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El rastro

Western. Drama Australia, año 1922. Tres hombres blancos, contratados por el gobierno, siguen la pista por el outback australiano para atrapar a un nativo, supuesto violador y asesino de una mujer blanca. En su búsqueda les ayuda un experimentado rastreador, también aborígen. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
19 de julio de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western-denuncia de origen australiano, que relata el maltrato de los colonos, policía y gobierno australiano sobre la población aborigen de Australia. Casi un remedo o un calco tal vez, de lo que sucedía más o menos a la vez en Estados Unidos, con indios americanos y afroamericanos.

La historia que nos cuenta el film nos lleva a lo profundo del Outback australiano, en la persecución de un malencarado oficial de policía, un rastreador local, un cazador a sueldo y un joven policía no muy conforme con las prácticas de su jefe, sobre un supuesto asesino y violador como no… maorí. Un rastro de muerte, odio y destrucción, es todo lo que el grupo deja a su paso en su busca del perseguido, mientras se adentran más y más en territorios inhóspitos e inexplorados, en un viaje que acabara sumergiendo al grupo en una espiral de violencia que no parece tener fin.

Rolf de Heer, (Bad Boy Bubby, 1993), es el director, en probablemente uno de sus mejores trabajos. David Gulpilil, (La última ola, 1977), actor aborigen que encarna al rastreador, en una excepcional interpretación que incluso fue premiada en algún festival. Completan el reparto, Gary Sweet, (El proyecto de Alexandra, 2003), Damon Gameau, (Thunderstruck, 2004), y Grant Page, (Roadgames, 1981).

Interesante de principio a fin, con un impactante y especial recurso de no mostrar la violencia racial, más que a través de pinturas rupestres. A tener un cuenta su mensaje antirracista, y su denuncia del trato que recibieron, (y reciben) los aborígenes en Australia.

Gustara a los amantes de westerns tardíos y raros. A mi humilde juicio, película imprescindible del cine australiano de los últimos 15 años.
Juggernaut
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5 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un inicio singular te muestra los que serán los 4 protagonistas de este sincero y atípico western.
Mientras vemos los primeros planos una canción va ilustrando, creando la ominosa atmósfera que nos perseguirá durante el metraje.
El recurso pictórico de enseñar mediante una pintura las múltiples escenas de violencia es original, además de la calidad de las pinturas.
La historia es sencilla y contada multitud de ocasiones:
Un indígena, supuestamente ha violado y matado a una blanca.
Los blancos justicieros van buscando venganza.
Con estos mimbres básicos, bucea en el maltrato autóctono, la condición humana, las diferencias de ambas culturas, el atropello constante de los colonizadores y su podredumbre de valores, etc.
Quiero resaltar el personaje del rastreador por 2 motivos:
Es un aborigen domésticado aparentemente por los blancos.
Su impresionante interpretación, que miradas pone, algunas escalofriantes. Y claro se trata del actor indígena David Gulpilil. Por citar uno de sus muchos papeles, 31 años antes "Walkabout" 1971'.
No me extiendo más, la primera crítica me parece notable de 'Juggernaut', coincido con su exposición, así para que añadir a lo ya mencionado.
A disfrutar de unos paisajes áridos, un sol justiciero, denuncia social, acción creada con brillantez.
"La vida es dura pero es buena vivirla, allí la cacería no deja sangre en mis manos"
Cierro con esta frase de una de las canciones.
Zappianin
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15 de diciembre de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rolf de Heer, director holandés afincado en Australia, dirige un filme repleto de lugares comunes cuyo principal atractivo reside en su fotografía del outback australiano y en David Gulpilil, actor indígena ganador de varios premios precisamente por su personaje en este filme.

Una patrulla de búsqueda, compuesta por tres hombres y un rastreador, persiguen a un aborigen acusado de violar y matar a una mujer blanca. En su camino, la relación entre ellos se torna difícil debido al racismo y la crueldad del jefe de la expedición, que no duda en disparar indiscriminadamente a los poblados aborígenes que va encontrando.

La cinta presenta altibajos acusados de ritmo, destacando el hecho de que, principalmente en las escenas de acción, De Heer evita usar la cámara para exponer el desarrollo de esas escenas, sustituyéndolo por pinturas de estilo aborigen que narran lo que está sucediendo. No se sabe muy bien si es por la falta de presupuesto o por la incapacidad del director, lo cierto es que este recurso resta muchos puntos a la obra e interrumpe de forma notoria el tempo narrativo.

Lo más llamativo del filme es la colección de postales de paisajes australianos, combinado con la siempre exótica presencia de David Gulpilil haciendo un papel que no podría haber hecho ningún otro actor debido a su condición de aborigen. Su actuación, sin ser brillante, es realista, algo suficiente en una película con muchas carencias pero con un innegable sentido de la aventura.

De Heer firma una cinta incompleta pero interesante, de ambientación lograda tanto en la fotografía como en la música folk, que entretiene sin emocionar pero logra, cuanto menos, dejar un buen sabor de boca. Recomendable.
Richy
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