la última noche de instituto, en esa etapa de transición entre lo establecido y la primera elección importante de una vida.

La película nos muestra a su protagonista, Corey, un chaval que quiere ser fotógrafo integrado en la pandilla de su pueblo y en las rutinas del mismo, y a Jonah, el clásico marginado que sufre bullying. Desde el principio se ve que hay algún tipo de relación entre ambos. Es Halloween, noche de brujas, la noche de transición de espíritus, la noche que se abre la puerta. Samhein. Y pronto descubriremos que, en el pasado, Jonah y Corey eran amigos. Lo sabremos porque esa noche, Jonah convence a Corey para retrotraerse a un juego infantil que hacían en Halloween. Con fantasía, aventuras y muchas historias de terror.

Decía Nietzsche que "La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño." Y a través del juego que conduce Jonah, Corey reflexionará en estos momentos de transición sobre quién es, qué quiere de la vida, los peligros, los sueños rotos y los miedos reales en contraposición a los imaginarios. Pronto evoluciona de ser un puro producto de cine adolescente a algo más. Sin llegar a definirse entre thriller psicológico o fantasía adolescente, crece a medida que pasan los minutos, como una metáfora de la vida de sus protagonistas, hasta entremezclar lo real y lo imaginario la noche de transición.

Muchas cosas a destacar. Entre otras: la inteligencia que demuestra un guión bastante sobrio en palabras, pero maravillosamente rico en matices; el ambiente y la iluminación nocturnas, con los logrados juegos de sombras y luces y un apartado técnico y sonoro bastante adecuado a la historia (la escena del requiem de los muertos es fantástica en este aspecto); y quizá esto sea una simple apreciación personal, pero el aire retro de los noventa está estupendamente conseguido.

Quizá le falten algunas cosas, sobre todo la aparición de personajes femeninos, más y más verosímiles y con más peso en la historia. Tampoco el epílogo aporta demasiado al desarrollo pero en líneas generales cumple muy bien lo que pretende. Un triunfo para un cineasta que, a diferencia de sus personajes, no parece tener miedo a crecer, aunque sea como artista.
Of The Assumption
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28 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor: la fecha en la que se desarrolla la historia atraerá por sí sola a más de uno, y es que “Halloween” o, como se nomenclatura aquí, “La noche del deleite de la tumba”, resulta una fiesta atractiva como pocas desde un punto de vista audiovisual y más con la alucinante (textualmente) visión de la que la dota el debutante en el celuloide Nicholas Verso, cuya extravagancia trasciende a toda convencionalidad (tanto para bien por la fantasía que despierta como para mal por la pesadumbre que suscita) para patentar un relato que transita entre lo oscuro y lo mágico; el juego consistente en cruzar un puente para dejar atrás el reino mortal y emprender un viaje hacia tierras en las que los sueños se hacen realidad (llámese “Cocytus” en la obra o inquietud existencial en el mundo tangible), un imaginativo elemento cuyos simbólicos tintes están muy en sintonía con los de un clásico de culto como es Donnie Darko en cuanto a la luminosidad (o ausencia de ella) que aquella proponía y esta recoge como testigo fílmico (en especial la filosofía defendida en ambos trabajos, sirviendo de inmejorable ejemplo la frase “nadie debería morir solo”), conteniendo mucho más de lo que aparenta en un principio por la fórmula de acción (parcial), drama (excesivo) y terror (anecdótico) de la que se vale el responsable; el abuso (ya no llevado al extremo sino en su vertiente menos evidente) refleja lo que implica, una serie de terribles consecuencias que afectan no solamente al acosado sino a quien practica el ruin arte de aprovecharse de su situación de superioridad una vez entiende en lo que han derivado sus deplorables actos, enseñanza que nunca está de más recordar a quienes atraiga posicionarse en una de las dos figuras.

Lo peor: el guión, en general, se antoja tan contradictorio como el hecho de tener miedo a las alturas y subirse a un inestable andamio a varios metros del suelo (en efecto, como se puede deducir es una de las secuencias a analizar), algo tan preocupante como plantearse seriamente por qué merece la pena crecer (o madurar) más allá de lo estrictamente necesario o si la obligación de renovarse constantemente que dicta la sociedad fomenta la marginalidad global; el retrato que se pretende dar de la desaprensión y el desarraigo en una etapa tan convulsa de la vida como la que se plasma, la adolescencia, caracterizada por la capacidad de sorprenderse con suma facilidad y luchar por causas lógicamente indefendibles, no es demasiado estimulante pese a la dureza empleada, en gran medida a causa de un inicio (término extensible a la primera hora) que puede llevar a equívocos y conllevar la presunción de que se está ante un largometraje trivial en lugar de una invitación a la reflexión sobre cómo las creencias pueden llegar a influir en la personalidad de cada cual si no se adoptan ciertas actitudes y potencian determinadas defensas; el diseño de las camisetas de la banda protagonista de rebeldes e incomprendidos patinadores es tan lamentable como ceder ante imposiciones para sentirse integrado como lo hace el fotógrafo que se disfraza de licántropo (sin otro particular que para ser el perfecto lobo con piel de cordero tratando de sintonizar con quienes cree le conviene hacerlo por su propia supervivencia en detrimento de aquellos que de veras se preocupan por él, tanto verdaderas almas gemelas como resignados familiares), cuyas aspiraciones van más allá de la tranquila normalidad que le rodea, cotidianeidad en la que la renuncia a pedir ayuda, incluso cuando más la necesita, parece ser la mejor decisión.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
Tithoes
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